Luego de la clase de deporte mixta en la que todas querían formar equipo con Eros —Lily tuvo prioridad por ser su "algo"— regresando hacia los vestuarios me topé con el pelirrojo de frente. Esquivé sus ojos durante bastante tiempo porque cada vez que nuestras miradas se encontraban me sentía expuesta frente a él, desnuda ante su presencia.
Una vez más, debimos tener un encuentro en el momento menos oportuno. Los estudiantes deambulaban por los pasillos del instituto, pero al menos algunos de ellos iban distraídos en sus asuntos.
Acabamos en una acalorada discusión. No de las buenas, claramente.—Para ti soy solo un juego. Soy eso que sabes que no puedes obtener, que está prohibido porque no puede ser y por eso es que llamo tu atención, Eros. —manifesté agotada. Últimamente no podíamos llevar las cosas a un nivel más amigable.
Se aproximó hasta que su rostro quedó muy cerca del mío. Admiré las tonalidades entre marrones y verdosas de sus ojos. Aquellos destellos dorados hipnotizaban si los admirabas durante mucho tiempo.
Mi pulso se aceleró notablemente debido a la cercanía de su cuerpo junto al mío.—Nada está prohibido para mí contigo, como lo era al inicio, ya que traspasamos una barrera, te guste o no. Si quiero algo voy a conseguirlo cueste lo que cueste, pero todavía no me conoces ni un poco, bizcochito —susurró cerca de mi boca con su aliento mentolado —. ¿No crees que me estás juzgando bastante rápido? No eres ningún trofeo como para competir para ver quién se queda contigo al final.
—Es por eso que...
Fuimos interrumpidos por los susurros de los estudiantes a nuestro alrededor. Me preocupé por la atención innecesaria que estaba tomando el asunto, pero la realidad era que se veía lejos de ser así.
Los estudiantes observaban a un punto fijo detrás de mí y murmuraban entre ellos asombrados.
Visualicé el escenario cuando volteé mi cabeza hacia el dueño de tanto alboroto.
Keelan se aproximaba desde las puertas de ingreso, con su postura naturalmente altiva, su ceño fruncido y el rostro inexpresivo pero con definiciones tan perfectas.
Aún desprendía esa aura misteriosa y su apariencia de "me vale mierda el mundo". Sobresalía entre el resto al igual que el pelirrojo, eso era algo notario y característico de ambos.
Vestía pantalones negros ajustados, botas del mismo color y su camiseta celeste con la frase "Jódete" resaltaba su tonificada figura y sus ojos claros.
Observaba hacia el frente sin reparar en los demás jóvenes que parecían conmovidos por su repentina presencia.Todo parecía ocurrir en cámara lenta, mi sorpresa y la de Eros fue inmediata.
Simplemente... Magnífico.
Debía verme tan estúpida como el resto.
Keelan se dirigió hacia el despacho del director abriendo la puerta como si acabara de llegar a su casa, y luego desapareció entre el bullicio generado hacia su persona.—Cierra la boca o te entraran moscas. —susurró Eros a mi lado en voz baja.
—Es que... —desconecté de mi trance por un momento para notar al pelirrojo a mi altura, concentrado en el lugar donde había estado su amigo.
—Lo sé, tiene tanta soltura... —pareció impactado en la forma de Keelan para hacerse notar sin pedirlo.
—Exacto. —repuse sin más. Sonreí inconscientemente porque tener a Keelan entre los pasillos nuevamente se veía imposible, dada la situación que estaba atravesando.
Eros enfocó su vista en mí, receloso. Presionó su mandíbula en un mínimo gesto que pude notar gracias a la cercanía entre ambos. Esperé a que hablara ocultando la felicidad que me provocó la situación, alterando mis sentidos.
—Nos vemos por ahí, después regreso.
Sin pensarlo dos veces, se dirigió rumbo al patio del instituto, perdiéndose entre los estudiantes. Quedé asombrada por el gesto que acababa de presenciar, mas sabía que se debía a mi causa y me culpaba por ello.

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PERFIDIA
أدب المراهقينAlguien me dijo una vez que las personas somos despiadadas y crueles por naturaleza. Que aunque no lo quisiéramos, siempre lo llevaríamos con nosotros. Que de algún modo, una pequeña porción en nuestro inconsciente actúa injustamente gozando las de...