Capitulo XXIII

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Capítulo XXIII


Dylan Holsen.

— ¿Ya estás aquí? — Le pregunto a Allan desde el otro lado de la línea.

— Siempre estuve aquí.

Yo sonrío como un idiota y cuelgo la llamada.

Después de que el chico extraño entrara a la estación de policía, este se declaró culpable. Lo curioso es que todas las pistas apuntaban a él, pero ¿cómo puedes culpar tan bien a alguien que no hizo nada? Pero eso no es lo importante, a fin de cuentas, la policía se lo creyó, ya que como dije anteriormente, todas las pistas apuntan a él.

Después de confirmarlo, la policía nos dejó libres a todos los sospechosos. A mí.

Después nos entregaron nuestras pertenencias, y entonces aproveché para llamar a Allan, y le dije que viniera por mí. Era de noche y estaba muy débil para ir solo hasta mi casa.

Estoy en las escaleras del establecimiento, pero justo tengo vista hacia la puerta de la entraba principal, esperando a Allan.

El cual aún no llega.

Bajo la cabeza a mis rodillas y las abrazo con mis brazos, pegándolas así a mi torso. Hace frio y tengo hambre, necesitaba ir a casa.o

Pero entonces, siento que me tocan el hombro con suavidad, eso me sacó de mis pensamientos y me alertó haciendo que subiera rápidamente la cabeza para ver de quien se trataba.

Pero me vuelvo a relajar después de ver de quien es.

Era Allan.

Sentía que me veía con lastima, odié eso, pero en la circunstancias que estaba, no me importó.

— Dylan... — Me llama Allan con dulzura.

Yo me pongo de pie lentamente, utilizando las pocas fuerzas que tenía.

— ¿Dylan, estás bien? — Me pregunta Allan preocupado.

Yo me volteo para verlo de frente. — No...

El asiente. —Está bien, no digas nada. — Hace un leve sonrisa— Ven, te llevaré a casa.

El comienza a caminar dispuesto a irse, pero lo detengo tomando su brazo. Él voltea extrañado, pero no lo pienso mucho cuando me acerco rápidamente y lo abrazo. Lo abrazo tan fuerte como puedo. Él no tarda mucho en responder, abrazándome con fuerza y demostrando lo preocupado y feliz que estaba de verme.

Hundo mi cabeza en su cuello, huele tan bien como lo recordaba. Y eso solo me hizo sonreír como un idiota otra vez.

Luego de un momento, me separo de él. Allan me regala una sonrisa de boca cerrada mientras yo solo veo sus mejillas, las cuales están ruborizadas.

— Yo también te extrañé, D.

Lo dicho ocasionó que esta vez fuera yo quien se sonrojara. Pero él no lo notó, ya que comenzó a caminar hacia la salida de la estación de policía. Yo solo lo sigo.

Una vez afuera, puedo sentir como el aire frio chocó con mi cara, ocasionando un leve escalofrío en todo mi cuerpo e inconscientemente me abrazo a mí mismo, dándome así algo de calor.

—Amm... —Comienzo a hablar llamando la atención de Allan, el cual se detuvo al frente de mi para escucharme — ¿Dónde está el auto, Allan?

El ríe un poco.

— No todo el tiempo ando en un carro, D. —Obvia el ojiverde — Ven, caminemos, no estamos muy lejos.

El se da la vuelta y comienza a caminar por la acera de la calle, yo lo sigo a su lado.

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