XX

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La velada fue buena, demasiado después de aquel de que Donna ya fuera por hecho que él y Diluc eran pareja. Fuera de eso, fue una cena normal en dónde Katheryne y Diluc parecían aún discutir de el asunto del matrimonio, pero que Donna al ser realmente animada parecía querer distraerle del tema preguntándole cosas triviales.

Las chicas se adelantarían a irse pues Katheryne tenía asuntos pendientes y Donna era su mano derecha. Así que por un momento el ambiente se puso un tanto extraño para Kaeya al quedarse a solas con el pelirrojo.

—Mañana hay una fiesta por la empresa en celebración a el reciente trabajo —habló Diluc después de un rato. El contrario asintió ante eso. —. Pasaré por ti a las 20 horas. ¿Te parece bien?

—¿Vendrás? Creí que solo vendría la limusina como siempre.

—No, está vez iré contigo.

Kaeya rió por lo bajo.

—Espero no quieras intentar hacerme olvidar que aún estoy molesto por no haberme dicho nada.

—Esperaba que si. —rió está vez Diluc y Kaeya se sorprendió por aquello. Sabía que no se trataba de una persona que le siguiera el juego así como así y le parecía extraño que ahora lo tomara con humor.

—Eres tan extraño, Diluc Ragnvindr —soltó con una media sonrisa. —. De verdad que lo eres.

—Lo tomaré como un halago —respindió después. —. Ya deberíamos irnos, aún hay trabajo que hacer mañana antes de la fiesta.

Escuchar eso hizo que Kaeya soltara un gruñido algo fastidiado por eso. Pese a eso, no era tan malo posar para la cámara y ver el resultado final.

Apenas su pie tocó fuera del lugar, miles de luces nublaban su vista. Al parecer alguien dentro del restaurante había llamado a los medios al ver a Diluc con quién supuestamente era su prometida y también ella había huido de las cámaras, sin embargo, ahora parecía una tarea imposible correr hasta la limusina.

Dió un paso hacia atrás y topó con Diluc quien lo sostuvo de sus hombros mirándole.

—¿Estás bien?

Murmuró y Kaeya asintió casi inmediatamente incorporándose. Una chica se acercó hasta donde ambos y comenzó a bombardear al pobre peliazul con preguntas paras las cuales no tenía respuesta, Diluc se colocó en frente y lo tomó del brazo pasando por la cantidad de personas frente a ellos hasta llegar a la limusina que había llegado par salvarlos a ambos. La puerta se abrió y Kaeya quiso entrar, pero se quedó afuera esperando encontrar a Diluc entre el mar de personas. En algún punto lo perdió y por supuesto que no entraría sin él.

Visualizó su cabellera rojiza no muy lejos y decidió traerlo con él pensé a que el chofer le pidiera no hacerlo. Regresó hasta quedar a pocos metros de él, aún cegado ligeramente por las luces de cámaras y teléfonos celulares apuntando a su rostro.

Diluc se había detenido aprovechando un poco que la prensa estaba presente para hablar y lo haría sin mentir. Respondería a las preguntas que fueran necesarias y se iría, esperando de alguna manera que los medios saciarán (o hiciera mayor) su sed de información.

—¿Ya hay últimos detalles para la boda? —preguntó una mujer.

—Como dije, eso pueden preguntarle a Katheryne. No estoy en posición de darles esa información que no poseo. —respondió sin más.

—¿Quien es el hombre que lo acompaña? —esta vez habló un jóven sosteniendo su cámara. Probablemente transmitiendo en vivo para alguna red social.

—La imagen de la compañía, mañana se darán los detalles.

—Hay rumores de que usted ha estado saliendo con otras personas —la misma mujer habló y la vista de todos se fijó en ella. —, ¿está engañando a la señorita Katheryne?

De pronto hubo un gran silencio. Kaeya se detuvo antes de llegar hasta donde él al escuchar esa pregunta.

—¿Engañando? —rió después de un tiempo. —Tanto Katheryne como yo tenemos derecho de salir con quiénes queramos, ustedes son quienes hacen suposiciones ridículas para arruinar la imagen de ambos, pero la verdad es que no me importa ahora. Pueden tratarme como gusten, pueden decir lo que quieran de mi, pero a Katheryne la dejarán en paz ya que es una buena mujer. En cuanto a mí, seguiré haciendo lo que he hecho hasta ahora.

Se dió la vuelta y se dirigió hasta donde Kaeya para de nuevo tomarle y llevarlo hasta donde la limusina con la cantidad de personas tomando captura del momento en dónde lo tomaría de la mano.

—¿Es acaso este su nuevo ligue? —la pregunta de un desconocido llegó a los oídos del pelirrojo. Se detuvo antes de entrar y sonrió. Kaeya no tenía ni idea de lo que pasaba por la mente del contrario así que solo esperaba que le indicara subir.

—¿Esto responde su pregunta?

Atrajo a Kaeya hasta él y juntó sus labios con los de él.

Ante los medios le importó muy poco lo que se avecinara y simplemente actuó sin pensarlo. Aunque, estaría mintiendose al negar que durante todo ese rato de verdad estaba muriendo por querer besarlo y no encontró momento menos oportuno que ese.

Una vez se separaron Diluc sonrió viendo la cara de sorpresa del contrario y le indicó que entrara de una vez y le seguiría. Por supuesto que todo se volvía una locura en un abrir y cerrar de ojos.

—¿Por qué hiciste eso? —pregunto el peliazul sin dejar de estar tan sorprendido, pero su voz era tranquila.

—Queria besarte.

Una respuesta simple, breve, sincera y directa.

—¿Entiendes que esto te va a traer muchos problemas?

—No me importa —respondio enseguida. Miró hacia abajo, sus manos seguían sujetas aún después del ajetreo y después miró al peliazul quien esperaba una respuesta y ni siquiera había notado que seguían sujetándose. —. Ya no me importa porque ya me di cuenta de algo importante.

—¿De que?

—De que tal vez me he enamorado de ti.

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