Marriage

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Elsa dejó salir de sus temblorosos labios el sollozo que tanto había estado luchando por contener mientras apretaba con rabia el teléfono inalámbrico del apartamento que amorosamente acababa de remodelar con ayuda de su esposo, después de todo la vida de casados les exigía realizar ciertos cambios a su estilo de vida.

¿A dónde se había ido toda esa felicidad?, hacia no mucho habían regresado de su luna de miel en las hermosas islas italianas rodeadas por aguas turquesas. ¿Por qué tenía que suceder esto ahora?

Su cuerpo se estremeció al ver a Olaf correr hacia la puerta y plantarse frente a esta de forma impaciente. Eso solo podía significar que Jack estaba a punto de entrar.

¿Cómo iba a decirle esto?

–Hey, buen chico– pudo ver la silueta de Jack acariciando a Olaf en medio de la penumbra que envolvía al apartamento, después de todo eran las 4 am y solo se había levantado de su profundo sueño al escuchar el incesante teléfono que sonaba en la sala –Shhhh, no queremos despertar a Elsa– su esposo tranquilizó a Olaf que se había sacudido repentinamente haciendo que la placa metálica de su collar naranja tintineara.

Decidió que no había escapatoria, con todo su pesar se levantó del suelo.

–¡Ah!– el joven soltó un pequeño gritó al ver la figura de Elsa, como pudo alcanzó el encendedor de la luz para obtener mayor visibilidad –¡Elsa!, casi me matas de un susto– bromeó soltando una risita y colocando su mano en el centro de su pecho, justo donde se encontraba su corazón.

–¿Qué haces todavía despierta?, te dije que Eugene y yo tardaríamos un buen rato en el bar– preguntó sin prestarle atención al rostro de su esposa –No me digas que te estarás volviendo en una de esas esposas que esperan a sus hombres en medio de la oscuridad hasta que regresan solo para sermonearlos sobre lo tarde que llegan– volvió a bromear, esto le estrujó el corazón a Elsa, se veía tan feliz.

Tragó saliva antes de hablar –Jack...– articuló de forma ronca.

–Hey, no te enfades, es solo una brom...– la sonrisa del peliblanco se borró al finalmente prestar atención a las mejillas empapadas de Elsa –Elsa, ¿Qué sucede?, ¿estas bien?– dejó a Olaf a un lado para correr a tomarla entre sus brazos.

–T-tengo algo que decirte...– la blonda tomó sus manos temblando y lo hizo sentarse en el sillón.

–¿Qué sucede Els?– sus ojos se abrieron –¿L-le pasó algo a Norte?– recordó el muchacho como su abuelo habia estado en cama desde hace unos días a causa de una influenza.

Ella negó con la cabeza suavemente –Norte está bien...– no pudo evitar volver a sollozar –Emma murió–

Los labios de Jack se separaron y un nudo en la garganta le impidió hablar o respirar –N-no, yo hablé con ella hace unas horas– dijo después de varios intentos –No puede ser, Els, ¿esto es una broma?–

Elsa se ofendió un poco al escucharlo suponer que ella fuera siquiera capaz de pensar en bromear respecto algo así, pero lo comprendía –Tuvo un accidente y no sobrevivió–

Jack negó con la cabeza en shock.

Parpadeó un par de veces antes de ponerse de pie y jalarse los cabellos con confusión.

–Jack...– Elsa intentó abrazarlo, pero él se alejó –Perdón, a-ahora mismo no puedo pensar bien... lo siento, necesito espacio– retrocedió hacia la puerta tomando sus llaves de nuevo y saliendo por la puerta.

–¡Jack!– ella lo persiguió por el pasillo, pero lo perdió al llegar al elevador, ella gimió, aunque quería estar junto a él para pasar este momento tan difícil, ahora no era lo mejor, él necesitaba procesar todo esto.

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Elsa soltó la mano de la madre de Jack solo para que ella pudiera tomar la taza de té que le ofrecía Rapunzel con su enorme vientre de embarazo

–Este le ayudará a calmarse– le dijo con gentileza la morena –a mí me ha ayudado mucho en estos meses– con dificultad se sentó al otro lado de la mujer, dejándola en medio de las dos jóvenes.

