XXIV

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No estaba de acuerdo con llevarlo a casa, sin embargo tampoco podía pedirle quedarse. Se planteó en todo ese trayecto en que jamás se había tomado tanta molestia en hacer todo lo que ha hecho hasta ahora y por alguna razón se siente satisfecho, independientemente de los problemas que vengan a futuro.

-¿No me vas a detener? -habló el peliazul estando frente a la entrada de su hogar. El contrario negó.

-Ya haz hecho todo lo que he querido.

-Sinceramente, esto es extraño -despues de ello soltó una pequeña risita. -, jamás creí que pasarían tantas cosas. Tal vez trabajar en ese host club no fue tan malo.

Diluc sonrió al escuchar aquello y tomó su mano. Kaeya lo observó curioso, en realidad no estaba tan acostumbrado a ese tipo de afecto. Se acercó a él y plantó un beso en su mejilla para después uno en sus labios. Diluc pasó su mano contraria por su mejilla para después despedirse.

Cerró la puerta detrás de él y suspiró. No estaba cansado, estaba preocupado y sin poder sacar de su mente todo el problema que estaba sobre ambos y sonrió al pensar que ya no solo se trataba de él. Estaba pensando en un "nosotros" lo cual le parecía algo gracioso.

Caminó hasta llegar a la cocina y sobre la mesa vio una pequeña nota, de inmediato pensó en Zhongli y que le debía una disculpa por estar ausente tanto tiempo. A leer esa nota rió creyendo que probablemente haya hecho lo correcto en irse un tiempo, jamás estaba en casa y aunque fuesen amigos de hace mucho tiempo no podía detenerlo. Al fin y al cabo estarían en contacto gracias a Jean si es que de verdad se iba un tiempo.

Antes de que pudiese si quiera pensar en que hacer ahora solo, su puerta fue tocada un par de veces. Caminó hasta la puerta esperando que fuese el pelirrojo ya que por ahora no pensaba en nadie más y pues los medios estarían mucho más interesandos en Katheryne y el padre de Diluc. Sin embargo, la visita no fue grata y su rostro se volvió a uno lleno de confusión.

-¿Ningguang?

-Buenas noches, cariño. -habló ella con una media sonrisa y entrando al lugar dejando aún más confundido al peliazul. -¿Aquí vives? Uhm, creí que tendrías un gusto más refinado.

-¿Qué haces aquí?

-Que grosero. -de inmediato atacó. -¿No vas a invitarme algo de tomar?

-No lo voy a volver a preguntar, bruja.

La mujer giró los ojos al escuchar el apodo. Su semblante cambió a uno serio y por alguna razón aquello asustó un poco a Kaeya puesto que jamás la había visto de aquella manera.

-Supongo que el jóven Ragnvindr ya te habrá dicho nuestro trato, ¿no es verdad? -el contrario asintió- Bueno, su padre también habló conmigo y me pidió que regresaras al host club de inmediato para alejarte de su hijo y es por eso que estoy aquí.

-Lamento decirte que no voy a volver -respondió decidido. La mujer ya esperaba esa respuesta. -. Cualquiera puede tomar mi lugar.

-Imposible, -rió ella. -¿cualquiera me puede hacer ganar tanto dinero como tú lo haces? Mi querido Kaeya, eso por supuesto que no es posible. Tienes todo lo necesario para hacer caer a miles de mujeres y parece que también a los hombres si hablamos de Diluc Ragnvindr. Tienes un encanto seductor nato, querido.

-Eres tan superficial. -bufó.

-Lo que digas, cariño -de nuevo soltó una pequeña risita. -. Sin embargo; aún no me has dejado terminar. El señor Ragnvindr no me está pagando para hacerte regresar, por lo que no voy a cumplir con que regreses y eso es porque me negué a qué me pagara.

Kaeya abrió sus ojos son sorpresa.

-¿Qué?

-Diluc habló conmigo primero y solo regresaras si me eras necesario. Cómo te acabo de decir, no hay nadie que me haga tener más ganancias que tú, pero eso no significa que no tenga sentimientos. -pausó para observar con detenimiento el rostro del peliazul queriando soltar una carcajada. -¿No lo entiendes?

-Tu no eres Ningguang -susurró. -. La verdadera me estaría arrastrando a ese lugar.

-No quiero a un problemático en mi negocio, Kaeya Alberich. Me darías una mala imagen y es lo contrario de lo que busco. Puedo arreglarmelas sin ti.

Ella caminó hasta la puerta con la mirada del contrario puesta en ella aún sin creer lo que acaba de escuchar.

-¿Debo darte las gracias? -preguntó y la mujer solo rió antes de marcharse sin mirarle.

Aún estaba confundido, pero admitía que estaba feliz de que aquella mujer no lo haya llevado a ese lugar de nuevo. Uno de sus problemas estaba solucionado al menos, o eso pensaba.

Le agradecería a Ningguang por ello, aún no era de su agrado, pero lo haría de alguna manera.

host club ➵ dilucxkaeya (genshin impact)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora