XXII

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Su respuesta fue lo que Diluc estaba esperando oír. Por lo que, sin pensarlo más de una vez, atacó su boca en una manera tan desesperada al mismo tiempo que llevaba una de sus manos la rostro del peliazul. El contrario aceptó el beso, abrió su boca ligeramente dejando pasar su lengua y ambas hacían una danza al mover su cabeza. Su respiración rápidamente se aceleró, daba bocanadas entre el beso y aquello le gustaba a Diluc.

Sin embargo, no cumpliría con llevarlo a la cama. Tenía algo más en mente.

Su mano contraria bajó solo para comprobar que efectivamente estaba realmente excitado por solo el beso. Un gemido apenas audible se hizo presente una vez puso su mano el la zona y comenzó a mover su mano arriba y abajo. Kaeya abrió sus piernas ligeramente y el contrario soltó una leve risita al mirarle por un segundo después de separarse.

—No te detengas. —habló el peliazul en susurro. Ni siquiera había necesidad alguna de pedírselo de nuevo cuando ambas manos de Diluc estaban tratando de liberar lo que al contrario le comenzaba a doler debido a la presión de sus prendas. Por instinto una de sus manos fueron a su rostro mostrándose algo avergonzado cuando finalmente su miembro estuvo libre y las manos de Diluc comenzaban a estimularlo tortuosamente.

Una mano retiró la que estaba sobre el rostro de Kaeya. Quería ver su expresión, quería verle avergonzado y por supuesto escucharlo.

—No hagas eso —pidió acercándose a él y comenzó a besar su cuello. —, quiero verte.

Escucharlo le hizo tragar con dificultad, gemidos salían de sus labios así como su respiración se dificultaba. La mano de Diluc se movía lento, estaba siendo una tortura bastante placentera para Kaeya y cuando menos se dió cuenta ya estaba pidiendo que por favor fuese más rápido. El pelirrojo sonrió por escuchar eso, detuvo su trayectoria de besos y está vez se dirigió a besar sus labios una vez más.

Dejó de sujetar su mano y también se liberó del dolor que yacía en sus prendas bajas. La sensación que recorrió su cuerpo cuando ambos miembros se tocaron fue indescriptible, pero tan placentera. La mano de Diluc subía y bajaba tomando ambos, su velocidad aumentaba poco a poco y debido a que ya era demasiado tortuoso para el contrario, decidió moverse también.

La mezcla de sus gemidos hacía la experiencia algo totalmente diferente. Los gruñidos que salían de Diluc deleitaban al contrario a sobremanera.

Después de aumentar la velocidad, Kaeya se detuvo y se aferró a la figura de Diluc indicándole que estaba a nada de correrse. Se alejó un poco y se dedicó a solo mastubarle. Al cabo de unos segundos el cuerpo del peliazul tembló sobre el suyo, se aferró aún más y en su oído solo se escuchó un gemido acompañado de sin pequeño gruñido. La mano de Diluc terminó llena de aquel líquido blanquecino.

Kaeya al recobarse un poco tomó esa misma mano y la llevó a su boca, chupando y ligarmente mordiendo los dedos de Diluc. Simple y sencillamente el pelirrojo no pudo restirse ante aquello, retiró su mano de la húmeda boca del contrario y casi le obligó a darse la vuelta. Ahora el peliazul tenía su rostro frente a la pared y Diluc no pensó dos veces en abrazarle por detrás.

—¿Q-qué haces? —preguntó un poco confundido. Su respiración apenas estaba regresando a la normalidad y estaba bastante sensible pues acababa de correrse. Diluc no dijo nada, al tenerle así no dudó en bajar de una vez lo que cubría la parte baja del contrario y antes de que pudiese protestar, la mano derecha de Diluc se colocó en su miembro volviendo a mastubarlo y Kaeya soltó un gemido debido a la sensibilidad.

Quería pedirle que lo llevara a la cama, pero no estaba pensando con claridad.

