Capítulo Veintitrés: Volviendo Al Pasado

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Reese

Me detuve frente al portón de reja negra y me quedé un minuto apreciando aquella casa. 

—Aquí vamos —. Suspiré.

Metí la llave en la chapa y de inmediato esta se abrió con un par de vueltas. Hacía tanto que no visitaba este lugar que en realidad no sabía bien qué es lo que iba a hacer.
Esto definitivamente no estaba en mis planes, pero estaba a gusto con ello y a pesar de no saber a dónde iba, me sentía bien con lo que estaba haciendo aquí.

Al entrar, cerré de nuevo la reja y caminé por el largo pasillo de piedra que me llevaba hacia la puerta de la casa. Los jardines de madre aún estaban bien cuidados y la gente que había contratado para cuidar de esta casa no estaba por ninguna parte tal y como se los pedía cada año.
En realidad, nadie vivía aquí desde hace mucho, pero me gustaba mantenerla bien cuidada por si algún día Jane quería regresar a este lugar.

La casa se mantenía pintada de blanco y todavía funcionaba bien la fuente que tenía al centro.
No podía recordar las veces en las que había dormido en el pasto pensando en lo difícil que se volvería mi vida cuando me convirtiera en adulto, creo que nunca imaginé que algún día tendría el valor de desaparecer de mi propia vida y convertirme en lo que realmente yo quería ser.

Un chico normal.

Presté atención a cada detalle de la casa, pues aunque había venido durante algunos años, siempre notaba algún cambio en ella con cada viaje que hacía.
Volví a buscar entre mis llaves y, después de probar un par de ellas, encontré la llave que abría la puerta de la casa. El rechinido de esta me hizo reaccionar y, cuando finalmente la abrí, me di cuenta de todo el tiempo que pasó en realidad.

—Once años —. Murmuré mirando a mi alrededor.

Entré dejando mi maleta en el recibidor y cerré la puerta despacio. Miles de memorias me vinieron a la mente de inmediato y fue inútil resistirme a ellas cuando comencé a mirar cada espacio de este lugar.

Pasé de largo el camino de la sala y caminé hacia la única habitación en la que realmente quería estar.

Al principio me quedé de pie frente a la puerta blanca y, cuando tuve el valor suficiente, abrí la puerta despacio y sonreí cuando lo primero que me recibió fue la luz del sol entrando por la ventana grande y larga.
Había pasado tantos días en esta casa que no podía creer que ahora mismo me sintiera como un extraño aquí. Era casi irreal el estar lejos de mi madre Jane, de Lucy e incluso de Dante.

¿Cuántas cosas viví en esta habitación?

[...]

—Para...

—No puedo —. Murmuré besando su cuello con dulzura.

Su cuerpo se estremecía bajo el mío con cada caricia que le daba. Era como un temblor fino el que Dante tenía.

—Lucy y mamá van a llegar en poco tiempo —murmuró con los ojos cerrados—, ¿Cómo le explicarás esto tu hermana?

—Amor —. Sonreí.

Dante me miró y negó con la cabeza.

—Le diré que es amor —acaricié su mejilla—, que cuando dos personas se aman de verdad, se entregan por completo al otro, sin reservas.

—No te quieras hacer el poeta ahora —sonrió al empujarme. Sabía que aún teníamos que explicarle a Jane sobre lo nuestro—. Además, no le hemos dicho nada a mi madre, ¿Cómo crees que va a reaccionar cuando nos vea?

De Los Días Que Te Amé © [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora