Capítulo Diecisiete: Mi Mundo

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Jade

—¿Iky? —. Bostecé mientras caminaba descalzo por la casa.

Solía llamar a Ike así cuando estábamos solos. Es mi secreto con él, aunque ahora mismo, creo que no estaba por ningún lado.

—¿Iky? —. Volví a llamarlo mientras bajaba las escaleras.

—Estoy en la cocina, cielito —. Escuché su voz y sonreí.

—¿Qué estarás haciendo? —. Caminé hacia la cocina y lo vi con su delantal puesto.

No llevaba ropa encima, sólo su bóxer y el delantal que le daba el aire sensual que siempre solía desprender.
Ike sabía que me gustaba verlo así por las mañanas, es decir, siempre que podía ver mis marcas en su cuerpo me sentía orgulloso. Era bueno ver que no sólo yo tenía marcas a la mañana siguiente.

—Que sexy luces hoy, cielo —. Sonreí sentándome en un banco de la barra para verlo cocinar.

—¿De verdad? —se miró a sí mismo—, yo creí que todos los días lucía así de candente.

—Tienes razón —me apoyé sobre la barra para llegar a él y besar su mejilla—, mi hombre siempre ha sido así de guapo.

—Oye —besó mis labios antes de que volviera a sentarme—, no juegues sucio ahora. Quiero desayunar algo antes de irnos.

—¿Irnos? —. Reí—. ¿A dónde me quiere llevar, esposo?

—Es una sorpresa —canturreó—, no te lo diré.

—Así que sorpresa —sonreí al cruzarme de brazos—, ¿Seguro que no me lo dirás? Tengo mis métodos.

—No —. Negó de inmediato y dejó el sartén en la estufa—. Hemos pasado bastante tiempo lejos que ni siquiera hemos tenido una cita real en meses, así que aprovecharé que es fin de semana y que Reese está lejos para hacerlo.

—¿Reese? —pregunté confuso—, ¿Qué pasa con él?

—¿Lo ves? —me miró serio—, siempre que te lo menciono, te pones en plan cazador. Es como si críaras a un bebé.

—Sólo trato de que no se haga daño —. Negué de inmediato.

—Pues no te preocupes por él —sonrió despreocupado—, está con Ethan en un viaje y no piensa atender llamadas. Eso me dijo.

—¿Ethan no estaba enfermo? —pregunté—, no me digas que se ha puesto grave, ¿Lo llevó al hospital?

—Nada de eso, ayer, Reese fue perfectamente capaz de cuidar de Ethan —asintió. Se veía contento—. Nuestro hijo está creciendo.

Yo reí fuerte y negué.

—Bien, dejemos en paz ese tema —. Apoyé mis codos en la barra para mirarlo—. ¿Tú y yo qué vamos a hacer? Conociendo a mi esposo, ya planeó la cita perfecta conmigo.

—Me conoces perfectamente, cielito —. Sonrió mientras servía la comida en platos. Había hecho sus famosas tostadas especiales—. Hice tus favoritas.

—Mmm que rico —. Sonreí probando de inmediato un bocado. Ike tenía talento para la cocina, además, me cuidaba muy bien—. Hace tiempo que no hacías esto, ¿Qué planeas?

—Hacerte feliz el resto de mi vida —. Besó mi frente—. Eso planeo.

Yo sonreí de nuevo y lo besé.

—Upss, lo siento —. Dije limpiando de sus labios algo de crema que había quedado de la tostada.

Ike sonrió pícaro y, sin que yo lo pudiera evitar, tomó mi mano para besar mi dedo y después meterlo a su boca. Lo chupó lentamente mientras me miraba con sus ojos perdidos en la lujuria. Intensa mirada azul.
La escena en sí ya era demasiado erótica, sin embargo, debía controlarme o Ike tomaría todo de mí perdiendo el control y no quería eso. De verdad tenía ganas de salir con él.

De Los Días Que Te Amé © [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora