capítulo 17

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La fiesta a la que había sido invitada estaba en pleno apogeo. Me vi en la necesidad de preguntarle a Eros si tenía la noche libre, ya que Keelan aún no quería hablar y mis amigas estaban ocupadas.
Natalie, a pesar de tener planes con su vecino había aparcado en mi casa por la tarde y traía un vestido rojo que se ceñía a mi cuerpo y resaltaba mis curvas. Había alisado mi cabello y mi el color de mi boca resaltaba con el del vestido.
Todo fue más sencillo cuando Eros aceptó con la condición de llevar a Lily como compañía. No puse reparos ya que al menos habría caras conocidas.

—Jugaremos "7 minutos en el paraíso" —propuso Amelie, la dueña de la fiesta, cuando la rubia enganchada al brazo de Eros nos obligó a jugar con el resto.

Habían una buena cantidad de personas. Nos sentamos en círculo cuando Amelie regresó con una botella de cerveza vacía entre sus manos, la cual colocó al medio de los presentes.
Contemplé los rostros desconocidos cuando comenzó el juego. Eros fruncía el ceño alternando la vista entre todos los jugadores.
La botella había apuntado a Lily y a un moreno que parecía comerla con la mirada. Ella se soltó del agarre del pelirrojo, le susurró algo a lo que él asintió tranquilamente y se dirigió a un cuarto al final del pasillo en compañía del moreno. Regresó luego de los minutos indicados acomodando su cabello. Me pregunté porqué Eros no había reprochado al respecto.
Luego de dos rondas y algunos tragos más, la botella apuntó en mi dirección. Alcé la vista nerviosa cuando me topé con los ojos de la persona que había cautivado a todos con su presencia.
Eros.
Esbozó una mueca de lado cuando se levantó de su lugar extendiendo la mano en mi dirección.

—Un juego es un juego —murmuró en una expresión angelical. Las chicas presentes parecían clavarme dagas con sus ojos.

Tomé camino hacia Eros para dejar en claro lo poco que me importaban las demás miradas, pero por dentro estaba cagada.
Recargó su mano en mi cintura guiándome por el pasillo.

—Tranquila, no haremos nada que no quieras —susurró con su voz ronca cerca de mi rostro enviando una corriente de calor a mi cuerpo.

Mi problema era que no sabía lo que yo realmente quería, sin contar lo consciente que era de la situación. Mis emociones se estaban dirigiendo hacia el lugar equivocado.
Avanzó sin soltar su agarre hasta llegar al cuarto que había sido ocupado previamente, cerrando la puerta detrás de él.
Admiré el minimalismo del espacio en el que nos encontrábamos cuando el carraspeo de su parte hizo volver mi atención a él.

—Estás preciosa en ese vestido —habló aflojando la tensión del ambiente.

Se aproximó en mi dirección quedando frente a frente, agachando su cabeza.

—Esto no es lo indicado —lo frené tocando su duro pecho—. Lily te espera, me largo.

Me retuvo poniendo una mano sobre mi hombro.

—Espera, no estamos haciendo nada malo. Lily sabe que no es exclusiva.

—Enserio, ¿esa es tu mejor excusa? —rebatí ofendida.

—No, no es lo que quise decir.

—Yo creo que sí. Keelan...

—¿Keelan qué? Al carajo con eso. He sido muy paciente con todo esto, ¿él no te lo ha dicho?

—¿Decirme qué? —lo contemplé sorprendida.

—Que llamaste mi atención desde hace algún tiempo, pero cedí porque sabía que él merecía algo bueno en su vida luego de toda la mierda por la que pasó. Y no podía ser egoísta. Pero la realidad es que me interesas, Ariadna.

Lo observé elevando las cejas confundida. ¿Cómo podía decir esas cosas, o siquiera pensar en la chica que estaba saliendo con su amigo?¿Y cómo podía yo pensar tanto en él?

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