Capítulo dieciséis

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Desperté temprano, lo más temprano que uno puede despertar cuando se acuesta a las 8 am, y me levanté porque tenía hambre.

Fui al baño a lavarme la cara y los dientes y de paso me vestí con la misma ropa que lleve el día anterior a la Facultad. Era fin de semana por lo que no vería a ningún compañero.

Cuando salí del baño vi que Demian seguía profundamente dormido, por lo que me dio pena despertarlo. Cuando el hambre lo atacara, como siempre sucedía cuando olía comida, se despertaria solito.

Cuando salí al comedor de la casa vi a Liliana cocinando. Sinceramente lo que sea que estaba haciendo olía delicioso.

- Buenos días Lili, ¿cómo estás?- le pregunté mientras ayudaba a poner la mesa. Eran las doce del mediodia, hora de almorzar.

- Estoy bien linda, gracias por preguntar. ¿Cómo dormiste? ¿Descansaste bien? Me imagino que se divirtieron mucho- respondió. Adoraba que me llamara así, siempre me trataba como su hija. Según ella, era lindo tener otra presencia femenina en la casa.

- Si, dormí bien. Sinceramente me levanté porque tenía hambre- ella se rió y yo ya sabía porqué lo hacía. Yo siempre tenía hambre- anoche fue divertido. Terminamos yendo a casa de Millie-.

- ¡Ah! Esta bien. Y ¿a qué hora volvieron? No los escuché entrar- preguntó curiosa mientras seguía revolviendo la comida que había  en la olla. Me acerqué y aspiré el aroma de la comida. Estaba haciendo fusiles con salsa de cuatro quesos, una de mis comidas favoritas.

¿Mencioné que adoro a esta mujer? Siempre que vengo me mima de alguna forma.

En fin, me pareció raro no ver a Lucio por ningún lado por lo que pregunté:

- Lili, ¿dónde está Lucio?-.

- Fue a comprar una gaseosa para almorzar. Sabemos lo mucho que amas la Coca Cola y queríamos darte ese gusto hoy. Además que mi pequeñito también la ama, un hábito que adquirió por estar siempre con vos supongo- y rió. No pude evitar sonreír. Sí que me conocen en esta casa. Vuelvo a repetir y está ves en plural, los adoro. Adoro todo en esta casa. Es mi segundo hogar.

- Gracias, es muy lindo de su parte. Encima haces mi comida favorita. ¿Cómo no adorarte mamá Lili?- le dije. Ese apodo se los suelo dar a las mamás de mis mejores amigos. Ellas siempre me tratan como a una hija más y son realmente como unas madres para mí. Si les digo así, es porque realmente las amo. Me pregunto cómo le diría a mi suegra...

Bueno, vuelvo a la realidad.

Termino de poner la mesa y me siento en una silla a esperar.

- ¿Necesitas ayuda? ¿te alcanzo algo? - le pregunto después de un rato en silencio.

- No hija, ya está casi lista la comida. Me parece raro que Demian no se haya despertado todavía. Ese muchacho si que adora comer- me respondió entre risas. No pude evitar reírme con ella. En eso se escuchó el ruido de la llave en la puerta y a los segundos apareció Lucio en la cocina, cargando dos gaseosas en los brazos. Las dejó sobre la mesa y se acercó a saludarme.

- Buenos días chiquita. ¿Cómo dormiste? Me alegro verte despierta- dijo mientras me daba un beso en la mejilla- ¿Y Demian? No me digan que ese muchacho sigue durmiendo-.

En eso apareció Demian todavía en pijama en la cocina.

- ¡Acá estoy! Acá estoy- dijo mientras levantaba las manos en señal de rendición y saludaba a cada uno de sus padres- ya me estaban tratando de dormilón seguro-.

La que habló primero fue Liliana.

- Buenos días hijo, ¿cómo amaneciste?-.

- Bien ma, dormí como un bebé- respondió mientras estiraba los brazos sobre su cabeza y bostezaba. Se acercó a mi y me dio un abrazo- ¿vos como dormiste pulga?- me preguntó.

- Dormí bien, me levanté porque mi panza pedía a gritos comida- respondí. Todos reímos al final de mi comentario.

- Menos mal que despertaste entonces hijo, sino no quedaba nada para comer- dijo Lucio. Otra vez volvimos a reír todos.

Lili puso la comida en una fuente y la llevó a la mesa donde nos sentamos todos a comer. Cada uno se sirvió un plato y comimos entre chistes y risas. Siempre era así cada vez que venía. Como me hubiera gustado tener una infancia como la de Demian. Él pudo elegir quien quería ser. Él fue feliz siempre.

No me malinterpreten, amo a mi madre y a mis hermanos, pero me hubiera gustado tener una familia mejor. En realidad, me hubiera gustado tener un padre mejor. Aunque mamá hizo un gran trabajo con nosotros, no es lo mismo. Las cicatrices que dejan los padres en las vidas de sus hijos son para siempre.

Terminamos de comer y entre todos juntamos la mesa. Lucio se ofreció a lavar los platos, por lo que Lili quedó libre y decidió ir al living a mirar televisión.

Cuando vi la hora me di cuenta que tenía que volver a casa. Mamá me debía estar esperando y quería estar con ella hoy. Además seguro necesitaba ayuda ya que mis hermanos irían a cenar. A mamá le daba el ataque de limpieza cada vez que mis hermanos venían.

Fui a la habitación a buscar mis cosas y después fui a saludar a Lili y a Lucio mientras Demian se cambiaba. Cuando terminó fuimos a la puerta, salimos a la calle y me acompañó hasta la parada del colectivo que me llevaba a casa. Cuando vi que el colectivo venía, salude con un beso en la mejilla a Demian y lo  paré para subir.

Ya arriba, me puse mis auriculares para escuchar música. No iba a ningún lado sin ella. La música es mi vida. Es mi calma en los días más grises. Es mi todo.

Cuando llegue a mi parada, bajé y me dirigí a casa.

Entre al departamento y vi a mamá esperándome en el comedor.

- ¡Hija! ¡Hola! ¿Cómo estás?- me preguntó.

Mire el piso y no pude evitar que mis ojos se llenaran de lágrimas. Cuando volví a mirar ella simplemente dijo:

- Parece que tuviste una noche difícil, ¿no bebé?-.

Me abrazó y no pude evitar llorar.

Mi mamá siempre sería mi lugar seguro. Siempre sería mi hogar.

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