La mano contraria, aquella que Kaeya había lamido los dedos de manera tan obscena y provocativa posible, estaba estimulando su entrada la cual ya estaba algo dilatada después de llegar al clímax hacía poco. Una vez tocó la zona, el contrario arqueó un poco su espalda, los besos que Diluc dejaba en su cuello lo volvían loco y la velocidad con la que también era estimulado en su miembro incluso nublaban su vista.

El primer dedo fue introducido, se quejó un poco pues fue un poco rudo y un pequeño "lo siento" fue susurrado en su oído. Acto seguido, el segundo está vez entró sin problema alguno y los movía dentro al mismo ritmo que su manos contraria se movía. Kaeya había olvidado la vergüenza que sintió hacía un momento, su manos estaban sobre las de Diluc mientras su rostro y pecho estaban sobre la pared como único soporte.

Llegado el punto en el cual Diluc no pudo soportar ver más la escena, por su parte, su miembro incluso comenzaba a palpitar y doler debido a la excitación.

—Por favor... -habló de pronto Kaeya. —Metelo.

Sus palabras endulzaron sus oídos e hizo caso. Ahora sus manos estaban puestas en su cintura y poco a poco entraba en él. Ambos brazos de Kaeya se colocaron en la pared y comenzó a rasguñar ésta una vez pudo sentirle completamente dentro.

Esperó un momento para comenzar a moverse, le pelirrojo cerró sus ojos una vez estuvo dentro y sin aviso previo el mismo Kaeya estaba moviendo sus caderas. Si él mismo le había pedido que estuviese dentro, estaba también tan desesperado para que se moviera. Así que eso hizo, embestirlo lento, pero con algo de fuerza.

Kaeya levantó la mirada, mordía su labio de vez en cuando con el intento de ahogar algunos gemidos, pero le parecía imposible. Una de las manos de Diluc viajó hasta estar cerca de su rostro, buscando su boca y el contrario se lo permitió para continuar mordiendo, lamiendo y chupando sus dedos.

Su propia mano viajó para seguir masturbándose al ritmo de las embestidas, dejando que Diluc se enfocará en la bella vista de su espalda, su cintura y caderas.

De acercó a él aún sin dejar de embestirlo, acercándose a su oído murmurando lo bello que era. La mezcla de gemido y aquellas palabras eran demasiado para el peliazul, pese a que su mente no le permitía pensar con claridad, estaba sientiendo algo más que solo placer.

El ritmo de pronto aumentó, Diluc levantó el cuerpo de Kaeya para que ahora estuviese más cerca de él. La mano del peliazul se alejó de su miembro cuando Diluc colocó la suya ayudándole, acto seguido sus brazos se levantaron y buscaron la cabellera del pelirrojo. Lo obligó a besarle, probablemente para ayudarle a callar algunos de sus sonidos, pero no ayudaba demasiado al final de todo. Más bien, solo quería besarlo desesperadamente antes de llegar al clímax.

Luego de bajar el ritmo y de un par de embestidas duras, ambos llegaron al clímax. Diluc no salió del contrario, se dejó llevar por el momento y terminó dentro de él. Kaeya por su parte el líquido se disparó ensuciando un poco la ropa que aún portaba de la cintura hacia arriba. Sus piernas temblaron ligeramente y cerró sus ojos tratando de regular su respiración.

Kaeya no quería arruinar el momento, se sentía agotado y obviamente que el pelirrojo también lo estaba, pero no podía evitar pensar en que tal vez las cosas no estaban yendo como le gustarían, en que tal vez esté lastimandose y lastimando a otros, pero debía decirle lo que sentía y si no era ahora, se arrepentiría después.

—Diluc —lo llamó una vez pudo formular palabras. Un pequeño "¿Uhm?" se escuchó de su parte y de nuevo plantó un beso en su cuello, un beso que le pareció incluso tierno y adecuado después de lo que habían hecho. —, me gustas.

El nombrado no dijo nada, solo rió notablemente feliz. Abrazó el cuerpo del contrario y Kaeya no pudo evitar también sonreír al sentirse como un tinto por reprimir la verdad de sus sentimientos. No sabía que pasaría después, ni sabía cómo enmendaria lo que había hecho o lo que diría, por ahora solo estaba seguro de que ese pelirrojo había logrado ganarse su corazón de alguna manera.

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