Flores humanas

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Una vez más Flora entraba por la ventana con el brillo de la luna, y al cobrar su forma humana, se sorprendió que sus ahijados tuvieran un ramo de flores para ella.
- Esto es para ti hada madrina-le dijo Esteban.
- ¿Para mí? !Pero qué belleza! Gracias, me encantan las flores- dijo Flora cogiendo el ramo, y tan solo lo hizo, este comenzó a florecer poco a poco, poniéndose más hermoso y frondoso, como si tuviera vida propia.

Los niños miraban el ramo y luego a ella, y sonreían tranquilos, pues no había nada que ocultar ni disimular; estaban en familia.
- ¿Y por qué este ramo tan bello para mí? ¿Cuál es la novedad?
- Ninguna hada madrina- dijo Sebastián- fuimos con las nodrizas a un parque y allí vimos esas hermosas flores y nos acordamos de ti.
- !Pero que maravillosa noticia! Me encanta que me recuerden de esa manera. ..... bueno, ¿Y qué cuento quisieran para hoy?
- El que tú quieras.
- No importa cual, todos son lindos.
- Tu elige.- Era algunas de las exclamaciones de los niños mientras se acomodaban en sus camas a disfrutar del habitual cuento de su madrina. Quien comenzaba así:

Érase una vez, una casa a las afuera de la ciudad que vivía siempre abandonada. Todos en el pueblo pensaban que estaba embrujada, por su aspecto desahuciado y solitario, pero jamás nadie había visto algo extraño ni nada, sólo que las personas siempre le temen a lo diferente y desconocido.

Un día, algo sorprendente ocurrió, la casa fue vendida a unos extranjeros que no conocían los cuentos sobre ella, y así, la gente del pueblo miraba asombrada a los nuevos que se mudaban a la casa misteriosa.

Una vez la familia se ubicó, comenzaron a arreglar el jardín, y apenas se colaron, se pudo ver cómo miles de mariposas salían revoloteando de sus flores, alejando a los intrusos de allí. Tal fue el alboroto de los insectos que los dueños no pudieron continuar con el trabajo.

La más pequeña de la familia, se sentó a mirar a las mariposas revolotear de un lado para el otro, hasta que notó algo muy extraño. Una de ellas se acercaba alejándose de todo el grupo.

Esto se acercó cada vez más hasta revolotear justo delante de la nariz de la pequeña, y posándose allí, hizo que esta se sacudiera riéndose y uniendo sus manitas, dejando que la alada se posara en ella.

De así como se pudo ver con claridad que se trataba de un hada, tenía muchos colores y formas extrañas, por eso a simple vista parecía una flor. La niña siguió a la criatura y ésta la internó en el jardín. En ese instante, los padres de la pequeña salieron y asustados vieron cómo se introducía en el jardín llena de mariposas revoloteando por todas partes.

Ambos se metieron corriendo detrás de la niña, pero eran tantas mariposas que no podían verla. Y es que ya no estaba allí, había seguido al hada hacia el bosque y ahora vagaba por sus árboles.

Junto con el hada la niña llegó a una gran pradera, repleta de flores, estaban agrupadas por sus formas y colores, y al ver a la pequeña se sentían felices y comenzaron a revolotear a su alrededor, haciendo círculos en el aire en formas de espiral creando una especie de remolino enorme, baseando la pradera y centrando la niña. Así fue como la pequeña se elevó girando en el remolino junto con las hadas.
- ¿Y no sintió miedo?- preguntó Laura
- No, estaba feliz de la vida, reía todo el tiempo siguiendo a las hadas.
- Yo me hubiera asustado muchísimo- dijo Lorena.
- Sí porque vez el remolino, pero esta niñita veía hadas, colores y una fantasía hecha realidad, que sería volar con las hadas.

Los padres de la menor vieron el espectáculo y aterrados se ponían la mano en la cabeza sufriendo por su pequeña que era llevada por el remolino de colores y mariposas. Ambos tendidos en el suelo, suplicaban que se le devolviera.
- ¿Y qué pasó? ¿No regresó?- preguntó Lorena otra vez.
- Escucha

Esa noche la casa era de lamentos y sollozos, la familia pensaba que había perdido a su hija menor y nadie durmió, especialmente los padres. Sin embargo, al día siguiente, cuando se organizaba una caravana para buscar a la niña, se vio desde las nubes un remolino que parecía un arcoíris llegando a la tierra.

Todos corrieron hacia la pradera y allí se podía ver el colosal espiral y de un golpe caer como una ola en tierra y esparcirse dejando al descubierto a la niña que feliz de la vida corría hacia sus padres. Quienes corrieron a abrazarla entre llanto de alegría y susto.

La pequeña traía una corona de flores blancas en su cabeza y vestía una bata del mismo color. Así se la llevaron para su casa y esta comenzó a contarle a sus padres lo que había visto, con quienes había estado, y ambos le creyeron todo, pues después de lo que habían presenciado con sus propios ojos, cualquier cosa era posible para ellos.
- ¿Y qué pasó con las hadas?- preguntó Lucía, que apenas hablaba.

Se quedaron en el jardín de su casa, hasta que vinieron unos guardias y comenzaron a prender fuego.
- ¡Fuego!
- Sí, porque la magia estaba prohibida.
- Entonces las mataron.
- No, ellas volaron, y se unieron a las de la pradera, creando su remolino y desapareciendo para siempre
- Fuuuuuuu!- exclamaron las niñas.

Solo que esto hizo que los comentarios de la casa embrujada fueron peores, y con el tiempo la familia se tuvo que ir del lugar, pues era imposible convivir con aquella gente.
- Como me gustaría viajar con hadas y volar hasta las nubes- decía Laura
- Bueno, quizás algún día lo hagas
- ¿Y yo hada madrina?
- ¿Y yo?
- ¿Yo también quiero.
Decían todos los niños del salón, pues como era el hada madrina podía concederles casi cualquier deseo.
- Bueno, bueno, ya veremos cuándo podremos hacerlo. ¿Está bien?
- Siiiiiiii!!!!
- Zuuuuuuu, no hagan ruido, despertaran a las nodrizas ¿Recuerdan? Ahora a dormir.

Y apagando las velas del salón, Flora vio cómo sus niños cerraban sus ojos para dormir.

En eso, una de las flores que adornaba su cabeza, se elevó, los vió durmiendo y volteándose hacia Flora, le sonrió.



Cuentos del Hada MadrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora