Dos adolescentes totalmente diferentes, dos polos opuestos obligados al amor, cuando lo único que sentían era odio uno por el otro.
Bárbara una chica de 20, con un sumo potencial y amor por el prójimo, y con el inmenso sueño de convertirse en modelo...
Los peores días de mi vida se avecinaban, ya nada era igual, reventarme de mi cama ya no era igual, era desolado y me traía tan horribles recuerdos que no quiero volver recordar al menos una vez en mi desgraciada vida.
El 15 de Marzo, quien diría que ese seria el día en el que mi felicidad terminaría, justo había acabado de amanecer y a duras penas podía abrir mis ojos y mucho menos sacar la expresión de tristeza que tenia, seguía sin poder imaginar lo que pasaría hoy, siempre de niña pensaba que el día que me casara, seria el día mas lindo de mi vida y el día en el que por fin estaría en mi chico perfecto, pero no era si mi triste realidad era otra, el príncipe azul con el que soñaba de niña no existía, mas bien era el hombre de negro en persona, un oscuro y sombrío ser que marcaria mi vida por completo, y no de una manera buena.
Estos últimos han sido un martirio, mi hermana tratando de convencerme que todo estaría bien, y mi madre hartándome sobre temas de la boda, pero sin duda lo que mas me carcomía y era que tenia que fingir estar alegre, como si esto fuera algo que yo quisiera.
Pero así como para todos era un día esperado y se llevarían recuerdos, yo también me llevaría demasiados gravados en mi mente, pero no de la manera que todos piensan...
Escuche sonidos e mi puerta y la voz de mi hermana diciendo que despertara, no tenia ni idea de que hora era, pero de seguro era muy temprano, no respondí y luego de unos segundos sentí a la puerta abrirse.
—Hola Babs— dijo Lili sentándose a mi lado— Ya tienes que despertarte, el estilista llegara dentro de poco y tienes que desayunar un poco
— No quiero nada Lili, por favor sal de la habitación y déjame sola
—Se que esto no es fácil para ti, ni para mi tampoco, eres mi hermana y en verdad no me gusta nada verte así
—Pero no es a ti a la que le esta sucediendo esto, soy yo la que se tiene que casar no tu— solté unas lagrimas
—Ven aquí— me abrazo
Comencé a hacerme un mar de lagrimas, por primera vez pude soltar todo lo que tenia dentro, pero aun así el resentimiento que sentía seguía muy presente en mi.
Mi madre entro a interrumpir e hizo como si nada pasara, odiara que no notara lo triste que estaba que simplemente lo invadiera y actuara como si yo en verdad quisiera esto.
Llego el maquillista y todas las demás chicas del centro de belleza que mi madre y la de Dylan habían contratado, según tenia entendido la ceremonia y la fiesta se llevaría a cabo en la enorme casa de los Sprouse y próximamente la cárcel en la que yo viviría.
Dylan:
El día esperado para todos había llegado, no sentía nada mas que nervios por que sucedería, de todas formas tendríamos que fingir amarnos ante la prensa, cosa que luego de todo lo que paso en aquella Isla ya no seria nada fácil.
De repente escuche como ya todos comenzaron a decir que ya llego la novia y eso hizo que mi corazón se achicara.
Bárbara:
Ya estaba totalmente arreglada, solo faltaba vestirme, convencí a mi madre y a Lili que se fueran antes que yo, y así lo hicieron, fui hasta mi closet y saque mi preciado vestido de novia, y no, no el hermoso vestido blanco con el que te todas sueñan, si no un vestido negro, si negro no se que quiero lograr con esto, tal vez venganza o algo parecido, pero sin duda ya no hay vuelta a tras.
Me lo puse, y verifique que no hubiera nadie, subí a la limosina y cerré la ventanilla para evitar que alguien me viera. De repente un escalofrió recorrió mi cuerpo al ver la casa y se escucho las bocinas sonar anunciando que yo ya había llegado, vi a Lili por la ventanilla, pero ella no me vio.
Baje del auto y camine hasta donde se supone debería tomar la mano de mi querido padre, al llegar todas las miradas se clavaron en mi, sobre todo la de Dylan al ver mi hermoso vestido color negro con perlas blancas que caían como una cascada en todo el tul enorme, junto con el enorme velo que parecía una capa fantasiosa, y sin duda lo que le daba el gran toque era el ramo de rosas negro.
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Camine hasta el altar del brazo de mi padre el cual estaba e todo menos contento pero eso era lo que menos me importaba, esta era mi venganza y se estaba llevando a cabo.
