18; 𝗣𝗶𝗲𝘀.

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Día y noche, minuto tras minuto, parecía como si sus vidas dependieran de eso. Miraban al más allá con una leve sonrisa en sus rostros, todos menos Hipo, los padres de la pandilla decidieron viajar hasta el viejo Berk por algunas cosas y por supuesto uno que otro buen recuerdo de la infancia de ellos, mientras que ellos disfrutaban de la compañía de sus padres, el miraba un peluche de Nadder, su madre acariciaba su espalda dándole paz.

Era lo que necesitaba.

Paz.

Tranquilidad.

Y así partió a la oscuridad de su cabaña, no quería interrumpir a su amada con su padre, y mucho menos a uno de sus amigos. Entre más se quedaba pensando más le tiraba el sueño.

“Entre más pasaban los segundos, más se emocionaba, el hombre estaba ansioso por ver a su hijo, aunque tuviera sus riesgos de morir, el sabía que ese bebé sobreviviría, llegaría a ser el más grande líder que se haya visto en Berk. Un asesino. Un guerrero.

Puedes ver.

Susurro el amigo del jefe, este rápidamente fue con su esposa, tenía a su hijo apegado a su pecho con vendas, decían que el calor del cuerpo de la madre y del bebé, ayudaba a que este mismo viviera, aún no se sabía a ciencia cierta. Pero ese pequeño humano apegado al pecho de su madre, derretia a los dos adultos,      esos pequeños pies, sus ojos verdes oscuros pero no tanto, sus pequeñas manos y cabeza, hizo que el mismo Estoico el Vasto cayera de inmediato a los pies de ese niño.

~Thor... Es hermoso.

~Es un Hipo..

Aquéllas palabras llegaron al corazón de la mujer, temia por la vida de su hijo, y eso lo sabía su esposo.

~Sera grande y fuerte, Valka, nuestro pequeño Hipo será el más grande y fuerte.

Se sento lentamente al lado de su esposa, sonriendo felizmente, cuando quedo al lado de ella, tomó con delicadeza el pie de su hijo. Estaba declarado, Hipo era su nombre.

~Si tu lo dices... Hipo Abadejo, el será el más fuerte.

Susurro mirando a su hijo acariciandole la cabeza, era el tercer Hipo en el clan Abadejo, y era de costumbre ponerles nombres algo idiotas a los niños, e Hipo no sería la excepción, de echo, ningún niño nacido en ese año y el siguiente se salvaría de tremenda tradición.”

𝘾𝙖𝙨𝙩𝙡𝙚 𝙊𝙣 𝙏𝙝𝙚 𝙃𝙞𝙡𝙡. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora