XXI

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Su mano de manera inconsciente viajó a su labios. Miró de nuevo al pelirrojo y lo miró aproximarse a él haciendo que Kaeya retrocediera un poco y cerró sus ojos esperando algo del contrario. Sin embargo, no sucedio nada, solo sentía su respiración cerca de él y abrió sus ojos.

No sabía que esperar, pero esos potentes rubíes lo tenía acorralado en la limusina. Una leve sonrisa se formó en el rostro de Diluc al estar satisfecho con esa reacción.

—Incluso así, te ves muy apuesto. —murmuró Diluc alejando un mechon de cabello del contrario.

—¿Cómo se supone que debería reaccionar? -preguntó soltando un risita nerviosa al final. —Diluc, acabas de besarme frente a miles de personas y me acabas de decir que estás enamorado de mi... ¿Es parte de tu plan? ¿Debo seguirte la corriente? ¿Qué...?

Fue callado con un beso.

—¿Terminaste? —preguntó el contrario cuando se separó. —No estoy mientiendo. De verdad me he enamorado de ti, Kaeya.

—Por favor... —dijo alejándolo con sus manos. —No digas esas cosas, no juegues conmigo de esa manera, no ahora.

—No estoy jugando de ninguna manera. —insistió tomando una de sus manos y la guío hasta donde podía sentir su corazón. —¿Sientes eso? No es parte de ningún plan. Hablo en serio.

—Diluc, no quiero ser quien arruine más las cosas con Childe... —cuando se dió cuenta, en la expresión del pelirrojo solo notó confusión. Se maldijo mentalmente por haber hablado, pero en ese momento no estaba procesando del todo la situación. —Ah, rayos...

—¿Qué pasa con Childe?

—Supongo que ya no importa —murmuró para si mismo. —. Childe se molestó cuando llegué porque... Está enamorado de ti hace tiempo y le prometí no querer alejarte de él y ahora me dices esto... —suspiró.

Diluc comprendió todo en ese momento. Asintió levemente y consideró de verdad en querer disculparse con su amigo.

—Quiero saber que sientes -eso le hizo levantar la mirada. Kaeya frunció el ceño levemente. —. Dime.

—Estoy confundido ahora, me siento realmente mal por Childe...

—¿Qué hay sobre mi? -preguntó de inmediato aún sosteniendo su mano. —Sé que suena egoísta, pero no he podido estar tranquilo. Necesito saber si hay alguna oportunidad contigo.

No dijo nada, no comprendía del todo que sentía. Sin embargo, esos rubíes intensos parecían realmente desperados por una respuesta y lo hacía aún más complicado.

Al principio no tenía pensado nada, solo quería dejar de ser un chico host. Vió en Diluc una posibilidad sin imaginar la cantidad de problemas a los que iba a enfrentarse y ahora, ahora no estaba seguro de lo que sentía, porque no podía negar que Diluc probablemente sea la persona con quién más ha disfrutado el tiempo independientemente de que haya sido muy poco.

No quiere lastimar a nadie, se sentía ya realmente horrible con haber dicho lo de Childe. Ahora sabía que si rechazaba a Diluc también se lastimaria a si mismo.

De alguna manera, también quería estar con el pelirrojo.

—Me pides una respuesta que no puedo darte ahora, Diluc...

—Kaeya —lo llamó por su nombre con un tono desconocido. —, déjame demostrate que no miento.

—¿De que hablas?

—Quedate conmigo ésta noche, mañana iremos a la fiesta como había dicho anteriormente y te demostraré que no miento -pasó su mano por la mejilla del contrario esperando su respuesta. —, ¿me darías la oportunidad al menos?

Aceptó después de pensarlo un tiempo, lo hizo porque de cierta manera tenía curiosidad y porque creía que le ayudaría a aclarar su mente. Realmente para ese punto no tenía idea de que hacer o pensar, su mente y emociones eran un lío horrible y el tacto del pelirrojo era reconfortante por más sorprendente que sonara.

Quería dejar de sentirse así. Estaba asustado por no saber que pasaría después, porque lo que Diluc había hecho seguía sin poder creerlo. ¿Cómo esperaba recibir una respuesta de sus sentimientos? No podía pensar con claridad.

Siguió a Diluc en silencio después de bajar de la limusina, su cabeza permanecía baja y miró la mano del pelirrojo frente a él. La miró unos segundos para después tomarla, caminó aún estando detrás de él sin dejar de tomar su mano hasta que el pelirrojo se detuvo.

—¿Dónde estamos? —rompió el silencio Kaeya al percatarse de que el lugar era desconocido para él. Una vez dentro, ni siquiera hubo tiempo para contestar su pregunta cuando fue atrapado por los labios del pelirrojo. Quiso negarse, quiso apartarlo de él, pero no pudo hacerlo, simplemente no podía porque su cuerpo lo estaba traicionando.

Movía su cabeza al ritmo del beso y para cuando juntó el valor de querer alejarlo, la lengua del contrario se abrió paso y juró que sus piernas llegaron a temblar ligeramente. Se rindió, sus manos buscaron desesperado sentir el rostro de Diluc y lo hizo para profundizar el beso.

Diluc logró hacer que retrocediera, la espalda de Diluc chocó contra la pared y una vez en esa posición finalmente se separó de él.

—Lo siento —dijo el pelirrojo. Los ojos de Kaeya estaba puestos en él sin entender de qué se disculpaba. —, quiero disculparme por todos los problemas que he causado. Me disculpo ahora porque mi mente y mi cuerpo están pidiéndome a gritos tener tu cuerpo. Déjame ser egoísta, Kaeya. Déjame creer al menos que sientes algo por mi aunque no sea verdad.

No pudo evitar pensar que si se trataba de una petición un tanto egoísta, aún más después de todo lo que ha ocurrido. Pero, a pensar de eso, su cuerpo pedía exactamente lo mismo.

—Sé egoísta —contestó. —. No sé que pasará después, pero ahora mismo quiero que me lleves a la cama, Diluc.

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