Prólogo

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La decisión que había cometido Margoth era una locura, el enojo de el chico se le notaba demasiado, había esperanzas de que ella siguiera con más tiempo de vida pero las ideas eran distintas, Richard estaba con el semblante acelerado, porque antes andaba con tantas esperanzas, pero por lo que sucedió todo se esfumó. Llegó de costumbre a el establecimiento favorito dónde fue "El Encuentro" de ambos. Baja de su moto, entro inmediatamente como si una lluvia de desastre iba a arrasar con todo. La vio junto a un chico cabello castaño, intervino.

— Necesito hablar contigo— mencionó sin darle mucha importancia a qué estuviera acompañada.

Margoth lo vió, y ya estaba conciente a que vendría con esa actitud. Se levantó dejándo al castaño allí y salió junto a Richard. Ambos no se sentía tan cómodos en situaciones así, estaban acostumbrados en esos días que estaban pasando juntos en hacer cada día para la chica llendo al límite sin importar lo que interviniera eso.

— Desde cuándo dejaste el tratamiento— contesto molestó, esperando que le diera una explicación creíble.

Sólo movió los hombros indiferente, no le agradaba ser regañada y menos con el carácter explosivo, pero engañarlo tampoco era la forma solemos creer que ocultando la verdad no dañaremos a alguien, y ese es el grave error la dañamos lo suficiente qué ya no queda mucho que reparar.

— Hace unas semanas— mencionó fastidiada, sentándose en un muro que había cerca aunque le costó, ya que su tamaño no era tan privilegiado para subir.

— ¿No deseas seguir viviendo? — Ya no sabía que expresar entre tantas cosas Richard.

— Ya yo tengo un límite en está vida lo sabes— Espero un poco y su mirada era lo bastante debil se notaba tan cansada—,  hemos pasado demasiado como para no entenderlo.

— Realmente lo entiendo pero lo que pasa es qué— Cuestionó un momento el chico tan rudo, pero ¿Saben? Estaba suficientemente asustado, la chica no lo notaba pero temblaba.

— ¿Es qué?— alzó una ceja la chica de ojos color ámbar esperando respuesta de su parte.

   Perdemos tanto tiempo, en querer a alguien que a veces nos olvidamos de querernos y aguantar cuando estás a punto de perder el amor de tu vida, el chico quedó en decirle lo que tenía pensando.

Que lastima que aprendieron a amar en un momento que no era el correcto, desde hace tiempo se fuesen encontrado y fueran vivido tanta adrenalina pero lo que ya habían creado Richard y Margoth no se compara a nada era único era suyo y ni una pareja en tantos meses puede lograr lo que hicieron en 24 días.

— Maldita sea no quiero perderte— confesó, observando a cualquier lado no sentía mucha capacidad de mirarla.

— Rich, sabemos que tarde o temprano llegará ese momento que diré adiós— Margot sonrió melancólica cada palabra era un disparo en el corazón de el joven.

— La primera vez, que quiero que alguien se quede a mi lado.— confesó.

— Si, pero logramos mucho.— la chica dijo dulcemente, alzó una ceja esperando otra reacción del jóven.

— Correcto, — sonrió un poco— Nos enamoramos en tan sólo 24 días y sabes— detuvo un momento para agarrar las palabras correctas y hablar — Es un honor qué tú fueras la primera en romperme el corazón.
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Dame 24 Días.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora