Estaba más que claro que el de arriba quería ponerme en situaciones tipo CSI, o mi lado chismoso llegaba justo en el momento indicado.
Pasó lo siguiente: después de tener en mi posesión algo tan valioso como un recorte de periódico exclusivo de un asesinato, decidí que para no dejar sospechas debía regresarlo a su dueña. Previamente saqué varias copias que guardé en diferentes lugares de mi habitación para recordarlas.
La pregunta era: ¿Cómo lo devolvería? Fácil. Simplemente llegaría a la casa del rubio a escondidas, entraría a la oficina de su madre, reintegraba lo extraviado y asunto resuelto.
El detalle que olvidé: aquello solo pasaba en las películas. Donde la música acompaña al ambiente, el suspenso de las pisadas acelera el pulso, se oye el sonido de las puertas abriéndose y el intruso busca una solución o escape exitoso que lo deja libre.
Lo tenía fácil, la realidad era que sí. Pero apenas puse un pie en la planta alta, luego de entrar por la ventana que daba al patio trasero en plan de ladrona, mis oídos captaron una conversación. Y no fue una casual, del tipo: ey, bro, ¿cómo estuvo tu día?
El nombre Gretchen había salido a la luz. Los hermanos Maison no necesitaban megáfonos porque estos parecían acoplados a sus gargantas.
Me detuve a una distancia prudente, donde no sería captada por ojos humanos y mi culo estaría a salvo.
Tras la puerta de la habitación del rubio, las palabras de los dos eran solo reclamos.—¡Eres un hijo de puta! —bramó Keelan a todo pulmón.
Juro que sentí como los ratones se escondían tras las paredes asustados.
Nah, estaba exagerando.
—¿De verdad soy eso?¿O es lo que les haces creer allá afuera? —la voz de Zhein se realzó con recelo.
—Estoy cansado de traer el mismo tema todos los días, esa es la realidad.
—¡Anda, menciónala, di su nombre por una maldita vez sin ablandarte!
—¡Sabes que su recuerdo es precisamente lo que me pone mal, no seas tan cabron Zhein, maldita sea!
—Quiero que la superes, así como mamá pareció desvanecer su existencia de su memoria. Porque si sigues así, tendré que actuar. —el tono más suave pero firme de Zhein pareció aflojar la tensión.
—Y qué implica, ¿llevarme a un puto especialista que sabes que no arreglará el asunto? Viviré toda mi vida con la culpa, y eso es lo que va a hundirme de a poco.
—Entiende que esas ideas te las ha impuesto mamá. Deja de complacerla. Deja de ponerla en un puto pedestal, y deja de torturarte a ti mismo ¡joder!
—¡Deja de recordarme lo arruinado que estoy!
Lo siguiente pasó muy rápido. Observé la silueta y el rostro enojado de Zhein desde mi escondite cuando dió un portazo. Me detuve en su respiración agitada por los movimientos de su pecho. Su rostro enrojecido y los movimientos de su nariz debido a la desesperación me alertaron sobre su estado. Hundió las cejas cuando sus ojos se aguaron y se desviaron en mi dirección. Logré adentrarme en mi puesto rápidamente.
Me asomé solo un poco cuando el ambiente se sumió en un silencio sepulcral.
Quise abrazarlo, pues nadie merecía acabar una discusión de esa manera, y mucho menos con seres queridos. Pero no lo hice, aquello implicaba exponerme a ser descubierta donde no debía estar.
Negándose a verse alterado bajó las escaleras de dos en dos hasta desaparecer de mi campo visual.
Volviendo a mi tarea, abrí rápidamente la puerta de la oficina y me encargué de dejar todo en su lugar. La alarma de escape sonó en mi cabeza cuando se oyeron objetos siendo arrojados por todas partes desde la habitación del rubio.~❄️~
Unas horas más tarde, Keelan me había pedido que lo acompañara al cementerio para conocer a Gretch. Accedí, aunque no fuera el lugar que más me gustara, y tuve la oportunidad de acercarme más a su pasado.
Estiré mis piernas sobre la hierba cuando una notificación llegó a mi celular.
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PERFIDIA
Teen FictionAlguien me dijo una vez que las personas somos despiadadas y crueles por naturaleza. Que aunque no lo quisiéramos, siempre lo llevaríamos con nosotros. Que de algún modo, una pequeña porción en nuestro inconsciente actúa injustamente gozando las de...