Capítulo sesenta - Parte dos

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Dan

La adrenalina corría por mis venas.

Por más que intentaba una y otra vez buscar una salida, sabía que eran inexistentes. Solo habían 2 puertas y ninguna de ellas era accesible.

Recibí cada golpe y cada corte sin ningún tipo de piedad.

Uno tras otro.

Por más que intentaba pelear y asestar algunos golpes para poder librarme, no había caso. La sangre corría libremente por mi cuerpo; las heridas eran demasiadas. Tampoco podía dejar de escupir la sangre que se acumulaba en mi boca producto de cada puñetazo recibido.

Eran más de diez hombres contra mi, todos y cada uno de ellos armados con cuchillos, sin intenciones de parar hasta que yo hubiera muerto. No tenía muchas posibilidades pero no me podía rendir, no todavía.

"En mi ring solo está permitido el uso de armas blancas para ejecutar a alguien. Te daré un cuchillo para que, al menos, puedas intentar defenderte y hacer esto un poco más parejo. Además, eso va a ser que esto sea más entretenido de ver".

No sé exactamente cuánto tiempo llevo intentando mantenerme en pie; tampoco sé cuánto hace que lucho para seguir vivo pero ya nada me importa.

Estoy seguro de que hoy voy a morir e intento prepararme para asumir mi destino.

Siento un fuerte impacto en mi costado izquierdo que de seguro provocó alguna fractura por el dolor repentino que recorre mi cuerpo. El aire sale bruscamente de mis pulmones producto del golpe y, en ese mismo instante, siento   como algo hace contacto contra mi sien, derribándome.

Este es mi fin, lo sé.

Comienzo a rendirme hasta que puedo verla a través de la neblina que cubre parcialmente mi visión.

Alex... ella está acá, conmigo. ¿Cómo es posible?

La escucho gritar mientras entra. Luce como si estuviera sumamente enojada.

Es como la visión de un ángel... Un hermoso ángel vengador.

Intento levantarme pero quien sea que esté sobre mi no lo permite.

Ya no puedo ni quiero rendirme; tengo que protegerla. Si caigo yo, ella también puede caer junto a mí y no lo permitiré jamás.

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Alex

No hay tiempo que perder.

Corro hasta mi casa sin importar lo que la gente pueda pensar, agradeciendo no haber estado demasiado lejos.

Ni siquiera sé cómo es que llegué tan rápido porque, cuando reaccioné, ya estaba abriendo la puerta del departamento.

Tiré rápidamente todo lo que traía sobre mi cama y saqué mi celular mientras buscaba ropa para poder cambiarme. Esta no sería una pelea común, era una sentencia de muerte.

"Pueden utilizar cualquier tipo de arma blanca en la pelea. También se incluye cualquier tipo de artefacto manual, más no algún tipo de arma de fuego".

Esas eran las palabras que Michael solía repetir cuando una de estas cosas pasaba.

Claramente ésta no es la primer lucha a muerte en la que participo.

Mientras buscaba en mi placar, llamé a Ali.

— ¡Hola prima! ¿Qué pasó que me llamas a esta hora? ¿No deberías estar con ese tal Adam?

— No puedo hablar sobre eso ahora, solo necesito que me escuches y hagas exactamente lo te voy a pedir— dije mientras abría el cajón oculto donde guardo las armas. Cuando encontré lo que necesitaba, lo volví a cerrar.— Llama a tu papá y decile que necesito que vaya a una dirección que te voy a pasar. No le digas nada ni a tu hermano ni a mi familia, ¿Si? Eso es muy importante. Nadie tiene que saber qué pasó, ¿OK?

— Mierda, Alex, me estás asustando. ¿Qué pasó?

Sabía que ella había notado la seriedad en mi tono de voz. No podía ocultarle lo que sucedía, no a ella.

— Nos descubrió, Ali. Papá se enteró de todo. De Daniel, de Sebastián y de mí. Lo sabe todo y tiene a Daniel en una bodega haciéndole Dios sabe qué. ¡Lo va a matar, lo sé!—. Me estaba alterando cada vez más y podía notar el temblor en mi voz así como lo sentía en mis manos.

— ¡CARAJO! Escuchame, no podes ir sola. NO. Voy con vos—. Escuché movimientos al otro lado de la línea y supe que lo decía en serio.

Puse el celular en altavoz mientras comenzaba a cambiarme — No, Al. No voy a dejar que vayas conmigo. Necesito que hagas lo que te pido y que hagas otra cosa por mi, ¿Si? Necesito que vigiles a Adam.

Los ruidos se detuvieron y la escuché hablar — ¿Y ese pibe qué mierda tiene que ver con todo esto?

Suspiré y le conté rápidamente lo que había descubierto mientras tomaba la ropa que usaría. Agarré una calza azul oscuro que me llegaba un poco más allá de las rodillas. Sabía que me permitiría moverme con libertad para luchar y que también me protegería las rodillas si golpeaba algo (o alguien) además de tener menos piel al descubierto. Arriba sólo me puse un corpiño deportivo y una musculosa vieja; sabía que quedaría hecha jirones en poco tiempo.

No podía usar mis borregos hoy ya que necesitaba algo que me hiciera ser más rápida y no sólo más fuerte al momento de golpear, así que opté por unas zapatillas deportivas.

Terminé mi relato mientras tomaba lo que había sacado del cajón. Eran mis kunai y el par de dagas que tenia, cada una de esas con su funda.

Si, tampoco es la primera vez que las uso, así que gracias chicos por saber que soy fan de Naruto y habérme regalado todo esto por mi cumpleaños, los amo.

Escuché los insultos que Alissa gritaba a través de la línea mientras tomaba todo y lo ponía en una mochila para luego colgarla en mi hombro; claramente no podía andar por la calle exhibiéndolas como si ésta fuera una película de ninjas (o como si realmente pensara que soy una Sakura de carne y hueso).

Tomé el celular junto con una campera y me caminé hacia la puerta. Quité el altavoz y corte el coro de insultos.

— Alissa, basta. Hace esto por mí ahora, es urgente. Habla con Sebastián y explícale todo. Ahí te paso la dirección de la casa de Adam y la de la bodega, por favor decile a Sergio que vaya lo más pronto posible.

— Si, no te preocupes. Ahora le digo y salgo a buscar a ese hijo de puta... me las va a pagar—. Supe por su tono de voz que lo decía en serio. Corté la llamada y rápidamente le envié ambas direcciones mientras tomaba las llaves de la casa junto con las de la moto. Miré brevemente el interior de mi casa mientras cerraba la puerta con llave, sabiendo que, quizás, esta vez no volvería.

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