capítulo 16

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Desde mi puesto, visualicé en mi memoria la figura de Keelan en la clase de Teatro y me pregunté: ¿Qué podía perder?¿Cómo sería el desenlace de mi historia?
Recordé el mensaje del rubio horas después de sugerirle un avance en nuestra "relación". Tal vez llevar las cosas un poco más allá reforzaría el vínculo que se había creado entre los dos.

«No me siento preparado».

Estaba molesta, pero debía ponerme en su lugar. Seguramente todo era demasiado confuso y complicado para él en el tiempo que pasó desde el "accidente".
Pero: ¿Tanto había jodido su cabeza aquello?

—Ariadna, ¿que te hizo el pobre cartel para que lo maltrates a pinceladas de esa forma? —la voz de Michael, el encargado de la escenografía, interrumpió mis divagues. Despegué mis ojos del punto fijo tras bambalinas y los enfoqué en el dibujo que acababa de arruinar.

—¡Dios, qué torpe soy! Lo siento mucho, lo voy a resolver de inmediato.

—Déjalo así, ya llevas más de cinco intentos fallidos —señaló un lugar al fondo donde habían botes de pintura vacíos y cartulinas estropeadas por mí.

—¡Finn! Cómo vas con los adornos, ¿necesitas ayuda extra? —le cuestionó a un chico delgado de tez pálida que cargaba dos grandes cajas en sus manos mientras hacía maniobras para acomodar sus lentes. Cuando el susodicho reparó en mi presencia, negó efusivamente con la cabeza y se apresuró para retirarse a su puesto.

Yo hubiera actuado como él, la verdad es que esto no era lo mío.
Michael se rascó la nuca pensativo.

—Tal vez podrías chequear que todo esté en su lugar, ¡sí, eso! —su tono tratando de sonar amable y enérgico a la vez junto a los golpecitos en la espalda para darme ánimos hicieron recobrar fuerza a mis palabras anteriores.

Asentí con poco entusiasmo y comencé a recorrer el lugar hasta quedar en el escenario principal frente a las butacas. Silencio absoluto.
Debía hacer a un lado mis dudas respecto a Keelan. Tal vez, simplemente lo nuestro no era permanecer juntos, mas no soportaba la idea en mi cabeza.
Cerré mis ojos y los abrí de golpe cuando distinguí una sombra negra moverse entre los asientos.

—¿Quien anda ahí? —pregunté con la voz temblorosa. La silueta inmediatamente dejó de moverse y quedó de espaldas. Pronto el ser de otra dimensión comenzó a descender para esconderse, como si no lo hubiera visto.

—Nadie —respondió el desconocido a lo lejos.

Al menos pude comprobar que se trataba de una persona.
Observé hacia arriba para armarme de paciencia.

—Si no fueras nadie no estaríamos teniendo esta extraña conversación —sugerí con obviedad arrugando la frente.

—Supongo que estás en lo correcto —se asomó mostrando su excéntrica cabellera para nada similar a las demás.

—Eros —susurré exhalando el aire contenido. Alcé una ceja mostrando mi confusión cuando decidió aproximarse subiendo los escalones hasta quedar en el escenario.

—Venía a pedir el consejo de Linette. Sé que escribe buenas obras para las presentaciones y necesitaba de su ayuda con un discurso que estuve practicando. —sonó poco convincente mientras sus peculiares ojos se desplazaban por todo el sitio.

Ajá. Sabíamos qué significaba aquello, y seguro que todo, menos eso.

—Supongo que está al final del pasillo con su cuaderno, decidiendo qué personaje sufrirá al final —le indiqué haciendo una expresión de: me estás viendo la cara.

—Me pregunto porqué siempre que te encuentro andas en tus dilemas internos.

—No es nada de eso. —me adelanté sonando poco convincente.

PERFIDIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora