•No hagas ruido•

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Cuando George la vio bajar por las escaleras no entendía como podía haber conseguido a alguien como ella. Sin duda, había tenido mucha suerte. Y lo mismo pensó ella cuando lo vio esperandola abajo.

- Por merlín May... Estas... joder no se ni como decirlo - Sam sonrió y una pequeña risa escapó de sus labios. Esa imagen era lo mejor para George.

- Tu también estás muy bien Georgie - Los dos rieron y George la cogió de la mano para hacer un hechizo de desaparición.

De un momento a otro estaban en un callejón oscuro, pero alfinal parecía haber mucha luz y bastante gente. Esto no parecía el Callejón Diagon.

Agarrados de la mano caminaron hasta el final del callejón para encontrarse con una calle bastante ancha, con tiendas, cafeterías y todo tipo de locales a los costados. La gente reía y hablaba mientras pasaban al lado de ellos dos. Pero en ese momento sólo eran ellos y nadie más.

Sam miró al pelirrojo y sonrió como una niña al ver su sonrisa de oreja a oreja mientras observaba lo maravilloso que era todo. Parecia un niño cuando le comprabas un juguete nuevo. Y eso a Sam le encantaba, definitivamente estaba enamorada de él.

- Esto es increíble George. Muchas gracias - sonrio tiernamente y le dio un pequeño beso que provocó una sonrisa aún más grande en el rostro del pelirrojo.

- Vamos! Tenemos mesa reservada - Estiro un poco de la mano de Sam para empezar a caminar. Lo dijo con tanto entusiasmo que hizo que el corazón de Sam se estrujara. Como podía ser tan lindo y sexy a la vez?

Al parecer, estaban en el Londres muggle, Sam iba mucho a allí, pero este sitio nunca lo había visto. Por lo visto George se había informado bastante, ya que era un lugar un tanto apartado.

Llegaron a un restaurante unos minutos después. Las mesas blancas con velas y muy sofisticado. Sam no era de esas chicas que necesitaba cosas caras para que la impresionaran, pero aún así le encantó aquel lugar. Aunque no iba a dejar que George pagara toda la cena.

George había reservado una mesa en ese restaurante hacía más de un mes, cuando todo estaba bien entre ellos. Era muy caro pero sabía que Sam merecía eso y mucho más. Así que estuvo llamado durante una semana para poder conseguir entrar en la lista. Todo valió la pena cuando vio la cara de emoción de la castaña al llegar a la maravillosa calle y al restaurante.

- Por aquí porfavor - señaló un camarero con el brazo hacia una mesa al lado del ventanal que daba a la calle principal.

Los dos se sentaron y pidieron algo de comer. George la miró y sonrió al verla comer, lo que provocó una mirada de confusión de la castaña.

- Por que me miras así? Estoy comiendo carne - Dijo la chica incrédula, esta vez con una sonrisa en su rostro.

- Es que cuando lleve a mi ex a la primera cita, me dijo que le daba vergüenza comer delante de mi. Porque perdería su encanto o algo así - Sam hecho una risa para luego mirarlo.

- Pues siento decirte que era un tanto idiota - Ahora el que reía era el pelirrojo - Estoy comiendo, porque me gusta comer y a quien no le guste pues que no mire. Es muy sencillo. Además yo nunca pierdo mi encanto - George carcajeo. Le encantaba esta mujer.

- Por cierto, no me vuelvas a hablar de tu ex, y menos en nuestra primera cita caraculo - El pelirrojo volvió a reír y luego se puso serio pero
con una pequeña sonrisa en el rostro para hablar.

- Prometo no volver a hacerlo - levanto las manos en señal de rendimiento y siguieron cenando entre risas y anécdotas.

Alfinal de la cena, se pelearon porque Sam no dejaba que el pelirrojo pagara la cena por mucho que él insistiera. El camarero no sabía que hacer ni que dinero aceptar, hasta que la castaña habló.

Sam (George Weasley) (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora