CAPÍTULO 20

56 3 44
                                    

Dos semanas después

Aitana Jones

—Ven aquí bebé —cargo al pequeño de ojos color miel.

A diferencia de su hermana que tiene los ojos de su padre.

Como mellizos ambos debieron heredar los ojos de su padre o de la madre, pero según Mila durante su accidente muchas cosas los afectaron. Lo que no les quita que hayan salido bien hermosos

—Me recuerdas por qué los tenemos que cuidar —dice el hombre que está a mi lado. Se mantiene tenso y serio.

—Porque me dejaste inválida dos días —cambio el pañal del bebé que tiene una sonajera en su mano.

—Me está sonriendo —la bebé lo ve muy feliz mientras continua jugando con su muñeca que fue elaborada por un famosos costurero de Londres.

Algunos de los lujos que mi hermana le puede consentir.

—Vas a ser buen padre —limpio las nalgas del bebé que se embarran con su popo.

<<No sé como pero aprendí a cambiar pañales en una semana, pero me hace sentir orgullosa>>

Se queda callado. Sé que no quiere hijos y menos cuando no tenemos nada serio—y tampoco le agrada que mencione algo sobre ese tema.

—Espero te laves las manos antes de que me toques —dice quitándole la muñeca a la bebé para molestarla.

—Pues hoy no te tocaré —la bebé empieza a llorar—. Dale esa muñeca antes que sus gritos sean más fuertes —le reclamo mientras controlo a mi sobrino que tira patadas al oír a su hermana llorar.

—¿Y si no? —me reta.

—Te tiro este pañal lleno de popo —hago bola el pañal.

—No eres capaz —se levanta del sillón.

—Claro que soy capaz —me acerco a él robándole un beso—. Muy capaz —sujeto con mucha ternura su rostro detallando cada parte de este.

Tal vez no es un amante de los bebés, pero igual yo puedo hacer que le gusten, después de todo he logrado más cosas en él que su propio padre.

—Ven a mí.

Me agarra de la cintura obligándome a sentar mis nalgas en sus piernas y mis labios a besar esa irresistible boca que él tiene.

Muevo mi cuerpo intentando zafarme de sus brazos, pero su agarre es fuerte.

—No, no aquí —finalmente logro soltarme y él vuelve la mirada a los mellizos.

Cargo a mi sobrina que ve detenidamente la escena.

—Son bebés ni siquiera van a recordar que tuvimos sexo frente a ellos —dice ignorando mi mirada.

<<Claro que piensan y no quiero que recuerden mis gemidos>>

—De todos modos, no pienso dejar que ellos capten dicha escena —llevo a la bebé hasta su cuna.

Agarro a su hermano que está quieto en la cama esperando a que le cambie el pañal, sujeto al bebé de sus piernas terminando de limpiar sus delicadas nalgas. Detallo su hermoso cuerpo que tiene cuando están bebés, sus piernitas patalear, sus manitas moverse, sus llantos que por ratos me enojan, su sonrisa cuando le haces cosquillitas en sus pies y esa cara que solo los genes Jones pueden tener.

<<No debí burlarme de mi hermana>> Esto es más complicado.

—Puedes dejar de mirarlo —me dedica una mirada que para mi gusto es de celos—, aparte te está observando mucho las tetas ¡Sabes que me pertenecen!

GÉMINIS II (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora