Cup of wine

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Elsa se tambaleó en los ridículamente incomodos tacones de aguja sosteniendo su portafolio en su mano derecha y en la izquierda llevaba su celular que llevaba muerto desde hacía un par de horas, se había olvidado de cargarlo la noche anterior y por consecuente tuvo que resignarse a ir a la oficina con solo un 30% de batería en este. De todas formas, no lo creyó necesario ya que su día sería muy ajetreado como para detenerse a mirarlo.

La parte gentil del trabajo de Jack es que este era mucho más benevolente en cuanto al número de horas que él tenía que pasar en una oficina. Ella, al ser la editora, tenía que lidiar con juntas más largas y más trabajo de oficina, no es que Jack se deslindara de sus responsabilidades como jefe de la editorial, pero ambos sabían que de los dos Elsa tenía más madera para lidiar con la parte fea y ella adoraba eso, de esta manera no tenia que preocuparse por que su amado Jack sufriera de jaquecas, además de que también él tomaba más responsabilidades en casa, entre estas cocinar... y vaya que el muchacho era bueno para eso; así que se sentía contenta de por lo menos dos veces a la semana llegar a casa después de un agotador día de trabajo para encontrarse con su muy apuesto casi prometido esperándola con un menú digno de restaurante y con muchos ánimos para consentirla.

La rubia platinada abrió la puerta del departamento principal encontrándose con Olaf, quien, cada que alguno de los dos jóvenes salía, esperaba pacientemente sentado en la puerta a su regreso.

Lanzó las llaves al cuenco sobe el mueble del recibidor, colgó su abrigo y se despojó de los zapatos que la estaban matando.

–Jack, hoy fue un día terrible, tuve una junta de 3 horas y lo único que quiero hacer es darme un baño, así que más te vale estar esperándome dentro de la tina desnudo con un par de copas con un buen vino, y si no lo estas me veré en la penosa necesidad de castigarte–

Al darse la media vuelta se encontró con que los sillones de la sala estaban ocupados por toda la familia entera de Jack.

Ella se quedó estática en su lugar sin saber qué hacer, todos la veían con incomodidad –¿Dónde está Jack?– preguntó con voz ahogada cuando finalmente pudo estipular algo.

–Salió a la tienda– respondió una Emma adolecente traumatizada.

La puerta se abrió revelando a Jack quien llegaba con una gran sonrisa en su rostro –Lo logré, encontré un vino decente– sostuvo en alto la botella –Oh, hola Els, ¿Cómo estuvo tu día?– se alegró aún mucho más al ver a su amada de pie en la sala.

–Todos vinieron a hacernos una visita sorpresa, ¿no es genial?. Intenté llamarte y te envié mensajes, pero no respondías– explicó con entusiasmo, hacía mucho que él no veía a su familia entera y se sentía extasiado la sorpresa que le habían preparado. –¿Qué sucede?– su sonrisa se borró al sentir el ambiente tenso y ver como todos veian con incomodidad a diferentes direcciones.

–Creo que Elsa quiere algo de vino– murmuró Aster intentando reprimir una carcajada. 

Last chancesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora