El más bello rostro

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Esa noche, mientras Flora acomodaba a sus "niños" a dormir, una joven no parecía muy interesada en sus cuentos infantiles.

En vez de eso, prefería estar en el balcón mirando hacia afuera. Ya le habían llamado la atención para que se fuera a dormir, pero estaba ensimismada mirando para el balcón del frente.

Flora acomodó a los niños, y percatándose de que la joven aún seguía afuera sin hacer caso a las advertencias, se sentó sabiendo qué tipo de cuento haría esta vez.

_Hoy les contaré una historia de amor ¿Les gustaría?
_Ah, no, que asco_ dijo Laura, que era una de las más pequeñas de sus ahijados.
_No quieren ¿Por qué? El amor es muy lindo ¿Saben?
_ Sí, pero comienzan a besarse y esas cosas, no sé cómo pueden hacer eso, es asqueroso _seguía Laura.
_ Bueno, en ese caso.....
_ Si hada madrina, ¿Por qué no?- les dijeron algunas de las jovencitas que estaban allí también. La que estaba en el balcón, volteó la cabeza por curiosidad. La bruja continuó.

Érase una vez un joven pueblerino al que todos admiraban, no sólo porque era cortés, trabajador y buena persona, sino porque además llamaba mucho la atención por su belleza. Ningún hombre de ese pueblo presumía de semejante virtud, siendo la envidia de muchos y el anhelo de muchas otras.

Un día aparecieron en el pueblo dos personas encapuchadas muy extrañas. Se trataba de un mago y su hija. Estaban de paso por aquel lugar y se dirigían a comprar unas prendas y comida, cuando el joven trajo algunas frutas al mercader que les vendía a los extraños.

Fue cuando la hija del hechicero quedó pasmada con la belleza del joven y lo quiso para ella. El padre al comienzo no quería, pero a insistencias de la joven, el hombre accedió a que lo conociera.

Fue así que a la anochecer, el joven cuando fue a cerrar las ventanas de su casa, vio al mismo hombre extraño encapuchado en las afuera de su casa, lo miraba fijamente, inmóvil, como esperando alguna repuesta.

El joven se extrañó, pero igual cerró sus ventanas, no obstante, sintió curiosidad y se asomó, volviendo a ver al extraño en la misma posición sin mover un músculo. El muchacho decidió salir y enfrentarlo, a ver qué quería.
_¿Puedo ayudarlo en alguna cosa señor?_ preguntó el joven.

El hombre no dijo nada, seguía inmóvil mirándolo fijamente. El joven miró hacia un lado y hacia otro, y cruzó los brazos esperando una respuesta.
_Señor, le pregunté si.......

Detrás del hechicero salió un humo negro que comenzó a desplazarse hacia el joven, quien asustado comenzó a correr, pero el humo que inició suave de un salto llegó al muchacho, desapareciendo al instante y apareciendo en una pradera de girasoles.

Comenzó a caminar entre las flores y fue cuando vio a la joven encapuchada de espaldas. Él se quedó parado esperando algún tipo de truco de su parte, dando un paso atrás lentamente e intentando irse. Abrió sus ojos del susto cuando vio venir una brisa de su lado derecho que hizo bajar la capucha de la joven, quien se había volteado hacia él.

En eso descubrió una muchacha de ojos grises, cabellos negros hasta el suelo, muy hermosa.

Ambos se quedaron mirando sin decir nada, el viento seguía moviendo los cabellos de la joven, sus ropas y las plantas a su alrededor. Ella comenzó a acercarse a él sin dejar de mirarlo, hasta que terminó besándolo, él le respondió el beso y en eso se quedaron un rato.

_ Jajajajaja, ¿Qué hacen bajo las sábanas? _preguntó Flora a las niñas más pequeñas que por vergüenza estaban bajo sus sábanas. La joven que estaba en el balcón se había sentado en su cama y ahora escuchaba la historia con las manos en el mentón _¿Continúo con el cuento?
_ Sí, sí, claro que si - Decían las jóvenes.

Estaban los dos besándose cuando apareció el padre de la joven bruja y los separó de un alón, cayendo ambos tendidos en el suelo. El hombre sin decir nada dirigió su bastón hacia el muchacho, y su hija se puso delante, cayendo la magia sobre ella y convirtiéndola en un amuleto.
_ ¡Noooooo!- gritaba el hombre arrodillándose cogiendo la prenda.

Mientras el joven aterrado corría por su vida. Aún no sabía muy bien qué estaba ocurriendo, solo sabía que tenía que huir para salvarse, pues temía que aquel hombre hechicero le hiciera algo peor que a su hija. El joven corrió y corrió, hasta que ya no pudo más, y escondiéndose entre arbustos pasó la noche entristecido.

Al día siguiente, vio un camino hacia la gran ciudad y pensó que quizás allí el brujo no se atrevería a aparecer, pues la magia era severamente castigada. Y por eso, mirando el camino hacia su casa, siguió la vereda contraria.

Así llegó a la gran ciudad, sin absolutamente nada. Pero al llegar notó que llamaba la atención, todos lo miraban, no sabía si por extraño o por qué. Solo sabía que había mucha gente, parecía que esperaban alguna cosa, y si, esperaban a que la realeza pasara, y ahí estaba, una hermosa princesa llevada por varios hombres grandes y corpulentos, llena de lucros y riqueza.

La princesa lo vio, y no pudo apartar los ojos de él, incluso cuando quedó de espalda la caravana, se volteó para seguir mirándolo. Aquellos que lo rodeaban lo observaban curiosos por aquel que había llamado la atención de la realeza.

El joven siguió su camino, pero fue sorprendido por los guardias del rey, llevado a la corte y puesto de rodillas frente a él.
_¿Quién osa ofender a mi hija?- gritó el monarca mirando al joven.
_ ¿Ofender? No alteza, jamás. Por favor, perdóneme la vida.
_El pueblo entero habla de que mi hija no pudo apartar los ojos de ti, incluso se volteó y te siguió con la mirada. Y no ha dejado de hablar de que tu ojos, de que esto y aquello.
_ Lo siento mi rey. Me iré y no regresaré jamás. Lo juro.
_ Mi hija está comprometida y esto es un escándalo, vete y no regreses jamás, o quemaré su bonita cara.

El joven no sabía qué hacer con su vida. Tenía miedo de regresar por el hechicero, y no podía quedarse en la ciudad, así que muy triste se fue a las afueras todo sucio, hambriento, se sentó en una fuente a mirar su rostro entristecido, pues más que dicha, este le había causado muchos problemas.

Sacó una daga de su pantalón y lo alzó hacia su semblante como para picarlo, pero fue interrumpido por una voz dulce que le decía:
_Eso sería una lástima...... y un sacrificio innecesario además.

La voz venía del agua de la fuente, era la joven hechicera que se reflejaba. El joven se retiró para atrás asustado, mirando por si ella estaba detrás suyo, pero no encontró a nadie.
_Siento mucho lo que viste entre mi padre y yo _se escuchaba la voz en el agua, el joven se fue acercando lentamente _pero eso pasa constantemente entre los dos, te lo aseguro. Son trucos de magia, nada más...... en serio. Por favor, regresa a tu hogar, nada malo va a ocurrirte, te lo prometo.

El joven no tenía muchas opciones, y con mucho temor regresó a su casa. Al llegar se dio un baño deseado, se preparó comida y se acostó a dormir. Se despertó temprano ante unos golpes en la puerta.

Al asomarse se asustó al ver que se trataba del hechicero. Tenía que abrir, si lo hubiera querido atacar no hubiera ni tocado la puerta ¿No? Así que lo invitó a pasar.

El brujo se bajó la capucha y comenzó a hablar, le ofreció disculpas por lo ocurrido y lo invitó a ver a su hija de nuevo. Él siguió hasta el punto de encuentro y ahí estaba ella, caminando entre el césped, parecía nerviosa pues hacía un surco de un lado a otro. Después de saludarse y hablar un rato, quedaron en volverse a ver de nuevo, pero esta vez sin padres celosos ni peligro en convertirse en un amuleto.

_ ¿Pero se quedaron juntos no?- Preguntaba una jovencita
_Sí, creo que sí. ¿Les gustó el cuento?- algunos pequeños ya dormía aburridos por la historia.
_ A nosotras sí hada madrina _contestaron las jóvenes.
_Siiiii, no todo puede ser para los más pequeños ¿No?..... descansen.

Cuentos del Hada MadrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora