Cuentos del Hada Madrina

Mi mejor amiga

- ¿Hada Madrina?- preguntó Laura.
- ¿Sí?- contestó Flora
- ¿Has tenido muchos amigos..... quizás alguien especial?
- Ya lo creo- dijo la hechicera intentado recordar el sin número de amistades que había tenido tras los siglos que recordaba.
- ¿Yyyyyyy?- insistía Laura al verla vagar en su memoria.
- Ah, si...... bueno, precisamente me hiciste recordar a una persona que sigo de cerca en estos momentos, aunque no tan cerca como quisiera. Ella es mi mejor amiga, podría decirse que es como mi hermana, se llama Elizabeth. Acaba de dar a luz a su hija Ela, y no he podido ir si quiera a conocerla.
- ¿La vas a adoptar igual verdad?
- Bueno, claro, si me acepta, seré su hada madrina también.......!Cielos!- dijo abriendo los ojos ante tantas vidas en su custodia
- ¿Ya están todos listos?- preguntó la bruja que esperaba a que los pequeños se acomodaran.
Y cuando todos estuvieron acostados comenzó a contar:

Érase una vez una pequeña niña con dones especiales...
- ¿Eras tú?- interrumpió Laura.
- No empieces a interrumpir a la madrina- le dijo Lorena a Laura que siempre interrumpía en las historias. Flora continuó:

Esta niña le fascinaba irse al bosque sola a disfrutar de la naturaleza, y de paso, a descubrir poderes que no recordaba que tenía. Corría hacia el bosque riéndose y disfrutando de lo que veía. Escuchaba lobos a los lejos pero aun así no se asustaba.

Entonces veía un árbol enorme frondoso y lleno de vida y se sentía atraída como un imán.
El árbol lucía hermosas flores blancas y amarillas que además estaban caídas en la hierba verde. La niña lo abrazaba y sentía como si respirara, como si le hablara, como si fuera parte de él.
- ¿Estás hablando de ti, Madrina?¿Verdad?- le preguntó Lorena.
- Si...... si es cierto- dijo bajando la vista. No se había dado cuenta que estaba contando enternecida en sus recuerdo de la niñez.
- shuuuuuu, no interrumpas a la madrina- dijo Laura con ironía.
Flora sonrió y continuó:

Sentada al pie del hermoso árbol cerró sus ojos y sintiendo la energía de todo el lugar, divagó en esa sensación, y al abrirlos vio cómo las flores que estaban en la hierba flotaban a su alrededor.

Eso le fascinó, era lo más bello que había visto hasta entonces. Tocó una flor y la elevó y así comenzó a girar en el lugar, y al hacerlo, todas las flores que estaban a su alrededor flotando comenzaron a hacer una espiral a su alrededor. Niña al fin, se reía como loca y giraba disfrutando de esa sensación.
- ¿Yo podría hacer eso?- escuchó una dulce voz y se paró al instante.

La pequeña hechicera no dijo nada, se quedó como petrificada esperando una reacción.
- De verás es hermoso lo que estás haciendo- siguió la niña.
- Tengo que irme- dijo la maga corriendo hacia su casa.
- ¡Espero que volvamos a vernos!- gritó la niña desconocida mientras le decía adiós, e intentaba hacer que las flores giraran a su alrededor también.

La pequeña hechicera la observaba de lejos y sonreía al verla intentando hacer lo mismo, pero jamás pasó.
Pasaron los días y la brujita regresó al árbol e hizo lo mismo.
- ¿En serio? .......No me dirás cómo lo haces?
- Deja de hacer eso.
- ¿Qué cosa?
- Asustarme.
- Oh, lo siento. No es mi intención..... me llamo Elizabeth.
- Yo .... Flora.
- No me enseñarás cómo lo haces ¿Verdad?
- Jaja. No es tan sencillo. La verdad es que salió solo. Verás...

Así la brujita le contó sus experiencias y cuando se dio cuenta, tenía una gran amiga. Una maravillosa compañera de juegos, de vida, de escuela, hasta de castigos. Juntas crecieron y compartieron toda una vida juntas, hasta que bueno..... tomaron caminos diferentes.

En una ocasión Elizabeth se perdió en el bosque. Había ido a nuestro encuentro para jugar, pero ante los aullidos de lobos cerca se asustó tanto que corrió sin rumbo y se perdió. Todos comenzaron a buscarla. La brujita estaba encerrada en la casa y no la dejaban salir. Entonces, por alguna razón se le ocurrió que si seguía el aullido de los lobos, la encontraría, y así lo hizo.

Después de que sus padres la vieran por última vez, se escabulló por la ventana y siguió el sonido de los lobos, los sentía cada vez más cerca, pero aun así seguía caminando, algo le decía que su amiga estaría por allí.

Continuó y llegó a una cabaña. Elizabeth estaba sentada en un sillón, meciéndose, como hipnotizada. La brujita se acercó y la llamó sacudiéndola:
- ¡Elizabeth!! Elizabeth! Despierta, tenemos que irnos.

En eso escuchó unos gruñidos a sus espaldas, y para su horrible sorpresa, estaba rodeada de lobos. Ella estaba horrorizada, pero aun así, tuvo el valor de seguir llamando a su amiga. Y como esta no reaccionaba la tomó de la mano y comenzó a caminar con ella.

Los lobos sólo la miraban, no se movían, de vez en cuando aullaban, lo que hacía que la brujita diera un brinco por el susto, pero sólo eso. Ella llevaba a su amiga, y los animales sólo la observaban como lo hacían.

Por el camino, la brujita sacudió a su amiga una vez más quien no daba de sí, entonces la llevó al pie de su árbol favorito e invocando su energía, hizo que las flores y las hojas se alzaran y comenzaran a girar en forma de espiral alrededor de ella y su amiga. Y mirando las hojas moverse, Elizabeth despertó.
- Por fin las veo girar a mi alrededor- decía como una boba mirándolas.
- Jm, aún estás dormida. Amiga.... Que susto me has dado.

Diciendo esto la brujita la abrazó, la había encontrado y hecho despertar de su encantamiento. Esa fue la primera vez que ayudé a mi amiga y le prometí que siempre la ayudaría.
- ¿Y la has vuelto a ver?- preguntó Esteban.
- Si, a veces, cuando voy a visitarla puesto que ella vive muy lejos y no tiene formas de venir a verme, no es muy adinerada, pudiera decirse.... - Pero cada vez que puedo la visito.
- Suenas algo triste- dijo Laura conmovida.
- Si... la verdad, me gustaría que fuera algo diferente, eso es todo... bueno a dormir mis pequeños.
- ¿Qué cuentos nos harás mañana?- preguntó Esteban.
- Mañana será otro día..... ya veremos.

Y apagando la vela se retiró, miró al cielo y sonrió........... tenía un viaje que hacer.