La dama de acero

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Una vez más Flora visita a sus ahijados al Orfanato y antes de dormir le cuenta una historia. Esta vez se trataba de una escena que había visto ese mismo día en el bosque.

Había una vez, mientras yo caminaba por el bosque, escuché a lo lejos unas risas burlonas de unos hombres. Yo estaba retocando mis árboles, decoraba la florezca, me sentía inspirada, pero tras escuchar esas burlas, dejé lo que hacía y seguí las voces.

En ella divisé algo que me indignó muchísimo, eran como cinco hombres, traían amarrado de un caballo a uno mucho más delgado, de cabello tan rubio que se veía blanco, estaba herido y agotado, su armadura era plateada y llevaba una capa roja toda rasgada y mugrienta.

Parecía un noble caballero que había sido atrapado por estos hombres y ahora era humillado por los mismos.
- ¿Y lo rescataste madrina?- preguntó Roberto.
- Bueno mi amor, he pasado por muchas cosas, y una de ellas es que jamás debes sacar conclusiones sin antes conocer la verdad de la situación. No tenía idea de quiénes eran esos hombres y de por qué maltrataban a ese caballero, quizás se lo merecía, quizás era un ladrón malvado, quizás solo eran crueles y debían ser detenidos. Lo cierto, es que no sabía qué ocurría exactamente y por eso no podía simplemente intervenir.
- ¿Entonces, no hiciste nada?- preguntó el niño decepcionado.
- Escucha el cuento y lo sabrás- Flora continuó:

Escondida detrás de los árboles pude ver una escena espantosa: los hombres arrastraban al caballero ya desmayado del cansancio, y tras soltarlo, comenzaron a rasgar sus prensar, su capa roja, su armadura. Fue cuando divisé bien y pude contemplar, que el prisionero, no era un hombre caballero, sino una mujer, así que decidí intervenir, saliendo de mi escondite y caminando hasta quedar frente a ellos.

Cuando me vieron se rieron como si no creyeran su fortuna, pero al verme inmóvil y segura, uno de ellos gritó:
- ¡Es la bruja del bosque!

Todos se echaron para atrás, ya conocían las historias sobre mí, pero aun así continuaron con su atrevimiento.
- ¡Solo es una mujer! Nosotros somos cinco, ¿Qué puede hacernos?
- ¿No has escuchado las leyendas?
- No
- Acabó con un batallón ella sola, convertida en un lobo blanco inmenso, una bestia. También...
- Si, si, si..... ya escuché las historias.

Yo los miraba esperando a que terminaran de parlotear y se decidieran qué iban a hacer, y continuaban hablando como si yo no estuviera ahí.
- ¿Qué hacemos?- preguntó el más inseguro.
- Probemos a ver qué pasa.

Diciendo esto se acercaron a mí como si fueran lobos cazando su presa, y se abalanzaron. Y para defenderme levanté mi mano derecha, y tan solo lo hice todos gritaron y se echaron para atrás. Dejé mi mano arriba y ellos se miraron, se rieron y volvieron a atacar.

Entonces, hice un hechizo muy sencillo que siempre hago: de la tierra salieron enredaderas que comenzaron a atrapar a los hombres y enrollarlos por completo, a uno lo arrastró hacia el bosque tupido y los otros al ver la escena se asustaron y comenzaron a correr y a gritar como locos:
- ¡Bruja! ¡Bruja! ¡Salven sus vidas!

Solo que cuando me vine a percatar, la mujer caballero ya no estaba. Comencé a seguir su rastro y me llevó justo a ella, estaba arrastrándose lo más lejos que podía de mí.
- ¿Por qué madrina? La habías ayudado ¿No?- seguía Roberto que parecía estar muy interesado en la historia.
- Sí, pero aun así, al parecer ella no les gustaban las brujas.

Me quedé observándola mientras se alejaba de mí arrastrándose. La seguí como aquel que sigue a un niño pequeño que no sabe adónde irá, pero no la molesté, pues obviamente no me quería cerca.
- Necesitas ayuda..... ¿Lo sabes verdad?- le dije mientras la seguía de lejos acomodando algunas flores cerca.
Ella, que estaba muy mal herida, se acomodaba su armadura y se quejaba de sus dolores.
- ¿Desde cuándo no bebes o comes alimento alguno?- seguía insistiendo al verla tan mal, pero que va, ella sin fuerzas seguía huyéndome. Así que pensé que debía dejarla, pues se hacía más daño estando junto a ella.

Cuentos del Hada MadrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora