Capítulo cinco

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Cuando salimos pude ver un auto en la puerta de la comisaría. No sé nada de autos, vale aclarar, pero este es un Volkswagen negro. Es lindo, pero no parece un típico auto policial. Qué sé yo, quizás las modas cambian.

De todos modos, no sé ni a dónde voy ni con quién estoy. No es que crea que me van a secuestrar ni nada por el estilo, sé defenderme bastante bien, pero ¿y mis hermanos? Ellos si se preocuparían si algo me pasara o si desapareciera. ¡Y la facultad! Tengo clases hoy, no puedo faltar.

Me paro junto al auto y giro mi cuerpo para enfrentarlo. Decido tomar al toro por las astas y enfrentar a este hombre tan extraño.

- Bueno, ¿me vas a decir quién sos y por qué estoy obligada a irme con vos o me vas a hacer obligarte?- dije cerrando los puños. Él me miro con indiferencia y contestó.

- Eso es simple, me llamo Daniel Castillo y soy parte de la División Especial de Seguridad, nosotros nos especializamos en casos que la policía no puede intervenir, por eso te necesitamos-.

- ¿A mí? No entiendo, ¿por qué me necesitarían a mí si están ustedes?- le pregunté.

Lo vi dudar, como si me ocultara información importante. No me miraba, sino que miraba detrás de mí. Voltee para asegurarme y efectivamente no había nadie ahí. Cuando volví a mirarlo, pude ver que me observaba atento, como si quisiera analizar mi reacción.

- Sos la única peleadora en la que Michel confiaría lo suficiente para dejarla entrar a su círculo de confianza sin hacer preguntas.

Eso me provocó desconfianza. Entonces él fue el del plan maestro; el que tuvo la idea de que me infiltre en el grupo de papá. Ahora entiendo, no fue la policía la que quiso que me meta en este problema, la cosa viene de un lugar más alto. Definitivamente alguien de arriba me odia con locura si espera que haga esto. No puedo evitar mirar al cielo con odio.

Cuando vuelvo la vista hacia él, noto que me mira extrañado, supongo que esperando que conteste. Pero no sé qué responder. Por primera vez en mi vida no tengo una respuesta. Por suerte un rayito de luz me ilumina lo suficiente como para que salgan palabras de mi boca. 

- Si me voy con vos y hago lo que me piden, ¿me aseguras que mi familia va a estar a salvo?-le dije.

- Si, lo prometo. Además, no soy el único involucrado en el caso. No te preocupes por eso, cuando lleguemos al punto de reunión lo vas a saber-.

- Esta bien. Pero tengo una sola duda antes de irme con vos. ¿Dónde es el punto de reunión?-contesté haciendo comillas en las últimas palabras.

- Mi casa. Ya vas a saber la razón...- Lo interrumpí levantando mi mano.

- Si si, más adelante. Vamos de una vez- dije.

Y así, sin más, me subí al auto de un extraño al que acabo de conocer. Y supongo que ahí acabo mi vida y mis intentos de ser una chica relativamente normal. Sé que ahora todo se va a ir al carajo.



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