Salamander

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–Mierda– Jack lidiaba con un tremendo dolor de cabeza mientras trataba de abrir la puerta del apartamento.

–¡Estoy en casa!– gritó a los cuatro vientos para asegurarse de que ella lo escuchara.

Rápidamente escuchó los pequeños piecitos de su prometida bajando las escaleras –Estas en casa– ella lo miró como si hubiera visto un fantasma.

Jack rio –Así es– arqueó una ceja –Tenemos que llamar a alguien para que repare el maldito cerrojo, cada vez es más difícil abrir la puerta–

–Por supuesto– Elsa se mordió los labios mientras mantenía una postura erguida y las manos escondidas tras su espalda.

–Oh, no...– Jack conocía esa mirada, la mirada de "Hice algo malo", solo la había visto cinco veces en todos estos años –¿Qué hiciste Copo de nieve?–

Ella se derrumbó abrazándose a sí misma.

Jack abrió la boca como si fuera un pez asustado –No me digas... compraste un tiempo compartido–

Ella negó con la cabeza rápidamente.

–¿Dónde está Olaf?– entró en pánico dándose cuenta de que el can no estaba por ningún lado.

–Tranquilo, Olaf está bien– se apresuró a explicarle –Lo llevé a la estética a que le hicieran su corte de pelaje, como me lo pediste–

–Pero...– él sabía que había gato encerrado.

Los labios de ella formaron una línea delgada –Hice una compra impulsiva–

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–¡Ah!– Jack pegó un brinco y soltó un grito agudo al ver aquella cosa en las manos de su prometida –¡Que mierda es eso!–

Ella lo miró como si hubiera roto su corazón –¡Jack!– abrazó al viscoso animalito contra su pecho –Es una salamandra–

–Ewww, aleja eso de tu ropa, no sabes si apesta–

–¡Claro que no!– ella defendió a su nuevo amigo.

–¿Por qué trajiste eso a casa?– cuestionó sin entenderlo.

–Se veía tan adorable que no pude resistirlo– extendió sus manos para mostrarle sus rasgos que a ella le parecían de lo más tierno.

–¡No!– Jack se arrinconó contra la pared –Sabes de mi fobia a los reptiles–

–Bruni no es un reptil, aclaró como si fuera algo obvio –Es un anfibio, es cercano a las ranas–

–Aun así, es viscoso– entrecerró los ojos sintiendo las arqueadas provenir desde su estómago –Y feo–

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–¿Sabías que la mitología relaciona a las salamandras con el fuego?– Elsa y Jack descansaban en el sofá, la televisión permanecía encendida solo para escuchar de fondo uno de los episodios de la serie de Vikingos, mientras Jack trabajaba revisando las muestras de telas para los manteles de la boda y Elsa leía un libro... de salamandras. Bruni había llegado a sus vidas hace ya más de dos semanas y todavía era una novedad para la rubia, se había obsesionado en conseguir todos los artículos habidos y por haber en internet para el óptimo cuidado de su mascota, era tanta su necesidad de perfeccionismo que había adquirido varios libros sobre anfibios y sus cuidados, todo esto en vez se obsesionarse con los preparativos de su próxima boda –El famoso filosofo Aristoteles creía que estas apagaban el fuego con tan solo pasar sobre este, ¿no es eso asombroso?–

–Si– respondió él sin mucho interés –Mira, ¿Qué es mejor, blanco perla o color hueso?– levantó en alto el cartapacio que contenía las muestras.

–Uh, cualquiera está bien– respondió sin mucho interés.

–Bien, entonces escogeré el vulgar amarillo pollo, combinará bien con las peonias– dijo con sarcasmo.

–Me parece bien– respondió ella sin apartar la vista de su libro.

Jack se mordió las mejillas y cerró el pesado libro de golpe y le arrebato el suyo a Elsa –Estamos a solo tres meses de nuestra boda, Elsa, ¿Qué te sucede?–

–¿Podrías devolverme mi libro por favor?– ignoró la pregunta.

–Últimamente no muestras interés en los preparativos de la boda y toda la atención la dedicas a ese tonto camaleón–

Indignada se puso de pie y le arrebató el libro de las manos –Es una salamandra. Y no puedo creer esto de ti– se dio media vuelta para subir las escaleras.

Jack suspiró y se dio cuenta de esto no iba por buen camino, tenía que hacer algo pronto. Después de tomarse media hora para tranquilizarse subió a su habitación para encontrar a Elsa recostada y envuelta en las sabanas. En silencio tomo el libro y lo abrió en una de las páginas y comenzó a leer.

–Vaya, no sabía que las salamandras pudieran producir veneno– se sentó en el borde de la cama con ella dándole la espalda.

–Su veneno no es mortal para los humanos, solo lo hacen para defenderse de depredadores– respondió ella después de un silencio.

–Elsa... Lamento no haberte apoyado con esto de Bruni, tu aceptaste a Olaf cuando lo traje y yo... de verdad me equivoqué–

–Lo odias– se dio media vuelta para encararlo.

Jack negó con la cabeza –No, no lo odio, solo soy ignorante– acarició su frente –Estoy seguro de que cuando me hables más de él lo entenderé y lo amaré–

–¿Lo dices en serio?– preguntó y él asintió a modo de respuesta.

–Pero tienes que contarme que es lo que te preocupa de la boda, ¿no quieres casarte?–

–Claro que quiero– se sentó –Pero la verdad... no puedo dejar de sentirme triste. Cuando fuimos a buscar vestidos Rapunzel y yo me di cuenta de que necesitaba a mi madre conmigo, los extraño mucho Jack y casarme sin ellos...– cubrió su llanto con su mano.

Jack lo entendió, Elsa no tendría a su madre para ayudarle a escoger su vestido de novia, ni a su padre para llevarla al altar, así como él no tendría a su padre para darle su bendición.

–Oh, Els– la acunó entre sus brazos consolándola.

–Lo lamento, he sido una terrible prometida y te he dejado solo con esto–

–No tienes que disculparte, lo entiendo, esto es algo duro para ti–

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–¿Estas lista para esto?– le preguntó Jack a Elsa mientras ambos se detenían frente a uno de los escaparates de la enorme tienda de novias.

Elsa tomó una gran bocanada de aire –Sí, me siento mucho mejor ahora– le dijo sin soltar su mano.

–Podría entrar contigo si quieres– jugueteó con sus dedos entrelazados con los de ella.

Elsa se rio ante esta propuesta –Es de mala suerte que el novio vea el vestido, además, Rapunzel dijo que estaba cerca–

–Sí, bueno, estoy seguro de que no es la única que está cerca– la soltó sola para hacerla dar media vuelta.

La quijada de Elsa se abrió con sorpresa al ver a Anna aproximándose a ellos.

–¡Elsa!– la pelirroja corrió con los brazos abiertos para abrazar a su hermana.

–¡Anna!– pasó sus brazos tras su espalda todavía en shock –¿Q-que haces aquí?, ¿no estabas en Noruega?–

–Jack lo arregló todo– brincó energéticamente –¿Por qué no me llamaste antes?– cuestionó.

–Estabas ocupada, no quería molestarte–

–Elsa... eres mi hermana, siempre tendré tiempo para ti– las hermanas se volvieron a abrazar ante la mirada del chico sonriente que sabía que su trabajo estaba casi hecho, ahora solo tenía que volver a casa a alimentar a esa salamandra para perderle el miedo.

Last chancesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora