Ángeles

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Otro día más terminaba en el Reino, y los ahijados de Flora se acomodaban para dormir. Una de las señoras que los cuidaba los atendía y los mandaba a acostar.

Esta señora se llamaba Chiqui, quizás cualquier pudiera escuchar ese nombre y pensar que se trataba de alguien pequeño, pero lejos de la verdad, esta mujer era enorme, tan grande que tenía que doblarse para pasar por la puerta, con la cual chocaba muy a menudo, sobre todo si estaba enojada regañando a los niños traviesos.

Y una vez que se retiró y apagó las velas, la luz de la luna se reflejó y con esta, Flora.
- Buenas noches niños.
- Buenas noches hada madrina.
- ¿Ya están listos para escuchar su historia?
- ¡Siiiii!
- Yo quiero escoger el cuento hoy- dijo Laura la más pequeña de todos.
- ¿Ah sí? ¿Y cuál sería ese?
- No sabes un cuento sobre Gigantes?
- Ahhhh, si, si- a los niños les gustó la idea.
- Bueno, tengo una parecida.

Había una vez en un reino donde la magia estaba prohibida, un rey ordenó acabar con todos los seres mágicos que habitaran la tierra. Para eso convocó un ejército innumerable de guerreros entrenados especialmente para eso, incluso se unió a otras naciones para aumentar su poder y acabar con todo aquello relacionado con la magia.

Primero atacó a los dragones, y aunque no pudo destruirlos a todos, destruyó un buen número de ellos. Le siguieron los unicornios, hadas, hechiceros de todo tipo, sin importarle si habían cometido crímenes o no.

Todos los seres mágicos huían del gran rey invasor, y aquellos pocos que se les enfrentaban solos eran quemados. Es por eso razón, que las pocas brujas que quedaban se reunieron para unir sus fuerzas y poderes y combatir al enemigo en común. Buenas y malas, todas las hechiceras se reunieron conjuraron un hechizo único en todos los tiempos.

Las brujas hicieron un círculo alrededor de unos símbolos dibujados en el suelo y tocando sus tótems, convocaron protección extrema.

Del más allá eres
Del más allá vendrás
Revela tus poderes
Y mi enemigo caerá

Diciendo esto el cielo tronó y las nubes comenzaron a girar en espiral por todas partes, y de su centro se vio caer criaturas aladas enormes. Cayeron de un salto con la rodilla y la mano derecha en el suelo, levantaron sus alas y se irguieron ante el enemigo.

Estos seres eran tan grandes como árboles frondosos. Se trataba de ángeles, mujeres bellas y poderosas, con armaduras doradas, alas de varias formas, colores y gigantescas.

Solo que no eran pocas, habían cientos de ellas, y tan solo cayeron unas cuantas, se pusieron una a lado de la otra y se prepararon para atacar.

El ejército del tirano quedó estupefacto con lo que veía, pero aun así, el invasor les ordenó lanzarse a pelear. Y ellos cumplieron con las órdenes, así que una masa enorme de guerreros cargó contra los ángeles quienes también se arrojaron a pelear.

Las gigantescas mujeres corrían y con sus pasos hacían temblar la tierra, haciendo saltar a los hombres enseguida y sin poder avanzar. Algunas llevaban espadas, otros mazos de hierro, y otras más, cadenas. Cada cual con su arma y armadura atacaba firmemente barriendo con los hombres como si fueran escombros.

Algunas fueron derrotadas por el sin número de guerreros que se les lanzó encima, pero la mayoría arrasaron con el ejército haciéndolos huir.
- ¿Y qué pasó después? ¿Se quedaron para cuidar a las brujas?- preguntó Estela.
- No, alzaron sus alas y se elevaron hacia las nubes, volviendo todo a la normalidad como si nada hubiera pasado, y dejando esos momentos como un pequeña y muy rara leyenda.
- ¿Y el rey invasor? ¿Siguió acabando con la magia?
- No, se acabó su reinado, cada bruja volvió a su hogar, en una tregua de un año, y aunque la magia no se había acabado, tal parecía que sí, pues apenas si veía a una hechicera o ser mágico.

Aún se cuenta que esos ángeles siguen ahí, como gigantes resguardan el cielo, para un día en el final de los tiempos, venir a combatir nuevamente.
- Hada madrina..... ¿Tú estuviste ahí?
Así es.
- ¿Quién eras entonces?
- Una de las brujas blancas por supuesto. Aunque en ese momento, estaba muy vieja, la verdad........ bueno, que descanses mis niños.

Los niños se acostaron a dormir, Flora miró hacia el cielo y se quedó algo pensativa, miró a los pequeños durmiendo y como una brisa plateada, se fue.

Cuentos del Hada MadrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora