Con el suceso de Keelan, las cosas habían tomado un giro de 360 perfectos grados. En el instituto se podían oír desde algunos susurros bajos hasta el total silencio, desde la poca importancia hacia el tema hasta las teorías que pasaban en boca de todos.
Hace días atrás todo era diferente, pero para el momento actual, se notaba que a Eros le hacía falta su amigo, incluso si él era una persona lo bastante carismática y dotado de facilidad para entrar rápidamente en el círculo de confianza del resto.
Durante tres días evité las miradas que bailaban sobre mí y los estudiantes que me instaban a conversar sobre lo sucedido. El asiento vacío a mi lado en la clase de Filosofía esperaba a ser ocupado por su dueño. Y yo también extrañaba la sensación de tenerlo cerca mío.
Tomé apuntes que luego le llevaría como excusa para visitarlo nuevamente, si es que no me topaba con su madre, lo cual había sido milagroso no encontrarla en ocasiones previas.Al momento del almuerzo nos ubicamos junto a las mellizas en la mesa habitual, la que ofrecía una perfecta vista del patio trasero.
Comí en silencio, sentí que las palabras no salían y no quise forzarlas. Con el pelirrojo no había cruzado palabra alguna, pues él se veía lejano y poco paciente últimamente.Observé mi comida buscando algo interesante entre aquellas verduras de colores.
Al menos el postre de limón no se veía tan mal.—Unas chicas vieron a Eros desesperado al teléfono. Dicen que gritaba como loco y se le notaba enojadísimo. Y eso es muy extraño viniendo del mismísimo Eros Villin —susurró Sophie en tono confidencial.
La analicé escuchando sus palabras con atención.
De pronto todos los que un día se le acercaron y a los que el pelirrojo llamaba amigos —incluso sus seguidoras— se mantuvieron al margen.
¿Qué les sucedía?—Es que pasó algo con Keelan, él no está asistiendo y eso es extraño. También mencionaron algo de un parque de atracciones. Tú estuviste ahí, nos comentaste al respecto. —me señaló Savannah con el tenedor de su pasta entrecerrando los ojos—. ¿Qué pasó?
Tomé una bocanada de aire y elevé mis hombros, sintiendo la tensión florecer en cada centímetro de mi cuerpo.
Asi que los oídos están en todas partes, ¿eh?
—Les prometo que no sé más que lo que todos murmuran. Al parecer las noticias vuelan rápido por aquí. —respondí honestamente, bebiendo agua para pasar la comida. Todo me resultaba un tanto incompresible.
Eros...
Inspeccioné las mesas de la cafetería en búsqueda del distintivo cabello rojizo y la persona capaz de sacar los suspiros que quisiera.
Y allí estaba, con su actitud afectuosa hacia las mujeres y el entusiasmo de un animador de fiestas.
Probablemente él sería amado por el público con facilidad.O ya lo es, pensé.
Como si se sintiera perseguido —extraño, considerando la atención constante que recibía— sus ojos recorrieron el lugar mientras reía acerca de algo que le había dicho uno de sus acompañantes, y recayeron en mi presencia, pero de una manera diferente a la que lo hacía con el resto. Como si entre los dos hubiera un secreto que solo nosotros conocíamos.
La picardía en su mirada no pasó desapercibida para mí.—¿Qué se traen ustedes dos? No te ha sacado los ojos de encima desde que llegó aquí —cuestionó Savannah cuando regresé a mi puesto. Sophie alternaba su vista entre ambas sin comprender del todo. La primera de las hermanas prestaba más atención a los detalles, a diferencia de la otra.
De pronto mi estómago se sintió pesado y lleno, y la comida comenzaba a subir por mi garganta. Sentí la necesidad de despedir el poco alimento que había ingresado a mi sistema.
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PERFIDIA
Teen FictionAlguien me dijo una vez que las personas somos despiadadas y crueles por naturaleza. Que aunque no lo quisiéramos, siempre lo llevaríamos con nosotros. Que de algún modo, una pequeña porción en nuestro inconsciente actúa injustamente gozando las de...