Capítulo Veinte: Pascua

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Ethan

—Pásame la mostaza, por favor —. Pedí a Jade y de inmediato me la entregó—. Gracias.

—¿Y dónde están esos tontos?

—Deben estar jugando con los niños —sonreí mirando a Jade—, traje a Yang conmigo y de seguro Reese lo está presumiendo a Ike.

Fingí pensar.

—Creo que dijo algo sobre que Ike estaría molesto porque él no tiene un perro.

—Y ni lo tendrá —. Bufó.

Ambos sonreímos y seguimos preparando los hot-dogs que íbamos a comer en el almuerzo de Pascua.

—Me alegra que estés aquí —. Jade me miró—. Este año se siente diferente a los demás.

—¿Por qué es diferente? —. Inquirí.

—No lo sé —se encogió de hombros—, todo esto se siente más feliz desde que apareciste.

Yo sonreí de inmediato y seguí preparando todo en silencio. Últimamente, me sentía más cómodo de hablar con Jade, incluso habíamos ido a comer juntos un par de veces mientras Reese estaba en la construcción.
Creo que también me lo estaba ganando y me hacía feliz. Poco a poco estaba teniendo un lugar en la vida de Reese y me alegraba que Jade no se opusiera a ello, me importaba mucho su aprobación ya que, como yo lo veía, él era el hermano de Reese.

—Pásame la salsa, por favor.

Asentí dándole el bote rojo.

—Escuché que tú y Reese tendrán una cita saliendo de aquí —me miró. Estaba divertido con la situación—. ¿Sabes a dónde lo llevarás?

—Nunca hemos ido al cine —lo miré—, creo que es un buen lugar. Me gustaba ir antes pero siempre lo hacía solo ya que a la abuela no le gustaba ir.

—No sabía que tenías una abuela.

—No muchos lo saben —me encogí de hombros—, no soy muy fanático de hablar de mi familia y creo que ni siquiera Ike los conoce. No hay manera, pues nunca estuvieron ahí para mí.

—Lamento escucharlo, aunque si te soy sincero, no me sorprende —apretó los labios—, la mayoría de nosotros pasó por lo mismo. Excepto quizá Reese, con el tiempo, se ganó una propia familia que, si bien no es la más perfecta de todas, tratamos de ser unidos.

Sonrió mientras miraba lo que hacía.

—Creo que el único que de verdad fue amado por su madre, fue él —suspiró. Parecía recordar—. Amelia sin duda alguna fue una mujer bondadosa aunque un tanto extravagante y sé que de no ser por su carácter, Reese no habría sobrevivido incluso a su propio padre.

Miré a Jade con atención.

—¿Él está...?

—Vivo —asintió—, aunque no lo hemos vuelto a ver desde hace diez años. Es una historia que quizá Reese deba contarte.

—Tal vez —negué con la cabeza—, pero no le preguntaré. Hasta ahora, me he dado cuenta que Reese me dice las cosas cuando está listo para hacerlo, ahora mismo, no lo está. Así que puedo esperar por el momento en el que quiera hablarme de ello.

Jade me miró y sonrió.

—Me da gusto que pienses así.

—Tú harías lo mismo por Ike, ¿Cierto? —. Sonreí.

—Sí, aunque sé que entre lo dos no hay secretos ya —afirmó—, sé cuánto le molesta que alguien le guarde un secreto cuando él ha sido honesto en todo.

De Los Días Que Te Amé © [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora