La princesa perdida

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Flora vigilaba siempre que nadie estuviera junto con los niños para aparecerse como un espíritu entre la luz de la luna. De lo contrario, se aparecía con un disfraz de mujer mayor, no quería que supieran que la hechicera del bosque mágico era la patrocinadora de todos ellos, por su propia protección.

Esa noche, ella no podía entrar porque la habitación donde todos dormía no dejaba de tener gente hiendo de un lugar a otro, y es que una de las niñas estaba desaparecida. Así que tuvo que esperar muchísimo tiempo para presentarse ante sus ahijados y contarles su historia.

Cuando al final todos se fueron y dejaron solos a los niños, Flora se coló por la ventana y apareció.
- ¡Hada madrina! - dijeron los niños.
- Shuuuuuu- los mandó a callar Flora pues hacía mucho ruido.
- Hada madrina, Laura ha desaparecido, nadie la encuentra.
- Ya lo sé mis niños, y se dónde encontrarla, descuiden. Ahora les contaré su cuento y luego me haré cargo.
- ¿La traerás de vuelta verdad?
- Haré todo lo que pueda...... pero ustedes no se preocupen, créanme, ya tendrán tiempo de hacerlo cuando sean adultos. Ahora a descansar.

Érase una vez, en un reino muy lejano, había una princesa a la que todos admiraban por su belleza e inteligencia. La joven era blanca y muy delgada, de ojos azules y cabello negro. Era muy tímida, le encantaba leer y por eso se pasaba horas leyendo sus libros.

Un día mientras leía plácidamente en una biblioteca, la pared que le quedaba a su derecha fue derrumbada, acabando con todo justo frente a ella

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Un día mientras leía plácidamente en una biblioteca, la pared que le quedaba a su derecha fue derrumbada, acabando con todo justo frente a ella. Y es que el reino estaba siendo atacado por un enemigo, y a base de cañonazos el palacio era derrumbado. Ella como siempre estaba en las nubes, sola por los pasillos y metida en sus historias, no se había percatado de nada.

Se asomó asombrada mirando hacia afuera por el hueco hecho en la pared y vio un enorme ejército atacando el palacio. Se asustó ante una mano que la tomó.
- ¡Vamos mi princesa! ¡Tiene que escapar!- le dijo una sirvienta.

La joven fue llevada por los pasillos, que eran atacados por el enemigo. Los muros templaban por las rocas lanzadas, ellas corrían al ver que algunos hombres corrían hacia ella. La sirvienta sabía bien por dónde ir, metiendo a la princesa por pasadizos secretos. Y corriendo entre ellos apareció uno de sus guardias, o "fieles" consejeros, que cuando tuvo a la princesa, la entregó al enemigo.
Pero su captura no duró mucho tiempo, pues caballeros de su padre aparecieron y comenzaron a pelear. La joven corrió y se coló por más pasadizos, y buscando el bosque terminó cayendo por un precipicio.

Al despertar se vio encima de muchas plumas blancas, parecía un colchón, pero de plumas enormes. Miró a su alrededor y las plumas se extendías mucho más, casi no podía ver bien puesto que apenas si se notaban algún rayo de luz en el lugar.
Se levantó y comenzó a caminar. La superficie era suave, y a la vez voluble. La princesa no tenía idea de lo que pudiera ser aquello.

Fue entonces cuando sintió que aquel piso o lo que fuera de plumas blancas, comenzó a moverse y ella a resbala y caerse. Las plumas comenzaron a elevarse y ella no tuvo opción que sujetarse de una de ellas y aguantar hasta que se evidenciara lo que era.

Oyó unos pasos gigantes y por fin, la luz del sol la sorprendió y con este un salto hacia el cielo. Se trataba de un ave gigante, de plumas blancas y que ahora comenzaba a volar. La princesa se lanzó pues no quería salir volando con aquella ave, y cayó en el césped, viendo cómo esta se alejaba.

Así fue como la joven se encontró en medio de un mundo muy extraño, lleno de aves gigantes. Siguió caminando y casi se cae para atrás del susto al ver un ave enorme estaba plácidamente durmiendo en un terreno. El animal casi cubría todo el lugar. Esta vez, sus plumas tenía colores llamativos. La princesa no podía quitarle los ojos de encima, estaba con la boca abierta. Miró hacia arriba al escuchar graznar otras aves en el cielo. Sintió unos pasos que temblaban en la tierra, se viró y fue cuando vio una de esas aves asomarse, mirarla fijamente y cuando se dio cuenta, tuvo que correr por su vida, pues el ave intentaba picotearla como si fuera un gusano.

La princesa comenzó a correr, y a esconderse entre los árboles de los alrededores, y así fue esquivando a la bestia hasta llegar a la misma cueva de donde había salido. Allí se metió y comenzó a escalar como pudo, hasta llegar al mismo pasillo.

Salió sofocada por el susto, y siguió caminando rápidamente hasta escuchar de nuevo los cañonazos. Estaba en shock, no sabía qué había ocurrido exactamente, cómo había un mundo de aves gigantes bajo el castillo. Pero no podía explicárselo a nadie, y escondiéndose entre los muros escuchó las voces de sus doncellas.
- ¿Dónde está la princesa?
- Está perdida.
- ¿La habrán matado?
- No lo se

La princesa intentó salir para estar con las doncellas, pero escuchó que eran detenidas por el enemigo y prefirió permanecer escondida. Escuchó los gritos de las jóvenes por ser llevadas. Siguió corriendo por el palacio buscando a su familia, o al menos una forma de salir. Se escondía detrás de las cortinas, en los pasadizos, en todas partes. El palacio estaba siendo destrozado a pedazos mientras el ejército de su padre peleaba por su reino.

Solo que para su desdicha fueron vencidos, y la princesa al ver esa situación, regresó al pasadizo, y de paso, al mundo bajo el castillo. Y allí se quedó. Aprendiendo a vivir entre animales fantásticos, conociendo seres raros, y sobreviviendo hasta que algún día, pudiera regresar a su reino.
- Pobre princesa- dijo una jovencita, Jennifer.
- Así es, prefirió quedarse en un mundo de gigantes que ser prisionera del enemigo.
- ¿Y no pudo regresar jamás?- preguntó Esteban
- Por supuesto que sí.

Pasaron tres meses para que la princesa decidiera volver a su palacio, y cuando lo hizo, se sorprendió que no sólo estaban reconstruyendo el palacio y su familia estaba a salvo, sino que la habían dado por perdida, y habían construido una estatua ...

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Pasaron tres meses para que la princesa decidiera volver a su palacio, y cuando lo hizo, se sorprendió que no sólo estaban reconstruyendo el palacio y su familia estaba a salvo, sino que la habían dado por perdida, y habían construido una estatua con su imagen para recordarla, como la princesa perdida....... Hasta que apareciera, claro.
Hace calor ¿Verdad?- dijo Flora e hizo un giro con su brazo, y en pocos minutos entró una fresca brisa por la ventana, que comenzó a vagar por la habitación- ya vamos a dormir niños, y no se preocupen por nada, encontraré a Laura, aunque quizás lleve algo de tiempo.

Los pequeños se acostaron más tranquilos, menos los más grandes que seguían algo preocupados. Flora dejó las ventanas abiertas por el calor, y luego se desvaneció con la luz de la luna.

Cuentos del Hada MadrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora