XXVII

905 130 37
                                    

La puerta fue tocada un par de veces para entrar después de la afirmación de la chica dentro. La sonrisa en el rostro de su padre le molestaba horriblemente en el momento que lo vio entrar y giró su mirada a cualquier punto de la habitación.

-Un día me lo vas a agradecer.

-Padre, ¿que diablos pasa contigo? -su padre borró la sonrisa al escuchar la pregunta.

-¿Conmigo? Quiero que mi hijo se case con una mujer buena y seas padre de familia. ¿Acaso eso es malo? No, no lo es.

-No quiero casarme con ella. Estás haciendo un espectáculo absurdo.

Antes de que siguiera pudiese continuar hablando, su padre lo abofeteó. La mano del menor se colocó en la mejilla mirándolo sorprendido.

Nunca le había puesto una mano encima.

-Ya no quiero seguir escuchandote, estoy harto de lo que haz hecho. Mi hijo será normal y se casará con una mujer, espero entiendas que yo solo quiero lo mejor y un día me lo agradeceras. -se dió la media vuelta para marcharse.

-Si mi madre estuviese aquí definitivamente te diría que estás loco. Debiste morir en lugar de ella.

Un incómodo silencio se hizo presente. Su padre no volteó a verlo, abrió la puerta y se fue sin más.

Diluc quedó solo en la habitación unos momentos intentando procesar lo que acaba de suceder. Su mano seguía puesta en su mejilla incrédulo que fue la primera vez en la que su padre lo golpeó.

La mujer volvió a entrar a la habitación en silencio y siguió con su trabajo de ayudarlo a alistarse.

Por otro lado, Katheryne tampoco lo estaba pasando del todo bien. La pobre pelinegra parecía toda una muñeca de aparador entre tantas telas, no tenía oportunidad si quiere de moverse por ella misma cuando era arrastrada hasta otro punto de la habitación siendo maquillada y arreglada.

Cuando finalmente pudo descansar se le dijo que la ceremonia se realizaría en una treinta minutos aproximadamente. Hasta en ese momento jamás imaginó que se pudiese celebrar una boda en tiempo récord, aunque algo en ella ya intuía que el padre de Diluc lo tenía planeado desde el momento que las cosas tomaron un rumbo distinto.

Tomó su teléfono celular y trató de llamar a quien fuese. Su novia fue la primera opción, pero no logró contactarse con ella.

Kaeya, Childe y Donna estaba metidos en el tráfico. Las cosas no pintaban bien, obviamente que toda la ciudad comenzó a moverse una vez se confirmó que en la Catedral se llevaría a cabo la boda y debido a todo el escándalo que se había hecho, no había nadie que no quisiese estar presente.

El peliazul no paraba de llamar a Diluc, con la mínima esoeranza de que pudiese hablar con él o algo así, pero era inútil. Pensaba que le habrían quitado la comunicación precisamente para evitar que siguiera tratando con él. Estaba frustrado, de los tres parecía genuinamente afectado porque por una vez que parecía que las cosas iban bien, siempre sucedía un imprevisto.

Esto ya no era el jueguito del principio con Diluc. Esto era muy serio ya que si la boda llegaba a realizarse, perdería al pelirrojo. No era amante de nadie y nunca lo fue, porque Diluc jamás estuvo en una relación con Katheryne, pero si estaba comprometidos era algo diferente. Aunque se divorciaran (algo que creía imposible ya que el padre del pelirrojo se lo iba a impedir) ya no sería lo mismo.

Se perderían el uno al otro.

-Hay una calle libre, pero tardaremos más al rodear.

-No importa, para algo existe el acelerador. -habló la castaña moviéndose de carril para llegar a la calle indicada por Childe. Estaban tan distraídos que ni siquiera notaron la cantidad de llamadas perdidas por Katheryne.

Fue Kaeya quien lo notó por el sonido apenas audible por la cantidad de autos que estaban en el camino.

Lo tomó pudo finalmente hablar con Katheryne entre las tantas llamadas.

Ella les dijo que tenían que hacer algo pues tanto Diluc como Katheryne ya no podía hacer mucho para convencer al padre del primero. Estaba de decidido con llevar a cabo la ceremonia que comenzaría en treinta minutos. Kaeya sabía que no podrían llegar, la desviación aumentaba diez minutos la llegada.

Sin embargo, la pelinegra le dijo que intentaría hacer tiempo. Haría lo imposible para hacerlo y que confiaba en él.

Para ese punto, Kaeya ya no estaba tan seguro. Comenzaba a rendirse, un millón de escenarios en su mente estaban matandolo pues si no lograba impedir la boda se había terminado todo. También, por más loco que pudiese sonar, comenzaba a creer que simplemente debía ser así. La vida le dió una oportunidad y ahora estaba a solo unos minutos de que se fuera para siempre. Si debía ser así, entonces lo debía aceptar.

Si debía perder a Diluc entonces debía ser así, ¿no?

¿Debía terminar así? Ya no estaba seguro. Incluso dudaba de sus sentimientos. Estaba haciendo una completa locura por él, sin saber si después de todo seguiría al lado del pelirrojo. Sus vidas eran diferentes. Jamás se podría acostumbrar a todo lo que Diluc hacía, porque él no era nada ni nadie para estar en la cima con él.

Regresar a ese trabajo quizás era lo mejor. Quizas nunca debió salir de ahí. No debió intentar hacerse el listo y ahora... Ahora se le había salido de las manos.

No quería seguir causando más problemas a él ni a Childe que a pesar de todo, estaba a su lado.

Estaba realmente considerando en renunciar a Diluc.

host club ➵ dilucxkaeya (genshin impact)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora