Jaehyun al llegar del colegio corrió rápidamente hacia la cocina impaciente al ver que no llegaba Doyoung ya que el pelinegro siempre llegaba primero que él.
── ¡Dohee! ── llamó el pequeño castaño a la señora que estaba cortando las zanahorias para luego voltear a ver al pequeño ser que estaba a su lado.
── ¿Qué le puedo ofrecer? ── preguntó con una pequeña sonrisa mientras paraba su labor para prestarle mayor atención al infante.
── ¿En dónde está Doyoung? ── inquirió jugando con sus deditos.
── Él está en la casa de un amiguito. Viene para la cena ── dijo mientras se disponía a volver a su labor ya que el pequeño salió con pasos furiosos y sonoros de la cocina.
¿Qué te pasa, Jaehyun? Se preguntó Dohee mientras fijaba de no cortarse con el cuchillo.
Dohee cada vez estaba menos convencida en que Doyoung lo tuviera a él como amigo. Llevaría a su hijo más veces a la casa de Yuta para que se alejara al menos un poco del castaño.
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Doyoung estaba en la casa de su amiguito de nombre Yuta Nakamoto, un niño japonés de su misma edad que conocía desde sus 2 añitos y eran amigos desde entonces.
A Doyoung le gustaba estar mucho tiempo con Yuta ya que era su mejor amigo y lo quería más que a nadie. Él era la persona que más espacio tenía en el corazón de Doyoung junto a su madre.
El pelinegro estaba jugando con él en su casa cualquier cosa, de súper héroes, las escondidas... Se la estaba pasando bien con el japonés.
Se estaban divirtiendo hasta que llegó la noche y con ello la partida del pelinegro. Lo bueno era que la casa de Nakamoto quedaba cerca de la de Jung así que podría ir más veces que cuando vivía con su tía y eso alegraba en demasía al pequeño Doyoung.
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El resto del día Jaehyun no salió de su cuarto y cada vez que alguien llegaba a ahí le respondía con una grosería o una mala cara, lo que era común cuando el castaño estaba molesto. O al menos era así hasta que el pequeño de gorditas mejillas escuchó esa melodiosa voz que esperaba con tanto desespero.
── Jaehyun-ah ── exclamó él pelinegro al encontrarse en la puerta del cuarto de el menor.
El castaño se bajó rápidamente de su cama para ir a abrazar al recién llegado con una linda sonrisa.
── No me gusta que te vayas ── dijo mientras seguía con su cabeza en el pecho del otro por la diferencia de altura.
── ¿Por qué? ── preguntó el pelinegro extrañado intentando mirar el rostro del otro.
── Por qué no, tú te tienes que quedar conmigo ── habló posesivo mientras apretaba más el agarre que le tenía el otro.
── Pero a mí también me gusta estar con mis otros amiguitos ── parló el mayor de los dos con una pequeña sonrisa que le encantaba a cualquiera.
── Pero tú eres mío y te tienes que quedar conmigo.
── Jae, yo no soy tuyo.
── Claro que sí, mi papá te compró. Así que eres mío y de nadie más.
Doyoung no entendió eso así que no le prestó mucha atención a pesar de que esas palabras estuvieron un rato en su cabecita dando vueltas e intentando buscarle lógica a ellas, pero no llegaba a nada.