Capítulo Cuatro: Bienvenidas

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Ethan

Miré el edificio frente a mí y fue inevitable no quedarme un momento mirando la impresionante estructura que veía.

Muchas veces me había imaginado entrando por la entrada principal, pero jamás pensé que sería de esta manera, mucho menos en calidad de asistente. Pero estaba bien. Estaba cumpliendo mi propósito y estaba listo para mantenerme fuerte ante cualquier adversidad.

Las paredes eran altas y el jardín que rodeaba al lugar le daba a la estructura una calidez potencialmente adecuada para disfrutar estar en el trabajo. A pesar de ser un edificio alto de cinco niveles, no era exagerado, era acogedor de alguna manera.
Podías sentirte cómodo en él dado que sabías lo ocurría adentro y el ambiente era bastante agradable.

La forma cuadrada que tenía por fuera no tenía nada que ver con lo que por dentro albergaba. Cualquiera querría trabajar aquí si tan sólo supiera la manera en la que funcionan las cosas.
El ambiente era más alegre que en cualquier otro lado, daba espacio a la creatividad y al interés. No te dejaba aburrirte por ningún lado que lo vieras; en el jardín estaban puestas algunas bancas peculiares de varios colores así como estatuas cómicas de algunos personajes de caricatura, incluso habían buzones en donde podías dejar libros para que alguien más los leyera.

Todo era perfecto.

Quizá la constructora era un edificio que aún estaba alzándose en lo alto, sin embargo, para llevar casi cinco años era una de las mejores del mercado.
Los proyectos, el equipo y las ideas la habían alzado ante la mirada de todos en esta industria. No me imaginaba que existiera alguien que no conociera a la Constructora REDAJAIK. Es un monstruo en este mundo y estaba seguro de que se convertiría en la mejor de todas si es que Reese y Ike seguían trabajando en ella.

Aunque su curioso nombre aún no lo podía entender.

—Ethan.

Miré a lo lejos a Reese y sonreí al verlo con un par de cafés en sus manos.
Venía caminando como si fuera una persona común y corriente, aunque ambos sabíamos que no era así; cualquiera que lo viera en la calle se daría cuenta de que, por su porte y elegancia, este hombre no podría ser un trabajador cualquiera aquí.

—¿Qué haces aquí? —. Inquirió y miró el edificio también—. Es precioso, ¿No lo crees?

—Sí, es verdad, es precioso. Quedé fascinado con él desde la primera vez que lo vi —. Miré a Reese con atención —. Estaba mirando el lugar, no puedo creer que esté aquí todavía.

—¿Por qué no lo harías? —. Sonrió al mirarme—. Trabajaste muy duro para llegar aquí y, aunque por ahora es temporal, puedes disfrutar cada instante que estés aquí.

—Quiero hacerlo —. Asentí.

Reese Baker era sin duda un personaje.

Ahora me sonreía, sin embargo, antes me costó mucho que lo hiciera. Su mal temperamento y su frialdad en el trabajo lo hacían ver como todo un monstruo.
Intimidaba a cualquiera. Incluso la primera vez que lo conocí, a pesar de su esfuerzo por no demostrarlo, sabía que mi presencia le incomodaba y sabía la razón. Ike habló conmigo antes de que yo me presentara formalmente ante él.

Sabía que para Reese yo era una rata que Ike y Jade habían puesto en su camino.

Aunque ahora mismo no sentía que para él fuera un extraño. Poco a poco me había ganado algo de su confianza y atención, me convertí en un aliado que aún estaba a prueba, o al menos yo me sentía así. Pues a pesar de que Reese no lo dijera en voz alta, sabía que aún no confiaba demasiado en mí dado que me daba tareas pequeñas y me supervisaba en cada paso, no como al resto del equipo.

De Los Días Que Te Amé © [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora