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El pelinegro tomaba de la taza caliente de café que la dulce anciana le había ofrecido.

Estaba notoriamente delgado, con más ojeras que ojos, malicento y ojos rojos.

Si la tristeza y el dolor tuvieran un aroma, sería definitivamente aquel que provenía del chico.

——¿Desde cuando eres amigo de mi Jinwoo? ——preguntó ella mientras cerraba la cortina que funcionaba como puerta de su pequeño barrocal.

——Desde primaria. Somos buenos amigos.

——Lo sé ——Se giró hacia él ——. Yo no suelo hacer esto para nadie más que para mi familia, pero Jinwoo me llamó implorándome tantas veces que lo haré.

——Se lo agradezco muchísimo ——Hizo una reverencia ——.Le pagaré apenas tenga mi paga del mes...

——No hace falta, muchacho. No cobro por estas cosas. Si quisiera lucrarme con esto, lo hubiera hecho público hace mucho. Debes saber que es muy peligroso lo que vamos a hacer y no se puede tomar a la ligera.

——Jinwoo me explicó. No se preocupe ——Volvió a hacer una reverencia.

La señora se sentó junto al chico, observándolo y percatándose mejor de su terrible estado.

——¿Desde cuándo consumes drogas, hijo? ——preguntó preocupada acunando su delgado y osudo rostro entre sus arrugadas y cálidas manos.

El pelinegro bajó la cabeza, avergonzado, apenas elevando una comisura de su boca, con melancolía.

——Desde hace no mucho.

Habrían sido dos meses ya, o tres tal vez. No lo sabía con exactitud.

Inyectarse heroína, metanfetamina, cocaína... Otras más que ni recordaba el nombre.

Lo que sea para matar sus neuronas junto a los recuerdos y el dolor.

——¿Por qué lo hace? ¿Le ayuda a olvidar?

——Temporalmente, ——Asintió una vez con la cabeza.

La anciana sintió pena por el joven y guapo muchacho en frente de ella. Estaba arruinando su vida.

——Vamos a intentarlo, hijo ——Acarició con suavidad su delgado brazo que alguna vez estuvo bien marcado ——. Pero tienes que prometerme que no le dirás de esto a nadie.

——Se lo prometo por lo poco que me queda.

——También quiero que dejes las drogas.

No iba a ser fácil teniendo en consideración que se habían vuelto parte de su rutina desde hace meses. Pero lo intentaría, porque lo único que necesitaba era que funcionara para ser feliz. Estaba dispuesto a dejar todo de lado.

——Lo intentaré.

——¿Trajo lo que le dijo Jinwoo?

——Aquí está. ——Sacó de su casaca cinco fotografías, las cuales extendió en la mesa. Luego sacó dos anillos de plata.

La anciana tomó las fotografías entre sus manos, deslizando sus arrugadas yemas por los rostros protagonistas de estas.

Sonrió con melancolía al ver felicidad pura y etérea en aquellas fotografías.

El joven se veía tan diferente...

Tres de esas fotografías tenían a un solo protagonista diferente.

——Lo siento mucho, hijo. ——Su expresión decayó. No recibió una repuesta del pelinegro. Su semblante tampoco sufrió cambios.

Juraba haberse quedado sin emociones.

La anciana cerró los ojos, sus dedos seguían explorando las fotos a ciegas. El fuego en las mechas de las numerosas velas, danzaban con el poco viento que lograba entrar por una de las ventanas rotas.

——Lo veo, lo siento, el hilo rojo... ——Susurró ella inmersa.

Así pasaron unos cuantos segundos más hasta que abrió los ojos.

——Joven, Jinwoo me comentó que recuerda cada día desde el encuentro, ¿es eso cierto?

——Sí...

——Antes de explicarle lo que haremos. Debe asegurarme venir aquí todos los días hasta lograr su cometido, ¿se compromete al sacrificio?

——Lo haré ——No tardó en decir con total convicción.

Porque no exite un camino sin ti

REESCRIBIENDO LAS ESTRELLAS [Soojun/Yeonbin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora