Capítulo Treinta Y Tres: Nueva Vida

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Ethan

—¿Cómo llegamos a esto? —. Murmuré. 

Reese dormía tranquilamente a mi lado mientras que yo lo miraba desde mi lugar. Aunque más que mirar, parecía que lo apreciaba; siempre fue objeto de mi deseo y amor, no entendía cómo es que había llegado hasta este punto.

Me había engañado, lo engañé.

Siempre habíamos sido un completo caos y nunca medimos las consecuencias de nuestros actos hasta que fue demasiado tarde para detenerse.
No me arrepentía de nada y sé que de alguna manera él tampoco lo había hecho. Cada uno tuvo que hallar un camino para sobrevivir y, aunque de cierta manera yo morí, también renací de las cenizas que quedaron de mí.

Lo poco que quedó de mí.

—Te amo tanto... —. Susurré al abrazarme a él. Tenía miedo de perderlo de nuevo.

Sabía que estaba despertando al peligro de nuevo, de que estaba haciendo que las cosas se volvieran un completo riesgo para mí de nuevo, pero no me importa. Deseo más que nunca estar a lado de Reese durante toda mi vida e incluso el camino que hay más allá de ella.
Ya no deseaba soltar su mano jamás. Tenía miedo pero no lo suficiente como para volver a dejarlo, bueno o no, ya no iba a permitir que luchara por su cuenta como antes.

Nadie me obligaría a soltarlo de nuevo.

—Hola...

Lo miré cuando despertó y me abrazó de inmediato.

—No quería despertarte —. Murmuré.

—Que buena manera de despertar —sonrió besando mi frente—, puedo acostumbrarme a esto.

—¿De verdad?

—Por supuesto —me miró aún adormilado—, quiero despertar contigo todos los días.

—Eres demasiado romántico.

—Sólo lo necesario.

Me acomodé en sus brazos y cerré mis ojos para descansar. Tenía pesadillas constantemente pero me alegraba no tenerlas nunca cuando estaba a su lado.

Siempre fue así.

—Duerme un poco más —susurró frotando su nariz con mi frente—, yo te sostendré.

—¿Todo el tiempo?

—Te lo aseguro.

Me abracé a Reese sintiéndome cómodo entre sus brazos, estaba más que satisfecho de estar aquí y a pesar de que sabía que él mañana no era una garantía, estaba feliz de tener mi ahora a su lado.
No necesitaba nada más que sus brazos para sentirme protegido y completo. Algunas veces pensé en esto como mi sueño antes de irme de este mundo, me alegraba que lo pudiera cumplir antes de hacerlo; de tener este momento y saber que podría durar mucho más que un instante de mi vida.

Con Reese a mi lado, me sentía invencible.

(...)

—¡Yang!

Abracé a mi cachorro a penas entré a la casa y se lanzó a mis brazos.

—Siento haberte dejado tanto tiempo —. Sonreí al sostenerlo fuerte.

—Te extrañé, pequeño —. Reese acarició su cabeza y sonrió—. Creció un poco más desde que me fui.

—Claro que no —reí al bajar a mi cachorro—, pero necesita un corte de pelo nuevo. Pronto llegará el verano y no quiero que se acalore.

—Bueno, hay que hacer una cita para eso.

Ambos entramos a casa y de inmediato me puse a ordenar lo que Yang había tirado. No me molestaba hacerlo y tampoco me enojaba con él, al contrario, sabía que era mi culpa por dejarlo solo tanto tiempo.

De Los Días Que Te Amé © [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora