XVIII

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Para cuándo despertó supo que ya no estaría ahí, pero se había tomado el tiempo de acomodar su ropa a un lado y haber colocado una manta sobre él. Sonrió inconsciente y de nuevo se sintió avergonzado por lo que había sucedido la noche anterior.

Buscó su teléfono para mirar la hora y se sorprendió con la cantidad de mensajes recibidos de la persona menos esperada: Diluc.

Comenzó a leerlos todos y tal parecía que desde las nueve de la noche los noticieros solo hablaban de él y el futuro del matrimonio con Katherine. Estuvo a punto de dejar de leerlo porque se conocía bien, terminaría realmente mal si continuaba hasta que se percató que el último mensaje llegó solo pocos minutos preguntándole si estaba bien. Probablemente lo preguntaba ya que Childe era ese tipo de persona que vivía en su teléfono celular y respondía los mensajes de Diluc más rápido que cualquiera. No sabía si eso lo alegraba o que pudo haber sido que no pudo ignorarlo y contestó que estaba bien pese a que la noche anterior había llorado precisamente por su culpa.

Llegó al edificio donde se encontraría con Diluc y conocería a la chica llamada Katherine. Sinceramente, no quería asistir, no estaba del todo bien para seguir con todo aquello en lo que Diluc hubiese pensado para ese momento, pero no podía negarse ya que se trataba de él. A veces se odiaba solo un poco por seguir haciendo lo que el pelirrojo quería si eso significaba pasar más tiempo a su lado sabiendo perfectamente que nada de lo que piensa va a suceder.

Para su sorpresa, la chica fue amable con él y cooperativa a todo lo que Diluc decía en la oficina. No podía ignorar el hecho de que ella tenía ojos para él y también podía notar que estaba fascinada con el hombre frente a ella. De solo imaginar que tal vez ella estaría pasando por una situación silimar a la suya le causó un poco de empatía.

—¿Hablaste con él? —se atrevió a preguntar una vez la chica se fue. Diluc negó y soltó un suspiro. —¿Qué pasa? Diluc Ragnvindr no suele suspirar de esa manera. —se burló mientras se recargaba en su escritorio.

—No me odia, pero está molesto. Siendo sincero, también estaría molesto si estuviese en su situación, pero ambos saldríamos beneficiados.

—Bueno, no explicaste la situación. Era normal que sucediera.

—Tambien estoy molesto contigo —soltó de inmediato y el contrario frunció el ceño. —, ¿por qué le dijiste que era un amante? Se supone que me estás ayudando.

—¿Eh? ¿Que yo tengo la culpa? —preguntó riéndose. —Oye, yo jamás le dije eso con la intención de poner tensas las cosas y ya me disculpé con él. No entiendo que más quieres. Katherine está haciendo la mayoría del trabajo mostrándose linda y reluciente ante la prensa mientras que estás aquí sermoneandome por algo que debiste hacer tú mismo en primer lugar.

Diluc no dijo nada. Tenía razón.

El menor quiso sonreír y verse orgulloso de su victoria, pero simplemente no podía hacerlo. No lo culpaba, entendía de cierta manera que Diluc también la estaba pasando mal con todo el problema del matrimonio arreglado y aumentaron considerablemente las discusiones con su padre quien es su único pilar.

—Es verdad —dijo después de un rato y eso sacó de sus pensamientos a Childe. —. Lo siento.

—No te disculpes, Luc. —insustió con una media sonrisa y para cuando se dió cuenta vio en su amigo una sonrisa tal vez riéndose de la situación. Hacía tanto tiempo que no veía algo así y, por extraño que sonara para él, fue como un flechazo.

El tiempo de conocerse fue lo que hizo que cayera enamorado de él. Simples gestos como aquel era realmente difíciles de lograr en Diluc y se sentía orgulloso de ser de los pocos que lograba hacerle reir aunque sea solo un poco. Solo reiteraba que no sería fácil sobrellevar esto ya que no podría cambiar sus sentimientos por más que lo intente.

—¿Aún no reconsideras regresar a la universidad?

—Por ahora no, no quiero que mis padres se sientan obligados a pagarme la escuela.

—Deberias aceptarlo. Puedo ofrecerte un trabajo aquí, pero no podrías comenzar en un puesto alto, ya sabes cómo se pondría mi padre. —Childe asintió.

—Ya veré qué hago, por el momento no tengo mente para pensar en la escuela —concluyó alejándose. —. Nos vemos y suerte.

Diluc asintió y vio como el menor se marchaba. Childe pensaba en querer volver a encontrarse con Kaeya porque aquella disculpa no le sentó del todo bien, quería hacer algo por él nosra demostrar que no planea y mucho menos ser un enemigo o algo que lo haga sentir mal cuando ya de por si puede que se sienta de esa manera y también abrumado por un ambiente totalmente diferente al que acostumbraba.

Su teléfono vibró cuando se encontraba en el elevador, lo sacó de su bolsillo y llevó una mano a su rostro al sentir su rostro arder al leer el mensaje de Diluc disculpa dónde y agradeciendo el que lo apoyará en todo. Justo antes de que lo guradara en su bolsillo de nuevo, vibró una vez más y abrió sus ojos con sorpresa: un mensaje de Zhongli pedía verlo en cuanto pudiera.

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