Capítulo Veintiséis: Malos Pensamientos

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Jade

Abracé mis piernas mientras miraba a Ike dormir, era tan hermoso que no pude evitar sentirme abrumado por aquel hombre que ahora mismo descansaba en mi cama. Me encantaba.

¿De verdad me ama tanto?

Ike pasó muchas cosas a mi lado, incluso aceptó responsabilidades que no le correspondían en algunos casos, pero nunca dijo nada ni tampoco se molestó por ello. Siempre ha estado a mi lado para apoyarme en momentos difíciles de mi vida, cuida de mí y está constantemente haciéndome feliz.

Por eso muchas veces me sentí culpable.

No es que le haya querido ocultar la verdad a propósito, de hecho pude decirle todo cuando me lo preguntara, pero algo dentro de mí tuvo miedo de hacerlo la primera vez que me sugirió tener un hijo.
Siempre tuve miedo a contarle a alguien acerca de lo que mi propia madre me había hecho y de lo que mi padre le ayudó a ocultar. Ambos me habían lastimado y para mi mala suerte el daño no era reversible.

Así que cuando él me preguntó, me asusté de la verdad. Mi verdad.

[...]

—¿No lo imaginas?

Sentí su respiración tranquila sobre mi nuca y sonreí de inmediato.

—No, no lo hago —reí—, quizá no he tenido la suficiente motivación para hacerlo.

—Vamos, Jade —besó mi cuello—, hablo en serio. Me gustaría que lo intentemos.

—¿Adoptar en nuestra situación te suena lógico? —sonreí. Era la primera vez que hablaba sobre ello—. La empresa aún no es tan formal y tomarnos algo de tiempo para nosotros de por si ya es un lío, ¿Qué imaginas que pasaría si tuvieras un niño en casa?

Lo miré sobre mi hombro.

—Un niño necesita atención, Ike. No es simplemente un cachorrito que compras en una tienda y lo devuelves cuando te das cuenta de que no tienes el tiempo suficiente para cuidarlo —negué con la cabeza. Él me miraba seriamente—. Tienes que pensarlo bien, además, ¿Cómo sería su vida? Siempre lo mirarían diferente por tener a un par de padres.

—Es una sociedad distinta —refutó—, probablemente sea difícil pero sé que ambos estamos listos para dar nuestro amor a alguien más que no sea Reese.

Reí fuerte.

—¿Así que ves a Reese como nuestro hijo también?

—Es que prácticamente lo hemos criado juntos —rió conmigo—, es nuestro sujeto de práctica.

—Oye —negué de nuevo—, que él jamás te escuche decir eso o se molestará.

—Reese lo sabe —. Besó mi hombro.

—Pero eso no significa que le agrade.

—Oye —me mordió—, deja de hablar de él. Quiero ser serio en este instante.

Yo me giré en la cama y lo miré.

—¿Hablas en serio, Ike? —pasé mi mano por su cabello—, ¿Quieres intentarlo?

—No sólo eso, quiero hacerlo y que de verdad lo tengamos —. Se veía demasiado seguro de que eso se cumpliría—. Estuve investigando y llegué a una conclusión.

—¿Y cuál es? —. Ike no se rendiría.

—Yo soy infértil desde que nací, pero tú no —negó con la cabeza—, así que pensé en que un hijo de los dos nos gustaría y quizá con ayuda de un vientre alquilado podríamos...

De Los Días Que Te Amé © [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora