Capitulo XXI

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Allan Gray

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Allan Gray.

— ¿Está completamente seguro, joven? —Me pregunta la policía por segunda vez.

Asiento con la cabeza —Sí, oficial.

—Bien, gracias, muchacho. Puedes irte ya.

—Gracias.

Y con eso salgo del salón. Habían pasado ya dos horas desde el suceso del jardín y el grito. Está claro que no todas las personas lo manejaron igual que nosotros, ya que desde del grito, todos se alertaron, parecía que les hubieran metido un fosforo en el culo, porque comenzaron a correr hacia todos lados, alterados y preocupados.

Unos se hicieron los valientes y salieron al patio, pero su valentía los dejó a mitad de camino, ya que después de la escena que vieron, salieron corriendo como niñitas asustadas y llamaron a la policía.

¿Qué había afuera? Eso no lo sé, no me acerqué, yo no. Pero ese no es el punto en discusión, como buen asesino, sé que lo más probable es que estén intentado inculpar a alguien, ya que asesinar a una persona en un lugar público, no da muchas pistas a que te descubran, en especial si es una fiesta y hay un montón de chicos y chicas bebiendo y drogándose.

Pero eso no me preocupa, lo que sí es que ese asesino o asesina está entre nosotros. Y un lugar con asesinos y asesinos, no es bueno.

Después de recorrer toda la casa para poder encontrar la puerta de salida, me topo con Jennifer, muy seria.

Ella me toma de un brazo y me acerca a ella para tener una conversación mas intima.

—En el grupo todos dicen no saber nada, y eso se me hace muy raro, ¿a ti no? —Me pregunta la castaña casi en un susurro mientras veía hacia todas direcciones para vigilar que nadie nos viera o nos escuchara.

—Claro que se me hace raro, pero me da mucha suspicacia que hayan querido inculpar a alguien.

Ella detiene sus ojos en mí y me observa seria y con un poco de confusión.

— ¿Estás queriendo decir que fue un homicidio preparado? Es decir, ¿para acusar a alguien?

—Claro, un asesinato en público es para culpar a alguien más, de otro modo, solo lo sigues hasta su casa y lo apuñalas por el camino.

Ella asiente asimilando mis palabras y baja su vista al suelo, pensativa. —Ya...

— ¿Sabes qué me preocupa?

— ¿Qué?

—Que el asesino está entre nosotros, y que mejor que un asesino para descubrir a otro asesino.

Ella alza su vista para mirarme directamente a los ojos. — ¿Estás diciendo qué...?

La interrumpo. —Que deberíamos irnos ya de este jodido lugar.

UNO por UNODonde viven las historias. Descúbrelo ahora