capítulo 15

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Besos y caricias que comenzaron como un juego habían tomado un rumbo diferente junto al rubio, en su habitación. Todo había iniciado de manera pacífica, estábamos bromeando entre nosotros, él estaba apretando mis costillas en tanto yo reía y le suplicaba que se detuviera.
Y cuando lo hizo, nos observamos intensamente. Él con su mano en mi cintura y yo sobre su pecho. Nos tomó segundos ser conscientes del momento.
Ahora la situación era una completamente diferente.
Déjame decirte que yo era virgen. Parecerá cliché, pero un pequeño detalle: sí había tenido parejas. Simplemente jamás crucé esos niveles por la falta de confianza. Aunque para ser honesta, ganas no me faltaban.
Volviendo al momento donde las neuronas comenzaron a gritar: ¡follaremos!
Regresamos al contacto de nuestras bocas cuando me deshice de las prendas de Keelan y él hizo lo mismo con mi camiseta y tejanos. Claro que me mostré nerviosa, quedé solo en mi ropa interior color negro. Me alivió saber que había hecho una buena elección y mi cuerpito lo agradecía.
Tomé una respiración profunda, cuando el rubio agarró mi mano y le dió un beso observándome directo a los ojos. Me subí a horcajadas sobre él.
Su cuerpo, ¡oh Dios! Hice un camino hacia los músculos definidos y duros de su pecho y abdomen repartiendo pequeños besos.
Sentí su dureza cuando moví mis caderas lentamente provocándolo.
¡Joder! Ya me sentía tan caliente como una pava en ebullición. Puso una mano sobre mi cuello profundizando el beso.

—Oye, Keelan, tengo que contarte...

La puerta fue abierta por nadie más ni menos que Eros, quién abrió su boca sorprendido. Di media vuelta y me sentí como la niña del exorcista al girar mi cuello para observarlo.

—¡Vete! —grité espantada.

Se quedó estático en su lugar, con la mano todavía en el pomo. Pestañeó varias veces hasta que reaccionó y salió de su trance.

—Pero los ojos están hechos para mirar, ¿no? —cuestionó achinando sus ojos.

Observé a Keelan arrugando mi frente. Él elevó sus hombros restándole importancia al asunto, como si la situación ya se hubiera presentado con anterioridad y fuera normal entre ellos.

—¿Saben que los tríos tienen muchos beneficios? Satisface a todas las partes involucradas, ¿porque no me invitaron? Ya sabes, yo debajo... —me inspeccionó con un gesto provocativo a la vez que seguía hablando. Me sentí expuesta por completo ante sus ojos.

—¡Eros, esfúmate! —grité señalando la puerta sintiendo cómo el calor se apoderaba de mí.

—¿Alguien mencionó un trío? —el rostro de Zhein se asomó por la puerta. Analizó la situación haciendo cálculos mentales—. Oh, yo diría un cuarteto.

Abrí mis ojos y boca a punto de explotar.

—No. —lo cortó Eros—. Tú estás fuera del juego, juro que si llegas a tocarle un solo pelo... —lo observó desafiante apuntándolo con el dedo.

—Yo me encargaré de cortarte las pelotas —terminó su frase Keelan, todavía sosteniéndome por la cintura, elevando las sábanas para cubrirme.

Los seis pares de ojos me observaron detenidamente. Juro que me vi envuelta en un desastre y quise que la tierra me hundiera enviándome bien lejos.
Me bajé del regazo del rubio siendo consciente que había despertado su deseo y había muerto en ese mismo instante, en esa situación.

—Te dejaremos sola un momento —habló Keelan sonriendo para darme mi espacio, poniéndose de pie y tomando sus jeans. Plantó un beso en mi mejilla, me guiñó el ojo y llegó hasta su amigo y hermano echándolos fuera. El pelirrojo envió un beso al aire antes que la puerta fuera cerrada.

Llevé mis manos a mi rostro avergonzada. Me vestí rápidamente dirigiéndome a la sala de estar, pasando antes por la cocina.
Oculta detrás del muro que separaba los dos ambientes escuché la conversación entre padre e hijo.

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