Cuentos del Hada Madrina

El castillo de caramelo

Eran días de fiestas navideñas, así que los niños estaban muy felices y esperanzados, pues sabían que podrían pedir todo tipo de deseos que su hada madrina los complacería.

Ella les había dicho que no fueran a exagerar, así que cada pequeño no pidió más de diez deseos.

Entre estos estaba tener una muñeca, un hada, vestidos, prendas, juguetes, caballos, incluso volar por las nubes, halas, un baile real, etc. Algunos deseos serían permanentes, como una muñeca o un vestido, pero otros como un caballo alado, tener un hada o uno en particular como lo era, comerse un castillo de caramelo de verdad, y cosas por el estilo, serían realizados hasta la media noche.

Cuando Flora llegó a la habitación, todos la rodearon y casi la tumbaron con los ojos llenos de expectativas.
- Está bien, está bien- les decía Flora sonriendo, vestida algo distinta esa tarde. Traía un vestido azul, lleno de diamantes, una capa brillante de un azul más oscuro, la cual, al retirarla de su cabeza, desvaneció.
- ¡Que hermosa estás hoy hada madrina!- le dijo Esteban.
- Gracias tesoro, ustedes también se ven muy elegantes. ¿Están listos para ver sus deseos cumplirse?
- ¡!!Siiiiii!!- gritaron todos saltando y aplaudiendo.

Ante los gritos, las nodrizas vinieron y los regañaron. Flora desapareció para no ser descubierta, mientras sus ahijados fueron mandados a acostar, y una vez que las mujeres se fueron, ella reapareció.
- Ya les he dijo niños, no hagan bulla.
- ¿Por quién empezarás?- le preguntó una joven susurrando.
- Por la mayor.

Hablaba de Letizia, una joven de 18 años que apenas si alzaba la voz, y entre sus deseos estaban un vestido violeta, pues era su color favorito.
- Ven, acércate- le dijo Flora con la mano.

La joven emocionada, junto con los demás niños, se acercó ante Flora, quien sacó una bufanda violeta que ella misma tenía en el cuello, y estirándola por ambos lados comenzó a alargarla y alargarla, y ancharla creando un vestido. Luego, como si fuera un humo violeta, este simplemente se colocó en la joven, y desde allí comenzó a transformarse en una nube violeta que rodeaba a la joven, creando un hermoso vestido de ese color, lleno de diamantes, encajes y prendas acorde a su pedido.
- ¡Waaoooo!!- exclamaban los niños alborotados.
- Zzzzzzz- nos van a descubrir otra vez- les decía Flora.

Letizia también había pedido un libro en particular y encontrar a su "amor verdadero", así que Flora les mostró su espejo mágico y allí le descubrió a un joven que aún no había conocido pero que algún día iba a ser su pareja ideal. Le dijo entonces, que la llevaría a conocerlo.
- Fu, fuuuuuu!- les decían los niños para molestarla.

Le seguía Dolores con 17años, que había pedido volar en un caballo alado, así que Flora le dijo que afuera la esperaba alguien, y saliendo por ventana pudo ver a Scott, un caballo negro y blanco que siempre le servía a Flora cuando esta lo necesitaba. Y una vez en su montura, todos vieron cómo la joven se elevaba hacia las nubes a dar un paseo hasta la media noche.

Después era Sofía con 13 años; pidió vestidos hermosos, prendas, zapatos y cosas para presumir, y cuando vino ante Flora, esta cogió un pequeño escritorio y lo transformó en un closet enorme, que ocupaba casi toda una pared, y al abrirlo, la joven pudo ver muchos vestidos y todo tipo de trajes para lucir hermosa. También pidió un perro danés, el cual entró por la puerta como si nada.
- Ahora hay que ver si las nodrizas te dejan conservarlos- le dijo Flora a la joven.

Y así sucesivamente les siguieron todos los ahijados que eran 14 en general, las mayores eran todas mujeres, pues la bruja de la cual Flora se los arrebató, las buscaba de esa edad para rejuvenecerse, y a los más pequeños para tenerlos para ella. Pero esa es otra historia.

Así mismo, cuanto más pequeños eran los ahijados, más deseos pedían, y más difíciles también, por eso, algunos parecían imposibles de cumplir, como era recuperar a sus padres, revivir al perro del vecino o desaparecer a los gnomos.