–Gracias linda, pero dudo mucho que algo me ayude a calmarme– la mujer cerró los ojos con pesar.

Ahora mismo se encontraban reunidos en la casa de Pensilvania donde creció Jack, el servicio fúnebre había acabado y ahora solo los seres más cercanos se encontraban reunidos en el lugar para charlar tranquilamente y tomar aperitivos.

–No has dormido en estos dos días, mamá– Elsa le llamaba con cariño a Elenoy "mamá" y se sentía feliz de poder volver a usar esa palabra después de tantos años –Tienes que intentarlo, por favor, el doctor dijo que tenemos que tener cuidado o podrías volver a tener problemas con tu corazón– le recordó.

Rapunzel asintió estando de acuerdo –Piense en Jack, no puede enfermarse ahora– Elsa giró la cabeza en automático al escuchar el nombre de su esposo, lo ubicó recargado en el barandal de la escalera siendo rodeado por todos los demás del grupo. Su rostro era el mismo de hace días, aparentemente calmado, pero ella sabía que él no estaba bien.

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Elsa arropó con cuidado a Elenoy, quien finalmente se había quedado dormida, aunque todavía llevaba su ropa del entierro, pero no importaba, era preferible esto a que su pobre cuerpo siguiera soportando el cansancio. Sin hacer ni un ruido la rubia apagó la lámpara de la mesita de noche y salió en puntillas sintiendo la alfombra del suelo acariciando las plantas de sus pies a través de las medias negras que Jack le había vuelto a regalar.

Al cerrar la puerta comenzó a hacer aquello que había deseado hacer. Comenzó a buscar a Jack por toda la casa, lo habían perdido de vista tan pronto los invitados se habían retirado.

Ella suspiró con frustración después de terminar de revisar la casa, había buscado en el sótano, en la cocina, el patio trasero, los baños, pero él no aparecía; sabía que estaba cerca porque el auto seguía estacionado afuera y las llaves reposaban en la barra de la cocina. Una idea se le vino a la mente.

"Los armarios son un buen refugio"

Recordó esas palabras que se le quedaron grabadas cuando su relación apenas daba sus primeros pasos.

Abrió la puerta de la antigua habitación de Jack, donde habían estado pasando la noche, y lo encontró acurrucado abrazando sus rodillas y con la cabeza oculta entre sus brazos.

Ella no dijo nada al ver sus ojos rojos cuando levanto levemente la mirada al sentir su presencia, pudo ver que él había estado llorando gracias a la luz de la luna que entraba por la ventana. Solo se limitó a arrodillarse a su lado y tomarlo entre sus brazos colocando su cabeza en el seno de su pecho.

–Debí de haberla cuidado más– dijo con voz ronca.

–Jack, fue un accidente...– supieron que Emma regresaba al dormitorio del campus de su universidad acompañada de unas amigas después de una fiesta, ella era la conductora designada por lo que fue muy inteligente al no beber ni una gota de alcohol en la fiesta, pero al final un desgraciado se había saltado el semáforo en rojo y terminó por impactar contra ellas, justo en el asiento del conductor donde la joven iba. Las otras tres chicas terminaron serias heridas y el conductor ebrio del otro auto había salido ileso –No puedes culparte por esto– ella frotó su espalda con amor.

–Mi hermana lo es todo para mi...– Jack se echó a llorar en los brazos de Elsa de forma incontrolable.

–Lo sé– ella besó su coronilla.

–Solo tenía 18 años–

Elsa comenzó a llorar también –Lo se...– dijo abrazándolo con más fuerza.

–¿Cómo voy a seguir después de esto?– preguntó.

–Lo vamos a superar juntos, estaré a tu lado. Te amo– ella no lo soltaría jamás.

Aquel acontecimiento había opacado la felicidad de su primer año de casados, pero les ayudó a fortalecerse como pareja y prepararlos para lo que venía. 

Last chancesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora