Capítulo dieciocho

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Ya estaban por llegar mis hermanos, lo que hacía que estuviera muy nerviosa. Obviamente a mamá le había dado el ataque de ordenar todo, así que nos pasamos la tarde limpiando.

No es que la casa estuviera sucia o desordenada, es que mis hermanos eran obsesivos compulsivos por lo que todo tenía que estar milimétricamente correcto; ni hablar de tener un cuadro chueco o colgado a diferentes alturas.

Yo era todo lo opuesto, razón por la que odiaban entrar a mi cuarto al que denominaban como pulcramente desordenado. No es que fuera desordenada, sino que yo tenía muchos cuadros colgados a diferentes alturas y un poco torcidos. Para mí eso le daba estilo, pero ellos lo odiaban. Intentaron cambiarlos en ocasiones pero jamás funcionó.

Mis hermanos. Como los extraño a veces. Siempre bromeamos entre nosotros, haciendo chistes y jugando con lo que tengamos a mano a las guerras. Son especiales. Todavía recuerdo cuando los retaron por empezar una guerra de tizas en su curso. Fue épico.

Hermanos. Son unas pesadillas a veces, pero son esas personas por las que darías la vida. Son irremplazables. Son nuestro motor y nuestro ejemplo por más ridículo que suene. Quizás no imitamos las mejores cosas, pero siempre intentamos ser como nuestros hermanos en algún punto.

Y mientras divago sobre mis recuerdos con mis hermanos es que suena el timbre del departamento. Claro, mis hermanos tienen llave de la puerta de abajo, al igual que yo tengo llave de sus casas.

Como siempre que vienen, empecé a gritar a mi mamá:

- ¡AAH! ¡MAMÁ! ¡YA VINO EL CUCO!- y corría por todos lados arreglando las últimas cosas mientras reía. Luego caminé a la puerta para abrirles.

Cuando les abrí y vi sus caras no pude evitar reírme. Estaban los dos juntos con cara de fastidio.

- ¡Dios! Cualquier día va a salir alguien creyendo que las van a matar o algo así ¡están locas!- dijo Logan mientras James reía a carcajadas. Ambos se me acercaron pero de a uno me fueron abrazando. Cada uno me dio un abrazo de oso; uno de esos que te sacan hasta la última gota de aliento pero que te reconfortan hasta el alma.

Mientras íbamos a ver que estaba cocinando mamá y que cada uno la saludaba, hicimos chistes y bromas sobre cómo nos veíamos. ¡Ojo! No es que no nos viéramos hace mucho tiempo, sino que siempre bromeábamos con respecto a como nos veíamos. Según ellos yo estaba más enana y flaca por lo que me preguntaron si comía y si seguía tomando el Danonino para crecer. Jaja, nótese el sarcasmo. Siempre me gastaron por mi corta estatura, no es ni la primera ni la última vez. Yo para ellos era "la peque".

En fin, mientras que "la peque" ponía la mesa, mis hermanos se sentaron en el sillón a esperar la comida ya que mi mamá los había echado de la cocina. Nos echó a TODOS a los gritos, literalmente. Incluso a mí cuando fui a buscar servilletas. Decía que estaba haciendo una sorpresa.

Cuando la mesa estuvo lista le pregunté a mamá si le faltaba mucho.

- No hija, pero sentate con tus hermanos que yo llevo todo- me dijo. No me quedó otra opción más que obedecer, ya que sino sería golpeada a muerte con su cuchara de madera. Irónico pero cierto.

Sin más que hacer, decidí tirarme arriba de mis hermanos. En serio, me tiré por los aires y caí sobre ellos, aplastándolos en el proceso. Cuando escuché sus quejidos de dolor no pude evitar reír a carcajadas mientras estaba desparramada sobre ellos, justo en el medio donde los dos se unían y estirando mis brazos para darles un golpe en sus caras. Adoro hacer eso, no es ni la primera ni la última vez que lo hago.

Me empecé a mover para acomodarme en el medio y escuché como se quejaban porque no entrábamos todos a menos que nos apretáramos. Cuando me hice lugar, pude ver que mis hermanos estaban apretados contra los apoya brazos, así que no pude evitar reír.

- ¿De qué te reís pequeño saltamontes?- me dijo Logan.

- De nada hermanito, sólo de como estas todo apretujado contra el sillón, jajajajaja- le contesté.

- Yo te voy a dar razones para reírte peque- me dijo James mientras me empezó a hacer cosquillas. Él me lo hizo a propósito, sabía que lo odiaba. Odio las cosquillas porque odio la risa de hiena que me da cuando me da un ataque de risa fuerte. Me trae malos recuerdos; dolorosos recuerdos.

Mientras me reía al punto de llorar, aún con una risa normal, apareció mi mamá en el umbral de la puerta. Se nos quedó viendo unos minutos con una sonrisa en su cara y luego dijo:

- Mis bebés, la comida ya está lista. Siéntense en la mesa-.

- ¡No! ¡Mamá! Justo cuando ya me había acomodado. No vale- dije haciendo pucheros. Mis hermanos se empezaron a mover pero no se podían levantar, por lo que empezaron a empujarme para que saliera primero. Me hice la tonta y dejé que trataran de moverme mientras yo no hacia la más mínima fuerza.

- ¡Dale nena! Tampoco es que seas tan livianita como para que no ayudes- me dijo James.

- ¿No era que estaba más flaca? ¡Pónganse de acuerdo!- les dije para hacerlos enojar un poco.

- Dale flacucha, vos no tendrás hambre pero yo si- dijo Logan empujando más fuerte, por lo que no me quedó más opción que levantarme. Al hacerlo, los dos cayeron uno contra el otro hacia el medio del sillón. No pude evitar reírme por la cómica escena.

- Deja de reírte enana- dijo James.

Cuando estaban por saltarme encima para hacerme cosquillas apareció mamá con una fuente en cada mano, advirtiéndonos que si no nos sentábamos de una vez no íbamos a comer.

¡Cómo no iba a querer comer! Mi mamá había hecho milanesas con puré, la comida favorita de todos. Mi estómago empezó a rugir cuando vi toda la comida que había hecho. Parecía que íbamos a comer como 10 personas. Aunque, teniendo en cuenta a los bestias de mis hermanos, no iba a durar mucho.

Cuando ya estábamos todos sentados, empezamos a servirnos comida en nuestros platos. Nos dispusimos a comer entre charlas absurdas y anécdotas familiares.

Cuando terminó la cena me di cuenta que era momento de contarles a mis hermanos sobre el asunto con la policía y Daniel.

Parece que mamá pensaba lo mismo porque se excusó diciendo que iba a buscar el postre, aunque antes de irse me dijo al oído: "Es hora de hablar hija".

Creo que estoy acabada. Hoy, definitivamente, me van a matar.

Mis ReglasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora