VI

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Por mucho más que quiso alejarse de ese beso, al final cayó ante los labios contrarios dulces y con un poco del sabor del licor en estos.

Kaeya sabía que estaba haciendo, su sonrisa, su actuación y su cuerpo resultaban ser sus mejores armas contra cualquiera, pero la su manera de besar también contaría como su as bajo la manga. Moviendo su cabeza de lado a lado y metiendo su lengua dentro de la cavidad bucal del pelirrojo quien apenas sabía cómo llevar el ritmo. Lento y que más apasionado se volvía con cada segundo. Soltando el cabello el pelirrojo al mover sus manos sobre la melena rojiza y deslizándose hasta llegar al pálido rostro.

Se separaron para tomar aliento, pero Diluc no quería hacerlo. Moviéndose insistente hacía donde el contrario tratando de volver a besarlo y provocando risas leves complacido por esa reacción que le parecía adorable.

-Espera, espera -repitió bajando sus manos hasta el pecho del pelirrojo. Los rubíes intensos estaban puestos en él, casi pudiendo ver a traves de su alma y estos le indicaba que estaba en su límite. De verdad quería continuar. -. No tiene nada de divertido hacerlo en el sofá.

Lo tomó de su mano y lo guío a la habitación. Una vez ahí, cerró la puerta detrás de él, caminó hasta donde Diluc y con una sonrisa lo empujó haciéndolo caer sobre su espalda en la cama.

Sus ojos se abrieron con sorpresa ante ese gesto rudo, la risa de Kaeya se escuchó por un segundo antes de subir y quedar a pocos centímetros del pelirrojo. Relamió sus labios y fue un detonante para el contrario para querer tenerlo cerca de él finalmente.

Las manos de Diluc estaban desesperadas por quitarle la ropa, esos ropajes tan extravagantes lo hacían ver tan bien ante sus ojos. El jadeo que salió entre el beso por parte de Kaeya cuando sintió las manos contrarias tocar su piel morena fue una victoria para Diluc.

Se incorporó y Kaeya terminó con sus piernas a la par de las caderas del pelirrojo. Sería una posición más que perfecta para besar su cuello, viajar por sus clavículas y finalmente hacerlo gemir levemente al estimular sus pezones. Aprovechando también que su cuerpo estaba sobre las caderas del pelirrojo, cada tanto subía y bajaba torturando ya de por sí el problema que tenía Diluc debajo de la tela. Mientras que uno se deliraba por los gemidos leves, el contrario también disfrutaba de sus gruñidos.

Finalmente decidió moverse, alejarse de Diluc y que este entendiera lo que intentaría hacer fue lo mejor. Trataría el dolor punzante que experimentaba el pelirrojo, los gemidos de Kaeya lo pusieron duró casi de inmediato.

Cabe decir que Diluc estaba avergonzado, pero ver al contrario estarlo le tranquiliza a un poco. Estando en su misma posición y con la mirada de Kaeya puesta en él, no tardó demasiado en dejar expuesto el gran problema que le causaba dolor. Kaeya lo tomaría y sin pensarlo más de dos veces, lo introduciria a su boca, subiendo de arriba y abajo repetidas veces ayudándose con su mano derecha mientras que con la izquierda tendría que conformarse para también dejarse expuesto y masturbarse al mismo ritmo que lo hacía para Diluc.

Las piernas del pelirrojo se abrieron por inercia, dejando que se acercara lo mejor posible. Sus gruñidos ahora se convirtieron el gemidos sonoros, conteniendose tanto como se podía permitir. Sus ojos no parecían poder mantenerse abiertos, el placer lo obligaba a mantenerlos cerrados, pero aún así quería ver el trabajo de Kaeya en su entrepierna. Una vez esté vio que movía ligeramente sus piernas y temblaba en su lugar, se detuvo sabiendo que pronto llegaría al clímax y que no se lo iba a permitir tan pronto.

Diluc por supuesto que se mostró molesto ante eso. Kaeya se alejó y al verlo así, evitar soltar una pequeña risita le fue imposible. Tampoco había llegado al clímax pese a haberse masturbado él mismo, también sentía como su miembro se movía al derramar el líquido preseminal.

Ni siquiera Kaeya pudo darse cuenta en qué momento terminó él sobre la cama completamente expuesto, con el pelirrojo sobre él besando sus labios y con su mano derecha estimulando su miembro. Básicamente estaba ahogando sus gemidos en el beso porque Diluc no le permitía gemir de manera libre mientras movía su mano rápidamente buscando que siguiera arqueando su espalda por el placer. Al igual que lo hizo Kaeya, el pelirrojo se detuvo al notar que casi llegaría al clímax y, ante la mirada suplicante de quién se encontraba a su merced, no dudó en lamer el poco líquido preseminal para después volver a besarlo.

A diferencia de lo que cualquier otra persona pudo haber pensando, ante la vista de Kaeya eso fue tal vez lo más erótico que haya visto.

Diluc le hizo ponerse en cuatro, abriendo un poco las piernas para dejarle en claro al pelirrojo que estaba a su merced y solo apoyándose con sus codos sobre la cama. Estaría ahora estimulando su entrada utilizando su lengua, no hizo falta tanto tiempo para que Kaeya comenzara a gemir de nuevo está vez de forma más aguda. Ahogando unos cuantos con las sábanas de la cama cuando su cuerpo caía ante la excitación, pero que posteriormente levantaba su cabeza dejándolos escapar. La lengua de Diluc no parecía querer tenerle compasión alguna, de verdad quería seguir escuchándolo y quería mantenerlo preparado para cuando introdujera su miembro.

Uno a uno fueron entrando los tres dedos en Kaeya. Poco a poco mostraba no querer seguir así, su rostro pedía a gritos que de una vez estuviese dentro de él.

Fue escuchado luego de unos segundos, tal parecía que el pelirrojo ya no podría soportarlo y cuando retiró sus dedos ni quiera le dio tiempo al contrario de respirar cuando sintió estar finalmente dentro de él. Sus rodillas temblaron y por un momento pareció querer caer rendido, pero lo soportó.

Diluc no se movió por un rato, entendió que debía dolerle y hasta que Kaeya se lo pidió pudo comenzar a embertirlo lentamente. Llevó sus manos hacia las caderas de Kaeya con cada embestida, mezclando ambos sus jadeos y gemidos. Kaeya le pidió moverse más rápido, la respuesta fue el concederle la petición. Salir y entrar de su cuerpo se sentía como estar en el cielo y el infierno al mismo tiempo.

Seguiría aumentando el ritmo, la mano derecha de Kaeya se durijio hasta tu miembro y se masturbaria también al ritmo del pelirrojo. Con esto, estaba más que claro que el primero en llegar al clímax sería él y como Diluc no se lo permitiría, salió de él lo cual irrumpió con la actividad de Kaeya para darse placer a si mismo aún sin entender que planeaba.

-No sería divertido si te vienes primero.

Al decirlo, movió el cuerpo del peliazul a su gusto, colocándolo bocarriba está vez y con sus piernas hacia arriba. Diluc abriría la piernas del contrario y las tomaría para sostenerse de estás para después estar dentro nuevamente. La posición le permitiría ver directamente a Kaeya, observar como arqueba ligeramente si espalda, el como mordía su muñeca tratando de evitar que Diluc viera su rostro avergonzado y también como apenas se podía mantener despierto ante la excitación. Evitaría también que tratara de hacerse llegar al climax pues si intentará hacerlo, sería tentenido por él.

Está ocasión no mostraría piedad. Aunque por muy adorable que le pareciera Kaeya en esa posición solo le provocaba no querer detenerse hasta llegar al final. Haría que llegaran al clímax al mismo tiempo sin importar que y lo haría cuando bajara el ritmo solo para dedicarse a embestir de manera más ruda y lenta. Sí, sería una tortura para él, pero sería necesario si deseaba cumplir con el objetivo.

Con el embestirlo un paz de veces más, los brazos de Kaeya lo llamaron a qué se acercara hasta él y lo hizo, escuchandolo maldecir así como jadear y venir en su oído por el ritmo. También sintió como se aferraba a él con sus piernas, todo con el propósito de tenerlo cerca cuando llegaran al clímax. La espalda de Kaeya se arqueó y Diluc gruñó que ambos se comunicaron el haber logrado el objetivo del segundo.

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