Uno de esos días en que el Hada Madrina llevaba a sus ahijados a disfrutar de un lugar por el bosque encantado, los llevó a lo que sería una de sus casas: “El lago de la hechicera”, solo que no era un simple lago, conducía a hermosas cascadas, llena de una vegetación espléndida y frondosa.
Tan solo salieron del orfanato mucha gente se imaginaban a donde iban y quienes eran, pero sólo eran rumores pues la hechicera se disfrazaba muy bien para que no molestaran a sus protegidos. Pero aun así la multitud en el pueblo hablaba, sospechaba, los seguían con la vista y algunos niños pueblerinos los seguía, pero siempre los perdían.
Tan sólo entraban al bosque donde nadie los veía, Flora se transformaba en quien era y además, aparecían criaturas mágicas: duendes, hadas, unicornios, pegazos, que llevaban a los pequeños en su montura o simplemente los seguían caminando como si fuera una caravana. Las hadas les daban flores a las niñas, los duendes frutas y cosas raras como rocas o hongos.
Con las flores que la maga renacía cuando caminaba, las niñas las recogían y hacían ramos de flores, o incluso los jóvenes para dárselos a sus hermanas. Las aves que parecían garzas y pavos reales a la vez, pero blancas plateadas se acercaban por las frutas y dulces que llevaban los niños, y por su impertinencia Flora los expulsaba del lugar.
Cuando por fin llegaban al sitio, los pequeños se introducían corriendo al lago, se quitaban parte de la ropa y se metían a nadar. Allí Flora seguía caminando por el lago hacia una pequeña cueva donde crearía cierto confort entre ramas y flores para tomar una siesta después de almorzar.
Desde allí los vigilaba a todos, uno a uno, eran unos cuantos y algunos pequeños, aunque crecían por segundo, Laura que era la más pequeña ya tenía seis años, y cuando la conoció tenía cinco. Su protectora los miraba con amor, admiración y añoranza.
Mientras nadaban, agrandó unas hojas verdes a las que los chicos se subían como si fueran flotadores y allí se quedaban acostados disfrutando del baño, hasta que algunos les daban hambre y corrían hasta Flora buscando convite. Ella junto con las hadas, les tenían comida y bebida de todo tipo. Y después de pasarse toda la mañana allí, quisieron irse a explorar el lugar.
Algunos querían quedarse nadando, pero después de un consenso entre todos decidieron caminar por el lugar para más tarde volver y seguir en el agua.
- Hada madrina- preguntaba Esteban- ¿Podemos ver al dragón de luz?
- Él aparece cuando quiere. Yo sólo lo llamo cuando es muy urgente.Caminaron hasta un lago enorme y desde allí podían ver cómo aquel pequeño lago crecía y seguía corriendo entre algunas rocas y arbustos hasta hacer una hermosa cascada que por fin conduciría al mar.
Desde allí podían ver a las garzas pavos reales enamorándose. Su cortejo, parecía una especie de baile, donde saltaban con sus patas largas, brincaban, abrían sus alas como si fueran brazos extendidos, y como si tuvieran música de ballet, movían sus cuellos largos a un ritmo determinado.
Los niños se reían de las aves, quienes por último abrían sus colas, que sin color alguno parecían tener cristales o diamantes, pues brillaban con un tono plateado con la luz de sol.
- ¡Vamos niños!- les decía la bruja que sabían en qué terminaba la danza.Siguieron caminando y llegaron a un lugar de aves muy raras, había centenales de ellas volando entre las florestas, peleando, cortejándose, hacían tremenda bulla.
- Abran sus sombrillas- les decía Flora y los niños la seguían, y medida que caminaban por ahí, caían los desperdicios de las aves.
- Hay, que asco. Salgamos de aquí, rápido,- dijo Mercedes y todos apresuraron el paso.Hasta que salieron a los laterales del río y pudieron ver las cascadas de cerca. El Pegaso Scott, que siempre estaba cerca de Flora, se apareció frente a ella, quien le di una manzana y le acarició la crin.
- ¿Quién quiere dar un paseo?- preguntó a los niños.
- ¡Yo- yo- yo!- gritaban dando brincos, no todos, pero la mayoría enloquecía por dar una vuelta.Y así uno por uno, el caballo alado les dio una vuelta cerca de las cascadas, para que disfrutaran más de cerca. Este como mismo planeaba alrededor, que se sumergían en el agua, se acercaba a la cascada o se metían en ella, para subir hasta las nubes y darles una vista magnífica. Hasta que subió a todos los atrevidos y regresaron al lago de Flora para almorzar.
Una vez acomodados para comer, disfrutaron de todo tipo de manjar, carnes, panes, dulces, frutas, bebidas, lo que quisiera, Flora se los daba con tan solo mover sus dedos.
- Que maravilloso es tener una gran hechicera como hada madrina ¿Verdad?- Comentaba Esteban mientras los demás se reían y afirmaban. Pues él era uno de los más glotones y su tutora lo complacía en lo que pidiera.
- Solo hace falta algo de música- decía Mercedes.
- ¿Música? No, me encanta el sonido de la cascada, las hadas, las aves…. Es muy relajante- decía Lorena.
- A mí sí me gustaría algo de música- dijo Alberto.
- ¿Cómo cuál?- dijo la hechicera.
- Un ballet- dijo Laura
- Noooooo- protestaron los varones.
- ¡Una Kuska!- dijo Esteban
- ¡Bahhhhh!!- protestaron las niñas.
- Les traeré algo interesante que quizás les guste- les dijo su hada madrina.Flora sacó una flauta y comenzó a tocar una música dulce y melodiosa, que hizo que ella misma brillara, pues aparentemente la hacía feliz. Eso atrajo a muchísimas hadas al lago, y pronto parecía haber tantas como si hubiera un enjambre de abejas o luciérnagas, que no revoloteaban como quiera, sino que danzaban al compás de la música de Flora, haciendo figuras en el aire o incluso en el lago. Hasta que llegó Scott y de un chapuzón terminó el show.
- ¡Ooohhhh!- gritaron los niños cuando cayó el caballo moviendo sus alas y nadando como un pato.Las hadas nadaron a su alrededor y él sacudía la cabeza como molesto. Hasta que Flora terminó la melodía y las hadas regresaron a los árboles, flores o incluso bajo el agua.
Así pasaron un día especial los niños con su protectora, quien intentaba hacerlos felices lo mejor que podía. Y cuando anocheció, los regresó al orfanato, para luego regresar al bosque. No sin antes contarles una historia para dormir.
ESTÁS LEYENDO
Cuentos del Hada Madrina
FantasyFlora es un joven hechicera que salva a unos niños de una bruja de magia de negra, convirtiéndose en su Hada Madrina. Y es así, noche tras noche, ella los visita y les cuenta historias para dormir. Cuentos de hadas, dragones, brujas, princesas y ca...