XXVI

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La conversación con su padre no había resultado como había querido a fin de cuentas. Sin embargo, le ayudó a darse cuenta de varias cosas y entre ellas fue que de verdad tenia fuertes sentimientos por Kaeya que jamás creyó poder tener hacía cualquier otra persona.

Incluso el solo pensarlo lo hacía sonreír de manera inconsciente.

Después de una noche dónde no pudo descansar en absoluto, el día pintaba a ser como cualquier otro y para su mala suerte no sería así.

Tan pronto terminó de alistarse esa mañana, su puerta fue tocada con insistencia. La abrió y se topó con dos hombres que le pidieron ir con ellos a petición de su padre, suspiró imaginando que la situación seguiría igual de tenga y aceptó sin poner ninguna resistencia.

Una vez dentro del auto, un mensaje llegó a su celular y se trataba de la pelinegra: en este le decía que las cosas habían tomado un rumbo demasiado drástico y necesitaba pensar en que hacer. Su rostro se llenó de confusión pura y para cuando intentó responder se le llamo la atención para que escuchará las indicaciones que les fueron dadas a los hombres.

Al parecer se iban a reunir con Crepus Ragnvindr cómo se lo habían dicho, pero no irían al trabajo o a su alguia residencia. Tanto él como Katheryne y su padre se reunirían en un lugar privado de la prensa.

Pese a las preguntas de Diluc, ninguno respondió que es lo que harían o se trataría todo.

Al mismo tiempo que eso sucedía, en la televisión se se estaba transmitiendo un espacio solicitado por el señor Ragnvindr de manera repentina. Los medios no tardaron en difundir todo lo que podían en las redes y otros canales de noticias pues parecía que precisamente esa era la intención. El primero en enterarse fue Chile quien de inmediato intentó llamar a su amigo.

Fue en vano. Diluc parecía no responder.

Sabía que recibía llamadas, pero si las respondía era seguro que alguno de esos hombres fuese a quitárselo también por órdenes de su padre.

Childe llamó en ese caso a Kaeya quien también había visto todo en cuanto despertó. Ambos discutían que rayos estaba ocurriendo, pero sin llegar a nada pues ni Diluc y Katheryne podían responder a las llamadas.

El pelirrojo finalmente bajó del vehículo y fue prácticamente arrastrado a entrar al lugar sin darle tiempo de saber de qué se trataba. Ahí dentro habían unas cuantas mujeres que lo recibían bastante felices que lo llegaron a asustar un poco.

Le pareció ver a Katheryne caminar por los pasillos bastante incómoda y cuando esté intentó ir tras ella, fue detenido por una de las mujeres.

-Oh, señor Ragnvindr. No puede ver a novia antes de la boda.

-¿Novia? ¿De que habla? -preguntó confundido. La mujer solo giró los ojos pensando que aquello había sido una mala broma.

-Por favor, no esté para bromas el día de su boda. Aún tenemos mucho por hacer, venga con nosotras.

No tuvo tiempo de seguir preguntando cuando fue llevado a la fuerza dentro de unas de las habitaciones.

Mientras tanto, Kaeya se reunió con Childe en su departamento.

-No entiendo nada lo que sucede, se supone que lo de la boda se haría en algunos meses y como iban las cosas estaba claro que se cancelaría... -caminó de un lado a otro antes de mirar a Kaeya y lo notó severamente preocupado. -¿Kaeya?

-Esto es malo, muy malo...

-¡Exacto! -levantó su teléfono celular intentando llamar a Diluc sin éxito. -Es inútil.

Volvió a mirar al peliazul y parecía afectado. En cuanto lo vio llegar pudo saber que estaba tan preocupado y confundido como él y no podía culparlo.

El celular del peliazul se iluminó y lo tomó sin pensarlo esperando que fuese Diluc. No lo era, pero si era Donna quién quería verlos pues no sabía absolutamente nada de la pelinegra hasta ver las noticias quedando igual de impactada como los dos presentes.

Por suerte, ella podría saber dónde se encontraban antes de que todo se saliera de verdad fuera de control y en un paradeo los tres se dirigían a la parte más lujosa de la región. Conociendo un poco los gustos del padre de Diluc y con todo lo que Katheryne había hablado de él fue así como Donna pensó en todos los lugares posibles para llevar acabo la boda más improvisada y costosa del mundo.

El camino fue largo dónde Kaeya no podía estar tranquilo ningún segundo.

La prensa por supuesto obstruida el camino y el peliazul insistió que pasará sobre ellos. Childe de inmediato lo regañó diciendo que no necesitaban más problemas y menos con la ley.

El lugar estaba repleto y parecía raro que ninguno de los medios haya dicho la ubicación del lugar y después los tres pensaron que precisamente para evitar que Kaeya o cualquiera llegarán a tiempo.

Las malas noticias continuaron pues Diluc, Katheryne y Crepus ya había partido, pero la prensa seguía ahí por alguna razón. Eso solo hizo que se retrasaran. Kaeya logro escuchar el destino lo llenó de un sentimiento indescriptible:

Se dirigían a la Catedral. Ahí se llevaría a cabo la boda.

-¡Eso está a una hora de aquí! -dijo la castaña preocupada.

-Habrá un tráfico terrible con la noticia. Toda la ciudad se asistirá.

-¡¿Que diablos están esperando?! -el grito de Kaeya asustó a ambos.

Childe asintió e intentando cruzar lo que podía debido a la cantidad de gente presente, pisó el acelerador para intentar llegar lo más rápido posible.

Donna miró al peliazul a su lado y en un intento de calmarlo, puso su mano en su hombro y le sonrió de manera tierna. El contrario la tomó mientras en su mente pasaban mil cosas.

Solo esperaba llegar a tiempo.

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