XXXVI

500 70 8
                                    

El tiempo fue el que finalmente les dio la vida tranquila que tanto habían buscado.

Diluc no volvió a intentar buscar a su padre, ni siquiera había manera de contactarlo de todas maneras. Prefirió que las cosas quedara así pues su padre era quien debía cambiar. Por otro lado, estaba curioso por la vida normal que tanto desconocía y Kaeya se encargó de mostrarle lo divertido que podía ser.

En cuanto al peliazul, vendió finalmente ese departamento para dedicarse a buscar un lugar para ambos. Diluc fue quien le sugirió que fuese en Aguaclara, estaba muy lejos de todo lo que el centro de Mondstand era y terminó por aceptar.

—¿Ningguang? —habló Diluc al verla en la puerta de su ahora nuevo hogar. La mujer sonrió divertida por la reacción y entró al lugar cómo si se tratara de su propia casa. —¿Qué te trae aquí?

—Bueno, tenía curiosidad sobre ambos. —respondió tranquilamente dando un vistazo por el lugar. Kaeya apareció después de unos momentos y al ver a la elegante mujer se acercó hasta ella con genuina confusión. —¿Por qué esa reacción?

—No lo sé, por lo general tu presencia no me genera alegría. No después de trabajar para ti.

Ella bufó y giró los ojos.

—Me atrapaste —se dirigió está vez hacia el pelirrojo y le entregó una pequeña nota. —. Me pidió dartela.

Era de su padre por supuesto, el sello del águila en la pequeña nota está a ahí. La miró un momento antes de que el contrario preguntara si se encontraba bien, respondiendo que lo estaba. No le sorprendía en absoluto que haya tardao tanto tiempo en asimilarlo.

—¿Ya te marchas? —la voz del peliazul detuvo a la mujer y ella asintió con una sonrisa.

—Tengo asuntos que atender, aunque me gustaría saber todo lo que han hecho para tener este lugar tan bonito, será en otra ocasión.

Kaeya la despidió y cerró la puerta para después colocarse al lado del pelirrojo. Este le entregó la nota para leerla y su reacción fue una ligera mueca al no estar tan seguro de que en realidad haya cambiado. Quería decir, ya habían sido meses y no fueron los más fáciles.

Si no fuese por Katherine, Donna, Zhongli, Jean, Childe y Ningguang quién sabe que hubiese sido de ambos.

—¿Irás?

—Tengo que hacerlo —Kaeya gruñó con esa respuesta. —. No te pongas así, al menos quiero comprobarlo con mis propios ojos.

—Esta bien... —suspiró. —Supongo que es lo mejor. Si quieres ir, no te voy a detener.

Diluc sonrió con eso. El peliazul le dio un pequeño beso antes de correr hasta la cocina anunciando que pronto estaría lista la cena. La nota terminó en uno de los bolsillos de su ropa para después ir hasta donde Kaeya y ayudarlo un poco.

—¿Qué preparaste está vez?

—Te vas a sorprender, aprendí muchas cosas cuando estuve en el Acantilado Estrellado. —canturreó. —¿Te vas a quedar ahí o vas a poner la mesa?

Giró sus ojos e hizo caso. Al cabo de un rato ambos terminaron de cenar y Diluc se dedicó a escuchar al contrario hablar sobre un montón de cosas, todo lo que tenía planeado con él y su tono de voz era demasiado animado.

—¿Me escuchas?

—Oh, lo siento. —excusó el pelirrojo mirando con más detenimiento al contrario.

—Oye, si quieres que deje de hablar, solo dímelo. —rió divertido.

—No me molesta escucharte.

—¿Piensas en esa reunión con tu padre?— se acomodó a su lado sobre ese pequeño sofá.

—En realidad no. Me preguntaba, ¿alguna vez creíste tener algo así? Quiero decir, con alguien contigo.

Abrió sus ojos algo sorprendido con la pregunta. Negó después de un rato.

—Ni siquiera creí poder salir de ese lugar —le sonrió ligeramente para continuar después. —. Aún así, si alguna vez podía hacerlo, siempre me vi sólo. Quizás sea porque lo estuve la mayor parte de mi vida que no me importaba demasiado eso, pero estás ahí. Tengo que cambiar todos mis planes porque tienes que estar en todos ellos. No te voy a dejar ir tan fácil. ¡Detuve una por ti boda! Me debes una.

—Te lo compensaré un día.

—Mientras podrías irme pagando de otra manera, ¿qué dices? —Diluc no esperó aquello en absoluto, pero no podía negar que lo emocionó un poco. —Ambos hemos trabajado mucho, es tiempo para nosotros.

Se kevantó de su lugar y extendió su mano hacia el contrario quien la tomó sin pensarlo dos veces. Lo siguió hasta finalmente llegar a la habitación y Kaeya tomó control dea situación rápidamente al pedirle que se sentará en el borde la cama para después empujarlo sobre está y subir sobre él.

—¿Sabes? Estar en ese lugar me enseñó varias cosas que aún no hemos probado.

—¿Me darás el servicio completo? —le siguió el juego.

Una risita salió de los labios del peliazul.

—Te daré más que eso, cariño.

host club ➵ dilucxkaeya (genshin impact)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora