VIII

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En el momento que despertó supo que estaría solo. No esperaba que se quedara, tal vez si hubiese pasado eso lo habría hecho irse de todas maneras pues no sé sentiría bien consigo mismo y quizás para el pelirrojo también sería incómodo después de lo de esa noche. Un suspiro salió inconsciente y pasó su mano por su cabello que caia por su rostro sonriendo tontamente recordando la noche pasada antes de acabar desnudo y solo en su cama.

Colocarse su ropa casual le fue extraño, ya ni siquiera se sentía bien usando una pijama al estar tan costumbrado a utilizar esa ropa extravagante. No negaba el hecho de que le gustaba usarlos, simplemente que ser quien solía ser en ese lugar estaba siendo ya parte de si mismo. Esa fachada siendo el príncipe encantador para las chicas se habia adherido tanto a él.

Salió de la habitación intentando recordar que día era, caminando hacía la cocina y maldiciendo por ese leve dolor e su cadera, sabiendo que estaría así por un tiempo, pero que al final de cuentas él mismo se buscó.

—Son las tres de la tarde —habló su compañero haciéndole saltar en su lugar. —, ¿te asusté?

—No hagas eso... —murmuró un poco malhumorado. La sonrisa en Zhongli se hizo mayor, viendo cómo su compañero se tambaleaba hasta llegar al sofá y bebiendo algo que tomó de la nevera.

—Te ves horrible.

—Gracias, necesitaba oír eso.

—En serio, te ves horrible. —insistió ahora estando frente a él y cruzado de brazos. La mirada de Kaeya estaba puesta en él y con dificultad logró ver como esa sonrisa se fue borrando poco a poco, ahí fue cuando supo que estaba en problemas. —¿Te molesto si pregunto que rayos haces?

—Ya me molestas lo suficiente...

—No parecías muy molesto anoche, al contrario. —el contrario rió ni sabiendo el contestar a la pregunta, tenía la respuesta en su boca, pero ese comentario por parte de Zhongli lo tomó desprevenido.

—¿Nos escuchaste?

—Ojala fuese así. —murmuró. —¿Sabes por qué aún no me voy de aquí?

—¿Por qué me quieres mucho, eres un gran amigo y no me dejarás solo? —dijo con tono burlón.

—Porque temo que puedas meterte en problemas.

—Si, mamá... —giró su cabeza hacia cualquier lado ignorando esas palabras. —No soy un niño, deja de tratarme como tal.

—Te comportas como uno, Kaeya. ¿Si quiera sabes con quién te fuiste a meter anoche? —el contrario se encogió de hombros. —¿Su nombre?

No tenía ni idea de quién se trataba ese pelirrojo, no tenía demasiado interés por saberlo. Era tan simple como que ya había un compromiso por parte de ambos que estaban cumpliendo, tal vez fueron un poco más lejos que lo que esperó, pero no sé quejaba.

—¿Dónde te quedaste?

—Afuera. Pudiste llamar y hubiese buscando donde quedarme... —gruñó. —Ya no importa, solo me preocupo por ti, pero tal parece que me vas a ignorar así que haz lo que te plazca y olvídate que existo para cuando decidas venir a pedirme ayuda.

Kaeya río sabiendo que esas palabras eran mentira. Siempre estuvo y lo estará para él y no puede estar más agradecido aunque eso jamás se lo diría. Su orgullo era mayor.

—Hoy no iré, ¿trabajas hasta tarde?

—Si, eso tenlo por seguro. Está de maravilla que no vayas porque necesito que me expliques unas cosas, me lo debes por lo de anoche.

—Depende...

—Comienza por recomendarme mangas.

Y el rostro de Kaeya se llenó de genuina sorpresa.

—Espera, espera... —rió por lo bajo el haber creído escuchar mal. —¿Manga? ¿A qué se debe eso?

—Tengo curiosidad, solo es eso. —no muy convencido con eso, decidió contribuir pese a no tener un amplio conocimiento pues ya no tenía el tiempo para leer como cuando más joven y despreocupado era.

Quedó satisfecho al haber hecho una lista y dejó de prestar atención a los que Kaeya decía para enfocarse en eso. Deseaba entender por un lado de que se trataba y también el comprender como es que llegaba tanto la atención. Sin embargo; su navegación por internet se vio interrumpida por las noticias que aparecían hablar del mismo tema, frunciendo el ceño un tanto confundido y que su compañero notó percatandose que no escuchaba una sola palabra de lo que decía en todo ese rato.

—¿Qué sucede? —preguntó Kaeya.

—Diluc Ragnvindr parece que se va a casar pronto e internet está hecho un caos —movió su dedo viajando por la noticia en su teléfono. El contrario le dió mínima importancia a eso, no estaba al tanto de lo que la gente rica hacía o no. —. Es extraño, creo haber visto a su prometida en el restaurante anteriormente y tal vez a Diluc. Digamos que es difícil de ignorar a como se luce.

—No me interesa. Si se va a casar, que bien.

—Él es el del matrimonio arreglado. —una gran carcajada salió de Kaeya acompañada de una expresión de sorpresa.

—¿En serio? —el contrario sintió. —Creo que haya siento lástima por él.

—No lo creo, pese a que anunciaran que van a casarse, hay rumores de que el jóven Ragnvindr tenga amantes y ese tipo de cosas. Hacer un escándalo es especialidad de la prensa y los media de comunicación.

—Olvida lo que dije de sentir lastima por él, si es verdad que tiene amantes, entonces siento lastima por los amantes.

Dijo esto, el tema terminó ahí. El comentario sonaba un tanto extraño para su compañero al conocer la personalidad de Kaeya y que no dijo nada más por el hecho de que estaba ligeramente sorprendido por eso.

Estaba claro el hecho de que Kaeya ni siquiera sabía en el tipo de problemas que estaba por afrontar en esos días.

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