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Doyoung estaba en su habitación pensando en cosas sin sentido ya que no tenía nada que hacer en esos momentos hasta que escuchó unos ruidos extraños provenientes del departamento de al lado... Eran gemidos, pero no los de una mujer y no eran de placer, eran los de un niño y eran de dolor ¿Qué coño está pasando al lado? No lo sabía, pero de todas maneras se puso a grabar los gemidos con su celular y con el local llamó desesperado a la policía.

── ¿Cuál es su emergencia? ── escuchó la voz de una señora desde el otro lado de la línea. Sus manos estaban temblando y su respiración era frenética e irregular.

── Le están haciendo daño al hijo de mis vecinos de al lado, por favor venga... Se lo suplico ── dijo trabándose con cada palabra que decía, pero aún así la mujer del otro lado de la línea pudo entenderlo y se alarmó al instante.

── ¿En dónde vives? ── le preguntó con rapidez la mujer.

Él a duras penas le pudo decir su dirección y ella le dijo que iban en camino a lo que el se puso con su teléfono a gravar más de cerca los sonidos provenientes del otro departamento mientras el estaba privado del miedo y dolor que hacían que de sus ojos salieran una cantidad absurda de lágrimas cristalinas.

No quería recordar, pero en ese momento fue algo inevitable que hizo luego de unos segundos más escuchando pequeños sollozos y gemidos de dolor que sabía que era d el hijo de sus vecinos.

No quería recordar, pero en ese momento fue algo inevitable que hizo luego de unos segundos más escuchando pequeños sollozos y gemidos de dolor que sabía que era d el hijo de sus vecinos

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Estaba en su habitación jugando con los pocos juguetes que tenía, creando pequeñas historias que se le ocurrieran donde ellos era los protagonistas.

De repente sintió la presencia de otra persona en esa habitación, sabía quien era así que no se dignó a mirar hacia arriba, pero aún así no pudo seguir jugando, se quedó pasmado en su lugar al escuchar los ruidos extraños del hombre que no se dignaba a ver.

Luego de unos ¿Dos minutos? O menos vio como caían gotas blancas sobre en suelo de roble y una que otra cayó en algunos de sus juguetes.

Sus ojos estaban cristalizados, estaba inmóvil, no sabía que hacer y solo pudo ponerse a llorar mientras el hombre se guardaba su miembro dentro de sus pantalones y se disponía a limpiar todo lo que había ensuciado.

── Sabes que es solo un juego entre los dos ¿No? Tu tía no se puede enterar ── dijo el mayor con su asquerosa voz que causó estragos en el niño de 5 años.

Doyoung no creía que eso era un juego, en un juego se divertirían los dos, pero él se asustaba y no quería jugar. Aún así se convenció a si mismo de que solo era un juego.

Ese juego se repetía mucho, mucho más de lo que a Doyoung le hubiera gustado. 

Pero nunca le dijo nada a su tía, ni siquiera cuando el juego pasó a más. Cuando ya lo empezó a tocar y en lugar de solo acariciar su pene con su mano se lo introdujo a él.

Doll ── JaedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora