Capítulo 25

549 57 3
                                    

Adam aún no respondía mi mensaje y aquello me ponía de nervios.

Todo lo jodes Claire Brouss, T-O-D-O.

Suspire pesadamente y até mi cabello. Tomé mi lápiz labial... lo miré detenidamente y lo lancé al tocador tomando mi celular para bajar e ir a la cafetería con Debby, quien ya me esperaba.

—¿Nos vamos? —pregunté al bajar el último escalón.

—Tenemos vacaciones hasta el lunes —dice sonriendo y arquee una de mis cejas—. Mis tíos fueron a Dallas, pero no te preocupes, aquí me dejaron tu paga.—sacó un sobre blanco y me lo entregó.

—Oh... bueno, que pena que no me despedí de ellos.

—Fue algo imprevisto, lo decidieron ayer por la noche.

Asentí buscando a mamá y Mildred, no estaban por ningun lado así que pregunto a Debby por ambas, era raro que mamá no estuviera despierta a esta hora.

—Se encuentran en la habitación de Regina...

—¿Está mal mamá? —pregunté alarmada.

—No, tranquila —me responde levantándose del sofá—. ¿Qué pasó con Adam?

Rodé los ojos y caminé a la cocina para desayunar algo de cereal.

—No ha respondido mi mensaje.—saqué leche del refrigerador y el cereal de la alacena.

-Vaya, debe estar muy molesto

—Soy una idiota.

—Sólo un poco.

—Qué linda, muchas gracias —respondí sarcásticamente.

Mamá y Mildret entraron a la cocina. Mordí mi labio inferior que ya comenzaba a temblar. Mi mente comenzó a sacar sus propias conclusiones, por ejemplo; la operación no funcionó, las quimioterapias la están acabando aún más y todo sigue igual.

Me acerqué a ella y la abracé fuerte.

Estaba a punto de derrumbarme con ella y suplicar a la vida que la dejara conmigo para siempre, si eso fuera posible.

No somos eternos, pero en ésta situación; de verdad yo anhelaba tanto aquello.

—¿Qué sucede? —preguntó acariciando mi espalda.

—Nada —susurré en su hombro.

Se separó un poco de mí para verme a los ojos.

—Te amo, Claire.

Mi corazón se oprimió y las lágrimas corrieron por mis mejillas.

Mildred quien observaba la escena comenzó a sollozar.

En ese instante, cada una de nosotras; pedíamos en silencio por un milagro.

El pasado diagnóstico de mamá no era del todo bueno, no daba demasiadas esperanzas. Sin embargo, seguíamos luchando.

...

—¡Eso es trampa! Maldita sea —espetó Debby.

Nos encontrábamos jugando a las cartas después de la cena, y ya iban tres partidas en las que yo ganaba.

Debby era tan mala en el juego tanto como al servir café.

—Aprende a perder Debby -dijo Mildred.

—Esto es injusticia de verdad.—sirvió más limonada en su vaso y me miró frunciendo el entrecejo—. ¿Quién te enseñó a jugar?

-¡—Pues yo, está claro -responde mamá. Ella había ganado una partida, pudieron haber sido dos, pero ésa me la regaló a mi.

—Agradece que no estamos jugando con dinero de por medio, me quedaría con toda tu paga.—alardeé y Mildred asintió dándome la razón.

Luz Roja #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora