Capitulo IX

36 9 34
                                    

Capítulo IX

Dylan Holsen.

El timbre que indica que las clases del día de hoy terminaron, ya sonó. Me encuentro afuera del instituto como me indicó Allan, tengo mi celular en el bolsillo por si a caso y mi patineta está sujeta a mi brazo mientras espero.

No confiaba en él, no después de lo que ví anoche. Pero sentía la necesidad de ir con él hoy, porque cuando pudo hacerme algo, no lo hizo. Quizás quiera demostrar algo, y sí, con la desconfianza por delante, pero veré qué quiere realmente.

Ya la lluvia se había detenido por completo. Todo el lugar estaba muy húmedo y grandes charcos estaban por todos lados.

—¿Esperándome, Señor Holsen?

Una voz suena a mis espaldas, haciendo que voltee para ver de quien es.

Es Allan.

—Dijo que lo esperara afuera, Señor Gray, así que aquí estoy.

—Que obediente, Señor Holsen.

La manera en la que producía mi apellido me causa gracia, así que no puedo evitar reírme y el ríe conmigo. Su risa es contagiosa y muy agradable.

—Y, ¿A dónde vamos, Señor Gray?

El alza sus manos como si no supiera nada. —No lo sé, Señor Holsen, veamos que nos depara el destino.

Dicho esto, comienza a caminar y yo lo sigo a un lado por la acera de la calle.

Mientras caminamos, no he dejado de mirar a todos lados de la forma más discreta posible. Ya que también existía la posibilidad de que sea una especie de trampa. No lo sé, pero tengo que estar preparado para todo.

—Veo que trajo su sofisticado vehículo de transporte, Señor Holsen. —Dice refiriéndose a mi skate.

—Así es, Señor Gray.

—Y ¿no piensas usarla o qué? —Me pregunta con una sonrisa que al parecer no quería borrarse de su pálido rostro.

Y entonces se me ocurrió. — Solo si tú vienes conmigo.

Hablé muy pronto, pues su sonrisa se borró al instante en el momento que dije eso.

Él se detiene por completo y voltea a verme. —¿Qué?, no me subiré a una patineta, Holsen.

— ¿Tienes miedo? —Digo colocando la patineta en el piso y monto un pie sobre ella a la espera.

—No, eso jamás, solo que...— Hace como si pensara un poco. — No me gusta.

—Vamos, no te va a pasar nada, lo prometo.

El asiente rendido. — Bien, pero si me pasa algo voy a demandarte.

Exclamó él amigo de psicópatas que amenazaron con matarme ayer. Que irónico.

Mi patineta es lo suficientemente grande para que quepamos los dos. Ya había hecho esto antes, sabía que no iba a pasarle nada malo, tampoco me convenía, la verdad.

El monta sus dos pies en la parte trasera de la patineta y yo aún tengo un pie en el piso para impulsarme a arrancar, mientras el otro descansa firmemente en la parte delantera del skate.

—¿Listo? —Le pregunté.

Él asiente, puedo sentir que está nervioso y eso me causa gracia. Entonces me impulso con el pie que está en el suelo y lo monto rápidamente en la patineta que ahora está en movimiento, Allan por instinto se sujeta con una mano de mi sudadera y la otra la coloca rápidamente en mi cintura también agarrando mi suéter. Yo por instinto y para transmitirle seguridad, tomo con mi mano la suya que está en mi cintura y él la toma rápidamente. Desde donde estoy puedo escuchar como ríe a mis espaldas, es evidente que está nervioso, y su risa es tan contagiosa que rio con él.

UNO por UNODonde viven las historias. Descúbrelo ahora