I think I wanna marry you

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A veces los finales son solo nuevos comienzos, eso es algo que nuestra pareja favorita sabe desde hace mucho tiempo. La secundaria había quedado atrás, pero se les abrió una puerta que les daba la oportunidad de explorar el mundo como nunca lo habían visto, naturalmente ambos aprovecharon esto al máximo absorbiendo todo lo posible en ese viaje, pero el tiempo y el dinero se acabó y esa aventura tuvo que finalizar de la manera más memorable posible: un reventón en la zona fronteriza de México en un bar famosísimo.

Fue ahí donde conocieron a un par de nuevos amigos, Mavis y Johnny, quienes al igual que ellos viajaban de mochilazo por todo el mundo antes de entrar a la universidad de Berkeley, este par de tortolos inspiró profundamente a las dos parejas a tomar una de las decisiones más importantes de su vida.

Para Jack y Elsa fue un cambio radical tener que encajonar sus guantes y abrigos para la nieve que tanto amaban para reemplazarlos por bloqueador solar y bermudas. Ambos sufrieron por igual el cambio repentino, Elsa siendo originaria de la fría Noruega y Jack siendo un chico de Pensilvania estaban acostumbrados y enamorados del clima frio, pero se arriesgaron a cambiar de aires y California definitivamente tenía un aire muy diferente al de Pensilvania. Tanto Jack como Elsa estaban contentos con su decisión, entrar a Berkeley a estudiar literatura fue la mejor decisión para ambos, ahí se sintieron como se debían de sentir los universitarios... felizmente en la miseria. La universidad no era para nada sencilla, estaban siendo continuamente presionados por los exámenes y los trabajos, pero aun así tenían la oportunidad de experimentar las cosas esenciales para todo universitario. Tal y como lo hicieron en la fiesta de cumpleaños número 21 de Mavis.

–¡Te amo!– Jack arrastraba las palabras gritando a todo pulmón mientras Hipo conducía rumbo a los dormitorios.

–¡Yo te amo mas!– Elsa lo secundó gritando aún más fuerte.

–Debemos casarnos– Jack tambaleándose un poco logró tomar las manos de Elsa quien estaba igual de ebria que él.

Elsa, con la mirada perdida, soltó una risita y asintió –¡Vayamos a las Vegas!–

–¡Esa es la más jodidamente genial idea que has tenido mi vida!– Jack se inclinó hacia los asientos de adelante sacudiendo a Hipo –¡Ya la oíste!, nos vamos a las Vegas Hipopótamo–

Astrid, quien estaba mucho más sobria que ellos, pero no completamente, rodó los ojos –Eso está como a 10 horas en auto, idiota– arrastró un poco las palabras.

Hipo gimió harto por ser el único sobrio y tener que lidiar con todo el estrés de soportar las actitudes extrañas de sus amigos.

–¡ANDAAAA!, POR FAVOR– suplicó Jack zangoloteándolo aún más.

–¡Jack!, tranquilo, vas a hacerme perder el control–

–¡Si, vamos Hipolito!, no seas aguafiestas– Elsa jugueteó con el cabello de su amado –¿No ves que mi hombre y yo nos queremos casar ya?– movió sus dedos seductoramente por su pecho.

–Elsa de Arendelle, eres la mujer...– su frase se vio interrumpida por el hipo –... la mujer más perfecta de este mundo– la tomó entre sus brazos atrayéndola a su regazo para comenzar una tremenda sesión de besos pasionales.

Hipo inflo las mejillas y suspiró con incomodidad al ver por el retrovisor a sus amigos comiéndose las bocas y decidió mejor ver a su rubia amada –¿Qué hacemos con esos dos?–

Astrid francamente era de aquellas personas que cuando se le subía el alcohol lo único que querían era dormir –Vayamos a aventarlos al dormitorio y después vamos a buscar una hamburguesa– dijo sin importarle en lo más mínimo que la pareja prácticamente se estaba desnudando en la parte trasera del auto.

Last chancesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora